Kicillof, el súper CEO. Lorenzino desmalezó su ministerio de boudouistas. Nuevo padrinazgo.
Guillermo Moreno se jacta, en la intimidad, de un mérito extraño: haber influido con argumentos ortodoxos para que Cristina de Kirchner libere fondos a Daniel Scioli para que pueda pagar, sin más demoras, el medio aguinaldo a los estatales bonaerenses.
El secretario de Comercio Interior alertó a la Presidente sobre un potencial enfriamiento del consumo si, además de congelar 1.500 millones de pesos de obras y regatear a proveedores, la provincia sacaba de la calle los 2.200 millones de pesos del SAC de mitad de año.
Terminó, de rebote, asociado a Hernán Lorenzino. El ministro de Economía, aunque fue el artífice de «revisar» las cuentas de la provincia y avisar en Olivos que los 2.800 millones que pedía Scioli estaban «inflados», en el tramo final remó para aflojar el torniquete.
Su doble participación en el episodio bonaerense revela un Lorenzino inimaginado: visible y con más juego, que decidió incluso desprenderse del padrinazgo de Amado Boudou sobre su figura, a quien le debe su designación como ministro de Economía.
Aplicó la lógica política: desmalezó Economía de funcionarios ligados estrechamente al vicepresidente. La «raz-zia» comenzó con el subsecretario de Administración y Normalización Patrimonial, Manuel Somoza, que se acopló a Boudou en los días de la ANSES.
Sobre Somoza, esposo de la titular de la Casa de la Moneda, Katya Daura, también boudouista, cayó el hachazo inicial. El jueves, frente a esa avanzada, Andrés Iturrieta, secretario Legal y Administrativo de Economía, intimó a Lorenzino.
-Si se va Somoza, nos vamos todos -amenazó.
-Entonces váyanse todos -dicen que retrucó el ministro.
Aunque Somoza, el subsecretario de Relaciones Institucionales Miguel Cuberos y Roberto Fernández Meire, subsecretario de Legales, ayer no fueron a Economía, Iturrieta igual seguiría en su cargo.
Hasta anoche, a pesar de reproches en voz baja desde su entorno, Boudou se mantuvo en silencio. La lectura más recurrente fue que la avanzada de Lorenzino no fue un antojo espontáneo sino que el ministro contó con un guiño para tomar la decisión.
Es más: se asegura que el titular de Hacienda encontró el amparo político del secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini, a quien se le atribuyen desencuentros varios con el vicepresidente.
La autonomía de Lorenzino tuvo, semanas atrás, otra expresión: fue cuando dejó ir a Gerardo Otero, que se desempeñaba como asesor suyo y pasó a integrar el staff de Florencio Randazzo en el Ministerio de Interior y Transporte.
El perfil de los reemplazos en Economía despejará otras incógnitas. Ayer se especulaba con que llegarán funcionarios de La Cámpora, aportados por el núcleo de Axel Kicillof. Hay otra versión: que Lorenzino pidió manejar el «área» legal y pondrá a su gente.
Si ocurre lo primero, sería otra medalla para Kicillof, a quien entre funcionarios K lo consideran el súper CEO, luego de que Cristina firmó el Decreto 1278, que centralizó la gerencia de los directores del Estado en las 42 empresas ex AFJP en la oficina del economista.
Diego Bossio, titular de la ANSES, se enteró con el hecho consumado y atendió de mala gana un llamado que le hizo Kicillof. «Es para ordenar», explicó el viceministro de Economía. «Hagan lo que quieran, pero háganlo ustedes» respondió.
El joven de Tandil, que antes perdió la pulseada en torno a YPF -era partidario de una salida negociada-, fue sobrepasado otra vez por Kicillof. Se habló, en estas horas, del posible cambio de nombres a partir de un dato: la mayoría de los directores fueron nombrados por Boudou y Bossio.
En adelante, los directores del Estado en empresas privadas cobrarán a través de Gobierno: las firmas deberán depositar los sueldos en una cuenta oficial y luego, según una tabla salarial propia, se les abonarán los salarios a los delegados estatales.
Dos empresas del Estado están excluidas de ese mecanismo: YPF y Aerolíneas Argentinas. Sobre esa cuestión, los que malquieren a Kicillof tejen comentarios insidiosos.
