LA PULSEADA POR LOS SUELDOS Y SU IMPACTO EN LAS CUENTAS PROVINCIALES.
Por Eduardo Aulicino
Lejos del almanaque del común de la gente, buena parte de la política doméstica del oficialismo gira alrededor de jugadas e hipótesis relacionadas con el 2015. Claro que hay varios capítulos previos. Algunos de ellos: las elecciones de 2013, la renovación de autoridades del PJ, a fines de este año, y la disputa por la conducción de la CGT, que debe dirimirse antes de julio. Pero hay otras pruebas, más cercanas en el tiempo y seguramente en el interés social, entre las cuales sobresalen las negociaciones por la paritarias docentes, otra vez dejadas para último momento, otra vez proyectando nubarrones sobre el arranque de las clases. El tema no escapa a las internas: la discusión salarial se proyecta como un nuevo test para la difícil relación entre Olivos y Daniel Scioli.
Una cuestión política, y de plata .
El desarrollo de estas negociaciones es central para el gobierno bonaerense. Más de la mitad de los números presupuestarios de la Provincia corresponde a los docentes, pero en rigor la definición de la escala salarial para el sector está doblemente ligada al ámbito nacional: la paritaria en ese nivel define la cifra alrededor de la cual giran luego los acuerdos –o desacuerdos– locales, y el financiamiento de los aumentos también está atado, al menos en parte, al poder central.
En medio de las desconfianzas propias de las épocas de internas, en La Plata siguen de cerca las conversaciones abiertas a fines de la semana pasada en el nivel nacional. En la delegación de docentes, pesan sobre todo dirigentes de la franja de la CTA cercana al Gobierno. En ese sector se destaca Roberto Baradel, jefe de uno de los principales sindicatos bonaerenses, que luego deberá sentarse a la mesa con los funcionarios de Scioli, fuera del ministerio nacional. Ese es el ámbito donde se hablará de plata en concreto, no ya de cifras referenciales. Los tiempos pesarán para todos, sin dudas: en apenas quince días deben comenzar las clases.
El año pasado, desde el ministerio a cargo de Alberto Sileoni se había asegurado, con sensatez, que la convocatoria a la paritaria nacional estaría bien despegada del arranque de las clases, para evitar que las tensiones puedan terminar postergando, como otras veces, la vuelta a las aulas.
Pero no fue así. Los reclamos oscilan alrededor del 30 por ciento de aumento salarial. Y aún resolviendo el tema con rapidez en los próximos días, la discusión en la Provincia quedará muy apretada de tiempos . En ese contexto, en La Plata no descartan un conflicto.
La sensación es que una vez fijada la pauta global –que importa como cifra, porque en realidad el ámbito nacional carece de docentes–, la presión se trasladará a las provincias. Y allí, en el caso bonaerense, podrá verificarse una primera prueba: con qué grado de flexibilidad o dureza se mueve Suteba, el gremio que conduce Baradel.
Por supuesto que ese no es el límite del territorio de suspicacias disparadas por la tensión entre el kirchnerismo y Scioli. La prueba mayor está asociada al manejo de fondos. Está claro que sin asistencia financiera del poder central, los distritos están complicados, cuando no sin chances, para enfrentar incrementos de salarios docentes como los que se empiezan a discutir.
Scioli ha dado este verano algunas señales de cierta autonomía que disgustan al verticalismo kirchnerista : aquella foto futbolera con Mauricio Macri, el reciente encuentro con Hugo Moyano. Del otro lado, la disputa es en continuado: se suceden los movimientos del vicegobernador Gabriel Mariotto y de cuanto ministro tiene algún grado de relación territorial en la interna del PJ. Son jugadas políticas. Pero en el caso docente, se trata de plata. Hasta ahora, dicen cerca del gobernador, nunca se llegó al extremo del ahogo financiero. ¿Respeto a ciertas reglas de juego? Cualquiera sabe que un conflicto grave en Buenos Aires puede tener efecto y costos nacionales.
