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20/08/2012 La Nación - Nota - Sup. Turismo - Pag. 10

¿Dónde está el piloto (y por qué no se le entiende nada)?

Seamos sinceros. No se entiende lo que dice el piloto del avión cuando hace los anuncios de a bordo. A lo sumo se escucha un murmullo rasposo que avisa que estamos a 10.000 metros de altura y cosas por el estilo. Pero hay que esforzarse mucho para descifrar el mensaje y, si encima el anuncio es en inglés, todo se complica más. También es cierto que la información en sí misma no resulta decisiva para el pasaje. Si estuviéramos a 9551 metros en vez de 10.000 nadie tendría nada que objetar o a nadie le importaría.

Como el resto de los pasajeros, el tipo que está sentado al lado mío en el vuelo 943 de American Airlines (une Miami y Buenos Aires) no capta una sola palabra de lo que acaba de transmitir el capitán por los altavoces. El piloto habló en un inglés que parece sacado de una película de John Wayne y no se sabe si dio información sobre el vuelo o si relató una volcada de Lebron James para los Miami Heat. "¿Por qué no los mandan a hacer un curso de oratoria? Para mí debería ser una materia obligada en la carrera de aviador", se enoja mi compañero, mientras unta el pan con manteca de la bandejita que le pusieron adelante.

Ocurre que los anuncios del capitán siempre serán un misterio. Algunos dirán que bastante trabajo tienen manteniendo esos armatostes en el aire como para encima darse el lujo de ser simpáticos al hablar. Pero la verdad es que le podrían poner un poco más de amor a la tarea de comunicarse con los demás. ¿No vendría bien acaso un comentario tranquilizador cuando hay turbulencias? Algo así como: "No se preocupen, todo va estar bien, es normal que se mueva, me pasa todos los días, cualquier duda vénganse para la cabina que les invito un cafecito y nos damos unos abrazos".

Consultado sobre el tema, un experimentado tripulante de cabina (los llamados TCP´s) explicó que el quid de la cuestión reside en la personalidad misma de los pilotos. "Son muy reservados, casi introvertidos; te aseguro que no hay nada más aburrido que escuchar una charla de pilotos porque de lo único que hablan es de tubos pitot y trenes de aterrizaje". Todo indicaría que los anuncios-plomazo son un reflejo de la vida rutinaria de estos sujetos.

Sin embargo, también están los pasajeros que se quejan de que el capitán habla demasiado. Es el caso de Lucas Mentasti, un ejecutivo argentino que pasa la mitad de su vida arriba de un avión, lo que le valió acceder al status de Concierge Key, la máxima categoría de viajero VIP (está por encima del Executive Platinum y tiene 600.000 millas por American Airlines, que equivalen a 15 vuelos gratis de Buenos Aires a Estados Unidos). Uno de los beneficios de ser Concierge Key es que, de tanto en tanto, el capitán lo saluda en persona antes del despegue. Pero, para Lucas, eso es una pesadilla: "Ni bien me siento y empiezo a quedarme dormido, el piloto me viene a despabilar y yo lo único que quiero es relajarme". Pareciera que, ya sea que hablen poquito o mucho, al final pocos les tienen paciencia a los pobres pilotos.

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