El Airbus de la compañía Metrojet se estrelló en el Sinaí con 224 personas a bordo; el grupo extremista Estado Islámico advirtió que derribó la nave pero las autoridades hablaron de un accidente
Los restos del avión ruso en el norte del Sinaí.Foto:EFE
Familiares de las víctimas en el aeropuerto de San Petersburgo.Foto:AP/Dmitry Lovetsky
EL CAIRO.- El desierto egipcio se convirtió ayer en el destino final de las 224 personas que viajaban a bordo del Airbus A321 de la aerolínea rusa Metrojet, que se estrelló poco después de despegar de un lujoso balneario sobre el mar Rojo y cuyas causas son por el momento objeto de controversia, desde un desperfecto técnico a un atentado terrorista.
El avión había despegado al amanecer de la localidad egipcia de Sharm el-Sheik con dirección a San Petersburgo, con 217 pasajeros a bordo, todos rusos menos tres ucranianos, y siete miembros de la tripulación. La información inmediata era que no había sobrevivientes de la catástrofe que dejó los cuerpos de las víctimas desperdigados en un radio de cinco kilómetros.
Los restos del aparato fueron encontrados en Al-Hasana, una zona montañosa de la provincia de Sinaí del Norte, y horas después se encontró la caja negra, que les dará a los expertos las claves del siniestro.
Los equipos de rescate debieron caminar más de cuatro horas para llegar al sitio, de donde comenzaron a trasladar los cuerpos a El Cairo.
"Una escena trágica. Muchos muertos en el suelo y muchos que murieron atrapados en sus asientos", declaró un funcionario de seguridad bajo anonimato. "El avión se partió en dos, una parte pequeña de la cola se incendió y una parte más grande se estrelló en una roca. Hemos sacado al menos 100 cuerpos y el resto todavía están adentro".
Los familiares de las víctimas se agolpaban en el aeropuerto Pulkovo, de San Petersburgo, para obtener noticias en un clima de escasa información y creciente desesperanza.
El Ministerio de Aviación Civil de Egipto desmintió una versión inicial sobre un presunto pedido por radio de aterrizaje de emergencia de parte del piloto de la aeronave. "No se recibió ningún pedido de auxilio", sentenció. Según Sergei Izvolsky, de la Agencia de Aviación rusa, "la tripulación se debía contactar con Chipre pero no lo hizo y el avión desapareció de las pantallas de radar".
Entre el dolor de los familiares y las declaraciones de las autoridades, a la vez que se intentaba reconstruir las circunstancias del incidente, la confusión de las primeras horas se enmarañó todavía más con un comunicado del grupo jihadista de Estado Islámico, que se atribuyó la catástrofe con aires de celebración.
"Los soldados del califato lograron abatir un avión ruso en la provincia del Sinaí que transportaba a más de 220 cruzados, y todos murieron", afirmó la rama egipcia de Estado Islámico, Wilayat Sina, en un comunicado difundido en sus cuentas de la red social Twitter.
"Que sepan los rusos y sus aliados que no hay seguridad para ellos en la tierra de los musulmanes ni en sus espacios aéreos. Mueren decenas de personas en el territorio de Shams [Medio Oriente] por los bombardeos de sus aviones y, al igual que matan, serán matados", agregó en relación con los ataques aéreos de las fuerzas rusas contra los grupos rebeldes en Siria, incluido Estado Islámico.
Hasta ahora, los milicianos no derribaron aviones comerciales ni de combate, probablemente por falta de la tecnología adecuada. Si bien cuentan con lanzamisiles capaces de derribar helicópteros, cosa que han hecho, su alcance no sería suficiente para los 9000 metros a los que volaba el Airbus de Metrojet. Expertos militares consultados ayer no excluyeron sin embargo la posibilidad de que hubiera una bomba a bordo de la nave o que el avión fuera alcanzado por un cohete tras perder altura por un fallo técnico.
Pero rusos y egipcios se esforzaron por desmentir la proclama terrorista, tratando de aventar los fantasmas de que las milicias islamistas, que campean a sus anchas entre las dunas del Sinaí, lograran derribar un objetivo tan preciado como un avión de pasajeros y que sobrevolaba sus posiciones a una altura al parecer inaccesible.
"Los expertos afirman que técnicamente no se puede derribar un avión que vuela a esa altura, y es la caja negra la que determinará la causa", declaró el primer ministro egipcio, Sherif Ismail. Desde Moscú, el ministro de Transportes ruso, Maxim Sokolov, dijo que la información sobre un eventual misil "no puede considerarse verídica".
Sin saber a quién creer, las aerolíneas Lufthansa y Air France fueron a lo seguro y suspendieron sus vuelos en la zona. Al menos hasta que se descarte que la versión del atentado no haya sido más que una bravuconada de Estado Islámico, en un intento de llevar agua para su molino de batacazos a los infieles.
La catástrofe podría suponer un fuerte golpe para el sector turístico de Egipto, de importancia crucial para su economía y ya víctima de la inestabilidad. Muchos turistas occidentales evitan el país desde los vaivenes que siguieron a la "primavera árabe", por lo que los turistas rusos, más de tres millones al año, son de vital importancia. En los últimos dos años, hubo varias tragedias aéreas 08.03.2014 El mayor misterio
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