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15/03/2015 - Perfil - Nota - Sup. Domingo - Pag. 10

Candidato en el aire La gestión de Recalde en Aerolíneas

En Aerolíneas Argentinas, Franco Rinaldi revela cómo la compañía estatal incurrió en incomprensibles fallas de administración. También se detalla desde la contratación descontrolada de empleados hasta la aparición de grandes desajustes en los balances financieros. Una lectura necesaria luego de la decisión del representante de La Cámpora de convertirse en precandidato para la jefatura de Gobierno porteño por el oficialismo.

En 2 mil días de gestión pública, el Estado argentino desembolsó la nada despreciable cifra de 4 mi l mi l lones de dólares y sólo adquirió dos Boeing 737, cuyo valor de mercado ronda los 80 millones de dólares, y veinte Embraer, E-190.

El puntapié de esta corta y costosa historia reciente de la aerolínea de bandera argentina comenzó pocos días después del enfrentamiento entre el gobierno nacional y el sector agropecuario argentino. (?) Fue en ese tiempo que se temía el cierre definitivo de Aerolíneas Argentinas. Sin embargo, decisiones como estatizar o hacerse cargo directamente de la línea aérea de bandera –que por esos años ya era deficitaria– fueron tomadas, desdichadamente, sin que esto tuviera su necesaria correspondencia con un criterio mínimo de profesionalismo y eficiencia. El resultado es una dura derrota para los contribuyentes del Estado argentino y haber incrementado el riesgo y las dificultades en el futuro a mediano plazo de la compañía que hoy, y desde hace más de cuatro años, conduce el doctor Recalde y que controló económica y financieramente quien después fuera designado ministro de Economía de la Nación, Axel Kicillof, que aún hoy mantiene mucho poder de decisión.

Con el paso de los años de la llamada “gestión pública” sin poder obtener resultados positivos en materia económica y muy escasos en materia de organización de la aerolínea, creció en un sentido inversamente proporcional la capacidad de sobrevida de la línea aérea de bandera y, por tanto, de dar estabilidad laboral a sus trabajadores.

Nadie sabe esto más y mejor que sus empleados. (...) Sin excluir la posibilidad de que haya otras razones, es evidente que hubo una dificultad de la Presidenta, o un cálculo político errado, para encontrar una conducción profesional para Aerolíneas con capacidad técnica y antecedentes en la industria aerocomercial.

A ello se le sumó, trágicamente, que su gerente general, Mariano Recalde, jamás expresó una autocrítica que implicara un redireccionamiento de la compañía, o que lo motivara a tomar otras decisiones consecuentes con sus dificultades en el gerenciamiento de la compañía.

Caso contrario, esto debería haberlo llevado a abandonar su cargo oportunamente, y hace ya mucho tiempo, o a rodearse de un equipo técnico que pudiese conducir la compañía, otor- gando poder de decisión. En cambio, el flamante abogado Recalde puso en un área de notable sensibilidad, como era la gerencia económica, al doctor Kicillof, cuyos antecedentes en la industria aerocomercial eran tan escasos como los del presidente de la compañía.

Tanto es así que en uno de los pocos reportajes que concedió el funcionario de Aerolíneas, a fines de 2011, en el programa del periodista Gerardo Rozín, para el canal C5N, afirmó: “La empresa facturaba mil millones de dólares, debía mil millones de dólares y perdía mil millones de dólares, en 2008”. Es prácticamente un caso único en la historia que una compañía tuviera exactamente el mismo monto de deuda, facturación y pérdida. Aunque instantes después aclaró, “bueno, en realidad la pérdida es de 940 millones, pero redondeando, mil millones”. El hombre a cargo de las finanzas de Aerolíneas Argentinas le da a Rozín un dato escalofriante: “La empresa, cuando la toma el Estado argentino, estaba técnicamente quebrada”. (?) La gestión pública de Aerolíneas ha sido infalible en este sentido. Todos los años, en más de 2 mil días de gestión, necesitó más dinero que el presupuestado.

El rescate económico-financiero de la compañía creó un círculo vicioso del cual no puede, no sabe o no desea salir.

Resolver estos problemas llevará años y requiere personas con experiencia, capacidad técnica y pasión por un trabajo que posiblemente demande una disponibilidad horaria comparala ble con la de un ministro. (?) En cualquier caso, ser gerente general (CEO) de una aerolínea seguramente exige un largo período sin vacaciones y una disposición full-time.

