El Gobierno aseguró que atenderá el reclamo de los controladores aéreos. Dicen que durante el fin de semana largo no habrá demoras.
Al cielo. Pasajeros pendientes del monitor, ayer en Aeroparque. LUCIA MERLE
Con más resignación que bronca y la mirada siempre atenta a los monitores (casi la única fuente de información), cientos de pasajeros debieron soportar ayer demoras y hasta algunas cancelaciones en los vuelos que operaron desde Ezeiza y Aeroparque. El problema se debió a un conflicto entre los controladores aéreos y el Gobierno, y aunque amenazó con profundizarse en el inicio del fin de semana largo por la celebración del 9 de Julio, finalmente anoche hubo un acuerdo y, aseguran, hoy no habrá inconvenientes con arribos y partidas.
Los problemas más importantes ayer se dieron en el aeropuerto me- tropolitano, donde se cancelaron 9 vuelos entre las 8 y las 15.30, según detallaron desde Aeropuertos Ar- gentina 2000. Los aviones que no despegaron tenían como destino Córdoba, Bariloche, Salta, Iguazú, Mendoza, San Juan, Tucumán y Santa Fe. En otros servicios, en tanto, hubo demoras promedio de una hora y media, aunque en algunos casos la espera se extendió hasta las tres horas (ver Testimonios). Además, se derivaron cuatro vuelos de Aeroparque a Ezeiza y otros aviones debieron ser desviados a Rosario, Córdoba y Mar del Plata. En el aeropuerto de Ezeiza, en tanto, sólo hubo demoras.
El conf licto que generó las de- moras viene de lejos. Los "torre- ros" nucleados en la Asociación del Personal Técnico Aeronáutico (APTA) se oponen a permanecer bajo el control de la Fuerza Aérea, y denuncian que varios controladores fueron desplazados desde que los militares volvieron a tener el control del área, en noviembre de 2011. "Esto no es una medida de fuerza ni un paro. Trabajamos de acuerdo a nuestras capacidades", dijo ayer al mediodía uno de los delegados al canal TN. Aseguran que en están trabajando 28 personas cuando deberían hacerlo 60.
"Estamos sin la cantidad correcta de personal en cada turno y con herramientas que no son de última generación", agregó el delegado.
La demora se debió a que los con- troladores estiraron los slot, que es el tiempo que tiene asignado una aeronave para aterrizar o despe- gar. La medida, dijeron, no fue parte de una protesta sino que se debió a la falta de personal. Para el Gobierno, en cambio, se trató de una protesta encubierta.
A una semana de las vacaciones de invierno, que en la ciudad de Buenos Aires comienzan el próximo viernes, ayer hubo inquietud en el sector aerocomercial. Incluso el miércoles hubo una reunión en la sede de la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC) en la que se les había pedido a las empresas que reprogramen sus operaciones en Aeroparque para que no haya cuellos de botella.
Pero anoche se alcanzó una so- lución. El ministro del Interior y Transporte, Florencio Randazzo, se reunió con 24 controladores aéreos en el aeroparque metropolitano. "El compromiso de ellos es no hacer otras medidas de fuerza para no afectar los vuelos y el nuestro es analizar las inquietudes que presentaron", dijo. "Están normalizados los vuelos", agregó.
"Se le planteó a Randazzo la ne- cesidad de que vuelvan a ingresar los controladores que fueron desplazados", contó a Clarín Ricardo Cirielli, secretario general de APTA. "El ministro asumió el compromiso, así que los vuelos volverán a la normalidad; una normalidad siempre dentro de lo cercano a la precariedad en las que se trabaja en el país", añadió.
Al cielo. Pasajeros pendientes del monitor, ayer en Aeroparque. LUCIA MERLE
Testimonios Victoria y Mario
"Nos nos dan ninguna seguridad"
El viaje de placer de los chaque- ños Victoria y Mario por el sur del país tuvo una escala más larga de lo esperado en Buenos Aires. "En Bariloche había nevado mucho y el hielo congeló la pista. Por eso salimos con una hora de atraso", contó ella, acomodada en el primer piso de Aeroparque, en uno de los pocos sitios disponibles para sentarse.
Allí los esperaba una demora de al menos cuatro horas para tomar el avión de regreso a Resistencia. "Nos dicen que es un problema en la torre de control, pero mucho más no sabemos". Ayer a la tarde, ambos seguían pendientes de los monitores del aeropuerto. "Es que no nos dan ninguna seguridad de que pueda partir. Incluso, se puede cancelar. A un amigo nuestro ya se lo reprogramaron para el sábado", se preocupó él. Al cierre de esta edición, su vuelo, anunciado para las 20, seguía demorado.
"Una hora en el aire antes de aterrizar"
La odisea de María Jesús co- menzó en Lima, cuando una demora en su país le impidió salir a tiempo. Partió en plena madrugada en un vuelo de LAN y antes de llegar a Ezeiza "el avión estuvo dando vueltas en el aire como una hora antes de aterrizar.
Estábamos todos muy preocupados", reconoció. Al llegar al aeropuerto internacional las explicaciones no abundaron. "Sólo nos dijeron que había un retraso y pidieron disculpas, pero nada más". En Aeroparque, penó por conseguir un lugar para sentarse a esperar su viaje final a Comodoro Rivadavia, anunciado para el filo de la medianoche. Allí la esperaban sus dos hijos, a los que no ve desde enero. "Están trabajando en una empresa pesquera. Llevo 3 meses programando este viaje. Al menos aquí, gracias a Dios, me reconocieron el vuelo que perdí en mi país. No veo la hora de llegar".
Jorge Sánchez
"No me puedo mover de acá"
Jorge Sánchez volvió ayer al país después de un mes de paseo por Estados Unidos. Al llegar a Buenos Aires, supo que su vuelo a San Miguel de Tucumán era uno de los seis que LAN debió cancelar desde Aeroparque.
"Volví con el dinero justo y no me puedo mover de acá, salvo que me acepten unos centavos de dólar que me traje de recuerdo".
Sin lugar para abordar otro avión de la misma aerolínea que partió ayer con el mismo destino, no le quedaba otra alternativa que quedarse en el aeropuerto a esperar hasta hoy a las 15 para regresar.
"Venir de un lugar donde todo funciona bien y encontrarme con esto, me da mucha pena. Este es un país maravilloso pero tiene estos problemas que te ponen mal". En Tucumán no termina su recorrido. De allí debe viajar aún a Santa María, en Catamarca, punto final de su accidentado regreso.
