Cartas de Lectores - Pag. 24
En las últimas décadas ha crecido el transporte aéreo a ritmo acelerado. Y las compañías aéreas compiten para lograr captar esa demanda creciente ofreciendo más y mejores servicios a bordo. El 28 de mayo tomé el vuelo 1140 de Aerolíneas Argentinas a Roma, que se inició a las 22.35. Primera sorpresa: no funcionaba el sonido en las pequeñísimas pantallas donde se reproducían solamente tres películas. Sirve la cena un auxiliar vestido con camisa desprolija y el pantalón descosido y gastado. Para comer opté por el arroz con pollo. No era identificable el guiso que se me proporcionó. De postre? una banana. Recién a las 15 se nos sirvió el desayuno. Afortunadamente no tenía apetito debido a la descompostura producto del guiso.
El retorno fue el 17 de junio: vuelo 1141. Luego del despegue en Roma, y tras arrojar miles de kilos de combustible al Mediterráneo -con el espanto de los pasajeros que observaban la escena- retorna a Fiumicino por problemas en un motor. Luego de una nueva noche en Roma y otra en Fráncfort, regresé a Buenos Aires con 51 horas de atraso. ¿Los viajeros extranjeros volarán nuevamente con nuestra aerolínea? La compañía me ofreció como reparación única y total de mis perjuicios la suma de 600 pesos en una orden de crédito.
Esto no es una mera crítica, sino la expresión de mi preocupación por la gestión de la empresa, y la realizo en nombre de los miles de empleados que trabajan para mejorar el servicio y por los millones de argentinos que aportan para su funcionamiento, y que jamás podrán utilizar sus servicios.
Dr. Roberto Cacheiro Frías
