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29/03/2014 - La Nación

Opinión - Pag. 37

El ajuste en manos de los "nunca menos"

Empresarios & CÍA

Por Francisco Olivera

| LA NACION

Saludó a uno por uno, le dio un abrazo al representante de Chaco y se sentó frente a ellos. Jorge Capitanich venía de tres audiencias, pero se tomó dos horas para atender a una veintena de dirigentes políticos y empresariales a quienes considera afines al modelo. Es una práctica kirchnerista recurrente: reunirlos, escucharlos, pedirles respaldo y tranquilizarlos sobre la marcha de los acontecimientos.

Son encuentros reveladores. No debe haber un modo más eficaz de auscultar la cosmovisión o los preconceptos de un ser humano que exponerlo sin testigos frente a quienes piensan igual. Así estaba el jefe de Gabinete el martes en la Casa Rosada, delante de un auditorio que integraban, entre otros, Marcelo Fernández, de la Cámara Ggera; Ariel Aguilar, de la Cámara Marroquinera; Ángel Torres, concejal del Frente para la Victoria de Tres de Febrero, y Sandra Rey, secretaria de Desarrollo y Promoción de Ituzaingó. Una agrupación militante que se define desde el nombre: La Gelbard.

Capitanich relató lo que el Gobierno considera una crisis cambiaria superada y se explayó sobre "una dificultad política" que atribuye a la banca internacional. "Hemos sufrido un ataque especulativo muy duro, luego de que la Argentina tomara decisiones para solucionar problemas soberanamente", dijo, y en la conspiración incluyó a los diarios: "A estos ataques especulativos se suman los medios de comunicación conservadores y liberales como The Wall Street Journal, The New York Times o The Economist, que están pagados por los lobbies de los fondos buitre".

No era una ocurrencia personal. Esa tarde, en Ituzaingó, Augusto Costa, secretario de Comercio, disertaba ante 200 integrantes de la misma agrupación con argumentos calcados. "Esta disputa tiene aliados en el exterior. Uno ve a The Economist con una tapa dramática de Messi mirando para abajo deprimido porque la Argentina perdió el rumbo y encima citan a los grandes gurúes de la economía argentina, a los cuales les dan el micrófono, cosa que también hacen The Wall Street Journal y The New York Times."

Capitanich había dado razones más abarcadoras. Por ejemplo, que esto pasaba cuando un país empieza a levantar la cabeza. "Se insertan rumores, se busca desestabilización política, se crean grupos desestabilizadores, mujaidines que te mete la CIA", avanzó. Por la tarde, Costa fue más detallista: "Estamos en la etapa final de un juicio en la OMC con la Unión Europea, Japón y Estados Unidos, tres nenes de pecho, porque nuestra política comercial supuestamente viola todas las reglas de política comercial internacional". Contó entonces que casi no había dormido en el verano y que no se había tomado vacaciones. "Los sectores concentrados del capital financiero, exportadores de bienes primarios y algunos sectores industriales concentrados forzaron una megadevaluación", dijo, y agregó que todo había coincidido con su ingreso en la Secretaría de Comercio.

Los empresarios coinciden en que el reemplazo de Guillermo Moreno se dio en momentos de desorientación. Recuerdan, por ejemplo, haber sido recibidos en esos días por el único anfitrión que podía identificarlos: el empleado que sirve el café. No siempre se trata de un puesto irrelevante: cuando llegó a la Secretaría, Moreno descubrió que uno de esos mozos era profesor de matemáticas y lo incorporó en el Indec.

Costa cree que, pese al esfuerzo, la cruzada argentina es desigual. "No tenemos las de ganar, no por la defensa heroica que hacemos, sino porque nos quieren señalar con el dedo como proteccionistas, cuando en la práctica no hay más proteccionistas que Estados Unidos", expuso. Economista formado en la London School of Economics, Costa parece más convencido de estas cuestiones que Capitanich, un gobernador con demasiado roce político. Pero ambos centran el discurso en una contienda no resuelta: la inflación.

Esta urgencia llevó a Capitanich a una comparación equivocada delante de La Gelbard. Hablaba de "un problema de comunicación" provocado por los medios, a quienes culpó de crear "expectativas alcistas", y agregó que existía una "inflación internacional". Dio entonces el ejemplo de Inglaterra, con "un índice de precios de 1,7% en febrero", y de Sudáfrica, "con 5,9%". Sin embargo, a diferencia de la Argentina, ambas naciones publican indicadores anualizados. Es decir, el Reino Unido acumula en un año casi la mitad de nuestro costo de vida mensual.

Es atendible entonces que el Gobierno quiera ampliar en abril el plan Precios Cuidados a 250 productos. No será sencillo, porque los últimas contactos con supermercados fueron tensos: la Casa Rosada pretende que las cadenas absorban aumentos de los proveedores, y éstas, que se les reconozcan alzas que les fueron prometidas para abril a cambio de los congelamientos.

Estos desencuentros dejan al menos una conclusión política: con precios en alza, freno del consumo, restricción externa y subsidios desbocados, la administración del ajuste está en manos de los nuevos funcionarios. La generación del "nunca menos". Lo sabe hace rato Julio De Vido, habituado ya a acompañar a Kicillof en conferencias de prensa en las que se refuta su gestión energética. Pero Carlos Zannini parece estar asimilándolo recién ahora, después del frustrado ingreso de Marcelo Tinelli en Fútbol para Todos.

Todavía estaban discutiendo cuando alguien puso a la Presidenta al tanto, por escrito y con detalles, de la desconfianza que en La Cámpora suscita la relación de Zannini con Alejandro Burzaco, director de Torneos y Competencias, a través de Julio Grondona. "Se acabó", ordenó la jefa. La corriente que responde a Máximo Kirchner pasará entonces a manejar los contratos de televisación internacional, hasta el 30 de junio formalmente a cargo de Torneos y Competencias.

Parecía difícil que La Cámpora resignara semejante herramienta propagandística. Basta con repasar los spots de los entretiempos contra Clarín, Macri, Fibertel o De la Sota. Iniciativas que los recién llegados al fútbol pretendían corregir y que tiene ahora la unción presidencial. Pleito terminado.

Ella lo planteó el miércoles, mientras inauguraba la ampliación de Aeroparque y se maravillaba ante Kicillof y Mariano Recalde, jefe de Aerolíneas Argentinas, por el catering de la compañía. "¿Gaseosas dan, Axel? Ah, pero son un lujo ustedes. ¿Gaseosa dan, che? Bien, son un lujo. Ah, estaba Mariano, no te había visto. Así que... Uy, dos de La Cámpora en cada extremo, ¡Dios mío! Vade retro, podrán decir en cualquier momento".

Aerolíneas no tiene la exclusividad de la entrega de bebidas en el firmamento. Pero nadie le dio a la frase esa interpretación gastronómica. La política kirchnerista suele definirse con gestos banales cuya correspondencia con el mundo real resultan irrelevantes.


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