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10/02/2012 La Política On Line - Cable

Por qué Moyano piensa en alejarse de la CGT

"Los terceros mandatos nunca fueron buenos", sugirió Hugo Moyano en una de sus últimas entrevistas televisivas, dando entender que tal vez no sea la mejor opción buscar en junio su segunda reelección al frente de la Confederación General del Trabajo (CGT).

Según algunos sindicalistas que todavía hablan con el camionero, la advertencia fue, en realidad, una muestra de debilidad: a la fecha, Moyano no encuentra los votos que le garanticen una continuidad al frente de la central obrera y, en ese caso, no tiene otra opción que planear una salida elegante.

Ya desde antes de las elecciones, cuando la relación con el Gobierno nacional continuaba planchada, Moyano llamó a los pocos gremios que lo frecuentaban para hablar de su futuro. Además de su ausencia de poder en el PJ, de donde finalmente se corrió, lo aquejaba la falta de aliados en la CGT que dificultan su continuidad.

La elección del consejo directivo de la central obrera no admite muchas martingalas que no incluyan a los gremios más poderosos. Vota una cantidad de congresales proporcional al número de afiliados que cada gremio haya demostrado cuando se llame a la elección.

La única picardía posible, explican los entendidos, es impedir el ingreso de gremios que no haya cumplido con el pago de la cuota a la Confederación, destrato que suelen recibir algunos sindicatos chicos.

Para ser reelecto, en 2008 Moyano necesitó la ayuda de los gordos (gremios de servicios) y la UOM, que puso como adjunto a Juan Belén, de Avellaneda.

Esas alianzas están rotas. "Belén no tuvo ni una oficina. Moyano se equivocó en no darle lugar a nadie, sólo se preocupó por su gremio. Hizo todo lo posible para juntar enemigos", relató a LPO un dirigente de la UOM.

En su afán de tener un gremio "industrial" al frente de la CGT, el Gobierno aprovechó la bronca de los metalúrgicos y se acercó a Antonio Caló, jefe de los metalúrgicos, que suena para ser el próximo secretario general.

Si bien el martes dejó claro que no descartaba dar ese paso, aclaró a sus pares que no lo hará si eso le dificulta conservar el control de su gremio.

Una muestra de la caída de Moyano es que vio desvanecerse cada una de las agrupaciones que ideó para conservar su poder dentro y fuera de la CGT. La Corriente Sindical Peronista, que lanzó en 2009 quedó en el olvido, pese al intenso cronograma de actos que tuvo.

Sólo tuvo el apoyo inicial de los gremios afines como Canillitas (de Omar Plaini), Dragado y Balizamiento (Juan Carlos Schmidt), Judiciales (Julio Piumato), Sadop y Taxistas (Omar Viviani).

También participó Mario Manrique, de Smata, que ahora está liderado por Ricardo Pignarelli, leal a los deseos del Gobierno y de estrecha relación con la UOM, vínculo que nunca logró el fallecido José Rodríguez.

Viviani ya marcó su distancia la semana pasada al aclarar que prefería no enfrentarse al Gobierno. Su declaración caló hondo en el moyanismo: es, también, el titular de la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte (CATT), la línea de gremios que armó Moyano para hacerse valer por fuera de la CGT, en la que pensaba incluir a colectiveros, ferroviarios, taxistas y aeronáuticos. Hoy ninguno consulta a Moyano para tomar decisiones.

El retorno del Movimiento de Trabajadores Argentinos, la línea histórica de Moyano, fue menos que una especulación. "Ni siquiera nos llamó para la aniversario de la fundación. El siempre quiso aislarlos desde que llegó a la CGT por temor a que le hagamos sombra", confió a LPO el referente de uno de los gremios de esa organización.

"Él sólo está con Plaini y Smith, a quien llama para que salga a aclarar sus posiciones y ahora, por alguna razón está guardado. Y Plaini la pasó mal en varias reuniones en las que intento defenderlo", completó la fuente.

Para tener alguna chance en la confederal, los mayoristas ponen el ojo en algunos gremios con muchos congresales sin vínculo con el Gobierno, como Uatre -Moyano suele reivindicar a Gerónimo Venegas en sus últimas apariciones- y los dos gremios de Municipales -la Federación de Oscar Roggero y la Fesimubo de Héctor García-.

Para levantar a estos últimos, Moyano instruyó el año pasado al diputado bonaerense Jorge Mancini a pelear por instalar las paritarias municipales en la provincia, pese a la oposición de Daniel Scioli.

Nadie se anima a dar por cerrada la ayuda de los gremios chicos liderados por Luis Barrionuevo, que en 2008 nunca llegaron al Congreso de Obras Sanitarias y conformaron la CGT "Azul y Blanca".

Los sindicatos que acompañaron al gastronómico, como los trabajadores del Hipódromo de La Plata, lo hicieron con el argumento de que apoyaba a los gremios chicos "como no lo hacía Moyano". Poco ocurrió en estos años para que cambien ese diagnóstico.

La posibilidad de armar un partido político no termina de cerrar en Moyano, quien teme el "síndrome Ubaldini", como llaman en la CGT a cada proyecto político que naufraga, en recuerdo de aquella fallida candidatura a gobernador del histórico cervecero.

Para evitarlo, su estrategia apunta a un acercamiento cada vez mayor con Pablo Michelli, jefe de la CTA opositora, con chances de crecer ante la incómoda situación en la que quedó Hugo Yasky. Y desde ahí construir para 2013.

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