Mucho más en el caso de Aerolíneas Argentinas, que cuando pasó a ser controlada por el Estado estaba en una situación muy complicada, como el propio tándem Recalde-Kicillof se encargó de señalar muchas veces. Sin embargo, antes de cumplir su primer año al frente de la compañía, Recalde consideró necesario tomarse unos días en una playa mexicana, ocurrencia que le valió un tirón de orejas del ministro de Planificación Federal, Julio De Vido.

Si además esa práctica supone irregularidades, como las denunciadas en las vacaciones a seis meses de asumir la gerencia general de Aerolíneas, naturalmente la situación es más grave.

No es un detalle, puesto que la masa laboral de la empresa percibió, con buenos argumentos y desde el comienzo, que la nueva gestión de Aerolíneas post Marsans tenía mayor amateurismo y menor apego a las normas y el control. (...) Los groseros errores de cálculo en materia de gasto y la necesidad de transferir recursos y pérdidas de la empresa crecieron en 2010. Esto hizo suponer a algunos que tal vez debía examinarse el título de economista del doctor Kicillof y seguramente también el de su equipo de trabajo.

En mayo de 2011, el doctor Recalde, junto con su subgerente general Kicillof, admitió en el Congreso de la Nación que la pérdida durante el ejercicio de ese año sería casi el doble de lo pronosticado. Ese mes, las cenizas todavía no existían sobre el sur argentino como para que estos funcionarios pudieran encontrar este justificativo a las pérdidas exorbitantes durante ese ejercicio. “Por el aumento del precio del petróleo o por el impacto que aún genera la expropiación, lo cierto es que para 2011 el déficit de Aerolíneas Argentinas será muy superior al pronosticado. Según los cálculos, Aerolíneas registraría pérdidas por 200 millones de dólares este año. (...) En la línea de tiempo de la gestión pública de Aerolíneas, se pudo observar un patrón de conducta consistente: su conducción intenta siempre difundir noticias que den la sensación de una compañía próspera y encaminada al éxito, pero cuando estas buenas nuevas son contrastadas con una serie de datos que desmienten esa prosperidad, y más bien describen un gerenciamiento con evidentes malos resultados, sus funcionarios se recluyen en que estos datos no pueden ser evaluados sin la perspectiva de que “en verdad estamos discutiendo un modelo de país”. El sistema de argumentación entonces es: cambiar los criterios de evaluación de acuerdo con los datos que se tengan en cuenta.

Aerolíneas Argentinas (AR) estaba en una situación de quiebra de hecho.

Su déficit era creciente, su principal competidor local, LAN, que había comenzado a operar en la Argentina de la mano del ex presidente Néstor Kirchner tras la caída de Southern Winds (SW), la que inició su debacle irremediable cuando las autoridades de Madrid, España, detectaron que en un Boeing 767 de SW se transportaban sesenta kilos de cocaína. (?) Así, en 2008, en el momento del anuncio presidencial de Cristina Kirchner, AR y Austral (AU) tenían muy pocos aviones operativos y registraban tantas dificultades, demoras, cancelaciones y falta de servicio a bordo que Aerolíneas alcanzó su nivel más bajo de preferencia entre los pasajeros desde su privatización en 1991: según fuentes de la empresa, treinta de cada cien pasajeros, siempre en destinos donde al menos llegaran dos aerolíneas. Este promedio empeoraría durante la administración de Recalde, cuando en 2010 bajó a 18 pasajeros de cada 100.

La situación en la que el Estado se hizo cargo del grupo Aerolíneas era tan mala que con muy poco se podía pretender que se había hecho mucho.

La situación patrimonial de la compañía era muy negativa y sus números tan complicados que se constituía en su mejor ventaja para su futuro inmediato.

(...) Aprovechando los beneficios de su capacidad para imponer agenda, el gobierno argentino además consiguió instalar con éxito la idea de que la situación de Aerolíneas era mucho peor que la que reflejaban los balances. O todavía más: si la imagen de devastación de la aerolínea de bandera se correspondía con los hechos en junio de 2008, tendríamos serias dificultades para encontrar calificativos adecuados para la situación actual de la compañía.

En cualquier caso, la administración estatal tenía muy buenas chances de parecer mucho con poco.

mano derecha. El 10 de marzo, en Ezeiza, la Presidenta acompañó al abogado Recalde en la presentación de un nuevo avión. También participaron el gobernador Daniel Scioli y los ministros Florencio Randazzo y Axel Kicillof.

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