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01/03/2012 El Cronista Comercial

Más solo que nunca, Moyano amenaza “lucha”

Por: Mariano Martín
Moyano lanzó advertencias al Gobierno. Estuvo junto al abogado Héctor Recalde y los dirigentes Sergio Palazzo (bancarios) y Guillermo Pereyra (petroleros).

La vuelta a escena de Hugo Moyano estuvo signada por duras críticas al Gobierno, la advertencia de un posible plan de lucha en caso de no haber respuestas para las demandas sindicales, y una notoria ausencia de dirigentes de peso junto al camionero. «Que no me den las respuestas a mí, que se las den a los trabajadores. Y si no se las pueden dar, que lo digan, vamos a saber qué hacer», advirtió el líder de la CGT. Moyano se refirió así a los reclamos pendientes por el Impuesto a las Ganancias, la suba de las asignaciones familiares y la distribución de fondos para las obras sociales.

Una semana después de la convocatoria original, suspendida por la tragedia de Once, Moyano encabezó un acto en conmemoración del 65 aniversario de la declaración de los derechos del trabajador, concretada durante el Gobierno de Juan Perón. El encuentro, desarrollado en el Salón Felipe Vallese, de la sede de la central obrera, estuvo acotado al círculo más íntimo del camionero y contó con el apoyo de cientos de trabajadores del sector, así como de afiliados a la Juventud Sindical, que preside su hijo Facundo Moyano.

Junto al líder de la CGT y a su hijo estuvo un puñado de dirigentes sindicales: entre los de mayor peso estratégico participaron Guillermo Pereyra, de los petroleros patagónicos; Jorge Pérez Tamayo, jefe del gremio de pilotos aeronáuticos; y el nuevo número uno de la Asociación Bancaria, Sergio Palazzo. También asistieron el judicial Julio Piumato, Juan Carlos Schmid (Dragado y Balizamiento), el historiador Norberto Galasso y el abogado laboralista y diputado nacional Héctor Recalde.

Fue notoria la ausencia de algunos de los colaboradores más cercanos a Moyano, como el taxista Omar Viviani, el canillita y diputado Omar Plaini o el municipal porteño Amadeo Genta. Más previsible, en cambio, fue que no hubiera representación de gremios como el metalúrgico, el de mecánicos, el de la construcción o los estatales de UPCN, que cuestionan el liderazgo del camionero.

El discurso mantuvo la línea inaugurada el 15 de diciembre pasado en el acto que Moyano encabezó en el estadio de Huracán. E incluyó una advertencia concreta al Gobierno: «Tendremos que usar todos los medios legales y de lucha que tenemos los trabajadores», planteó en caso de no obtener una respuesta a los reclamos pendientes. Agregó: «No vamos a renunciar a ser la custodia de los derechos de los trabajadores. Nadie se puede sentir ofendido por eso».

Además, sostuvo que estuvo preso en dos ocasiones durante la última dictadura y avisó: «No me asustan esas cosas. Con el único que me doblego es ante Dios». Ayer mismo, en Tribunales se reactivaba el trámite de un exhorto enviado por la Justicia de Suiza con pedidos de informes respecto de Moyano y su familia, en relación con la empresa de recolección de residuos Covelia.

A sus detractores en la CGT les dedicó una frase: «Hay compañeros que están asustados porque les gusta el calor del poder. A mí me gusta el calor de los trabajadores». Con esa referencia cerró el discurso, y la platea de camioneros estalló de inmediato con una consigna que parecía preparada: «A los traidores, los vamos a matar».

Moyano estructuró su alocución sobre las demandas pendientes de respuesta. Arrancó con las paritarias, que de manera mayoritaria comenzarán este mes: «Ni piso ni techo. Eso les permitió a muchas organizaciones recuperar el poder adquisitivo. Si quieren ponerles un techo a las paritarias, para eso que firmen un decreto».

Juzgó como una «asignatura pendiente» del Gobierno el lanzamiento de un plan de viviendas para asalariados. Y se quejó de lo que entendió como un énfasis oficial en la «asistencia social» por encima de la «justicia social» predicada por el peronismo. «Me parece bien que haya asistencia, pero la gente necesita un trabajo digno. No confundamos, el peronismo nos enseñó la justicia social», dijo.

Respecto de las obras sociales, recordó que el Estado retiene un fondo que, según calculó, suma 15 mil millones de pesos. «Es dinero de los trabajadores y es legítimamente lo que nos corresponde. No entendemos las demoras, pocas veces en Gobiernos anteriores han presionado tanto a las obras sociales», disparó.

En cuanto a las asignaciones familiares, rechazó «que se discrimine a los hijos de los trabajadores» con el sistema actual, que fija bandas en los valores del beneficio y un límite en su percepción a partir de un determinado salario.

En varios tramos del acto hubo alusiones a Mariano Ferreyra, el activista del Partido Obrero asesinado en 2010 presumiblemente por una patota organizada desde el sindicato Unión Ferroviaria. Lo hicieron Piumato y Facundo Moyano, que se comprometieron a reactivar en el Congreso un proyecto de ley para limitar las tercerizaciones y las subcontrataciones (eje de la protesta que desembocó en la agresión contra Ferreyra) y también el propio camionero, que destacó la presencia en el acto de Pablo Ferreyra, hermano del militante.

Antes de Moyano hablaron Piumato, Recalde y Galasso, pero sus alocuciones fueron apagadas por el sonido de los bombos que no pararon de sonar, tanto dentro del salón como sobre la calle Azopardo. Varias veces se repitió un cántico: «Para Moyano, la reelección». En un principio, el camionero imaginó el acto de ayer como una suerte de conteo de voluntades con vistas al congreso que hará la CGT para renovar sus autoridades en julio próximo. Al menos en lo que respecta a sus pares, ayer no pareció una señal muy alentadora.


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