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28/06/2012 Ambito Financiero - Nota - Economía - Pág. 2

Moyano movió aparato para acto moderado en tono y concurrencia

Hugo Moyano utilizó un tono inusualmente suave incluso para las peores críticas que le dedicó al Gobierno. Estuvieron a su lado en el palco Julio Piumato (judiciales) y Ricardo Cirielli (técnicos aeronáuticos).

El llamado de Hugo Moyano a la Plaza de Mayo tuvo ayer modesta convocatoria, alrededor de 40 mil personas, pero inusual para un gremio que presume de poder de movilización, como el tono aplacado que utilizó el camionero para sus críticas al Gobierno. Aunque cuestionó en duros términos a Cristina de Kirchner y le endilgó haber «lucrado» en Santa Cruz durante la dictadura, y advirtió que el Ejecutivo no podrá «destruir el movimiento obrero». Por momentos fue conciliador, reconoció que la situación económica «no es tan grave» y hasta evocó como ejemplo el abrazo entre Ricardo Balbín y Juan Perón.

El párrafo más duro del discurso estuvo dedicado a Cristina de Kirchner y a su difunto marido, el expresidente Néstor Kirchner: «Durante la dictadura hubo dos tipos de exilio. Algunos se fueron del país y otros se fueron al sur de la Argentina para lucrar con la 1.050», dijo en alusión a la circular que despojó de sus propiedades a quienes tenían deudas y no podían afrontarlas.

De paso, para sostener sus quejas por Ganancias, leyó el recibo de sueldo de un camionero que, según dijo, tributa hasta 2.000 pesos mensuales. Insistió en la necesidad de «nacionalizar el Banco Hipotecario» para promover planes de vivienda para los trabajadores y sostuvo que a partir de la «tendencia favorable» en el mundo por los precios de las materias primas argentinas, en el país «se tendría que haber terminado el hambre y la pobreza extrema». Aprovechó para atacar a su hasta ahora único rival en la interna de CGT, el metalúrgico Antonio Caló. Por su cercanía al Ejecutivo lo calificó de «gerendado», como dijo que se conoce a «los que son más gerentes que delegados».

La Plaza de Mayo estuvo repleta pero sólo la mitad a partir de la cual se instaló el escenario, de espaldas a la Casa Rosada. El número de asistentes estuvo muy lejos de los actos mayoritarios de los camioneros, en los estadios de Vélez en 2009 (60 mil personas) y de River en 2010 (unas 80 mil). Las banderas principales del acto fueron las exigencias por Ganancias, asignaciones familiares y fondos de las obras sociales.

Más allá del gremio de Moyano sumaron columnas los municipales de Amadeo Genta, algunos sindicatos marítimos y aeronáuticos, los bancarios de Sergio Palazzo, los judiciales de Julio Piumato y mercantiles disidentes que no responden a Armando Cavalieri. También aportó manifestantes el gastronómico Luis Barrionuevo, que sin embargo no asistió al acto. Entre las agrupaciones sociales y políticas hubo representación de Barrios de Pie, el Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST), el Partido Comunista Revolucionario (PCR) y el Partido Obrero (PO) de Jorge Altamira, quien declaró: «No somos funcionales a Moyano, en todo caso él es funcional a nosotros».

Presencias
El mayor eclecticismo estuvo en el palco desde donde habló Moyano. Además de los sindicalistas que todavía le responden en la CGT estuvieron presentes los diputados nacionales Fernando Pino Solanas (Proyecto Sur), Claudia Rucci y Carlos Brown (Peronismo Federal) y los exlegisladores Cynthia Hotton y Mario Cafiero. Junto al camionero estuvo su familia: sus hijos Pablo (del gremio de choferes), Facundo (peajistas) y Jerónimo, así como su esposa, Liliana Zulet. Entre los dirigentes participaron Venegas, Juan Carlos Schmid (dragado), Guillermo Pereyra (petroleros patagónicos), Genta, Omar Plaíni (canillitas), Palazzo, Oscar Mangone (gas), Jorge Pérez Tamayo (pilotos) y Ricardo Cirielli (técnicos aeronáuticos).

Tras el acto los colaboradores de Moyano se quejaban de algunas ausencias como las de Jorge Lobais (Asociación Obrera Textil), conspicuo portavoz del camionero en varias ocasiones, y Alberto Fantini (personal de frigoríficos), y lo atribuían a supuestas presiones de último momento por parte de funcionarios. «Muchos compañeros fueron apretados, presionados para que se alejen del Negro Moyano», dijo el camionero sobre este punto.

Al final del encuentro los organizadores respiraron aliviados. No hubo casi incidentes, a pesar de que Cristina de Kirchner había dado la orden de que la Policía Federal y las fuerzas de seguridad no participaran. La seguridad quedó a cargo de personal de Camioneros, que debió apenas intervenir en breves escaramuzas y a la hora de retirar a algún punguista. La carencia que sí se notó fue la de baños químicos. La plaza se convirtió en un urinario.

Moyano se reunirá hoy con sus leales en el camping del sindicato de los plásticos, en Camino de Cintura, donde analizará los pasos a seguir. El próximo mojón del camionero será el 12 de julio, fecha en que está previsto el Congreso de renovación de autoridades de la CGT. Si bien se cree que el Gobierno suspenderá la convocatoria sobre la base de una impugnación presentada por la oposición a Moyano, el camionero prometió seguir adelante. Y le avisó a la jefa de Estado: «Cristina va a seguir. Y como yo pienso renovar el mandato...».

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