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06/03/2012 La Nación

Algo se ha quebrado

Evidentemente, algo se quebró en la relación entre los maestros y el Gobierno, y el reflejo de eso se verá hoy: por primera vez en los ocho años de gestión kirchnerista, los docentes agrupados en cinco gremios con representación nacional hacen un paro en todo el país por un planteo salarial.

El trámite casi rutinario de los últimos años previo al comienzo de cada ciclo lectivo, en el que las paritarias marcan un tironeo entre los sindicatos y el Ministerio de Educación, y que hasta ahora se había resuelto sin que la sangre llegara totalmente al río, con la excepción de algunas provincias, esta vez se truncó y terminó de la peor manera. Paros docentes no han faltado en los últimos años, pero el de hoy, por el alcance y el mensaje que lleva implícito, tiene un carácter especial.
Claro, en este desenlace mucho han tenido que ver las cifras, los gestos y las palabras. Los docentes se mantuvieron inflexibles en su demanda de 3000 pesos para el salario inicial, contra los 2800 ofrecidos por la cartera educativa. El ministro de Educación de la Nación, Alberto Sileoni, justificó entonces la postura oficial al cuestionar a los gremios por no tener en cuenta la marcha "de la economía global", marcada por ajustes en muchos de los países más desarrollados, y por olvidar, según recordó, los ocho años de crecimiento del sueldo docente en valores constantes.
Pero claro, luego llegó un gesto, ajeno a los sectores en disputa, pero que metió la cola en la discusión: las autoridades legislativas dispusieron un aumento del ciento por ciento en las dietas de los legisladores, lo que enfureció a los docentes. Fue la secretaria general de Ctera, Stella Maldonado, la que transmitió ese malestar. Definió el aval del Gobierno a esa actitud como "absolutamente incomprensible", cuando al mismo tiempo rechazaba el aumento requerido por los maestros. Cabe recordar que la oferta de mejora para ellos rondaba el 20% respecto de 2011. Aquel incremento sustancioso y parcial de los legisladores ocurrió acaso en el momento más inoportuno y le dio munición al sector gremial.
Y luego, aunque algunos consideren que las cartas ya estaban echadas, vinieron las palabras. En este caso, las pronunciadas por la Presidenta en su discurso de apertura de las sesiones ordinarias del Congreso. Allí formuló una enérgica defensa de la política salarial mantenida por el Gobierno desde 2003 con el gremio docente y la inversión en educación, del 6,47% del PBI, y cuestionó a los maestros, a quienes consideró "atrapados en una lógica que era la lógica de otro país", la de la "Carpa Blanca y la lógica de los descuentos de salarios". No obstante, la frase que más repercutió en el ámbito docente fue aquella en la que Cristina Kirchner, tras señalar aquellos logros, manifestó: "No digo que sea una panacea, pero para trabajadores [los maestros] que gozan de estabilidad frente al resto, con jornadas laborales de 4 horas y 3 meses de vacaciones, ¿cómo es posible que sólo tengamos que hablar de salarios y no de los pibes sin clases?".
La réplica no tardó en llegar. Hugo Yasky, docente, líder de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), afín al kirchnerismo, fue categórico. "Cristina apeló a la muletilla que utilizó la derecha para denostar a la profesión docente", disparó. En tanto, Ctera manifestó la sorpresa del sector "por la inexactitud y la gratuidad" de la declaración presidencial, y que en la contundencia del paro (habrá que esperar, de todas maneras, el balance que se hace hoy en ese sentido) mucho tendrá que ver el impacto que tuvo esa afirmación.
El enfrentamiento, entonces, tenía un desenlace cantado, y deja un futuro incierto, porque las paritarias nacionales fijan sólo un piso salarial, a partir del cual las provincias negocian sus cifras definitivas. Sileoni, sorprendido por la instransigencia sindical, dijo ayer que el Gobierno no se podía mover de ese piso, y alienta ahora acuerdos a nivel provincial.
A todo esto, millones de chicos quedan hoy atrapados por el conflicto. El costo final y el más grave, en definitiva, lo seguirá pagando el país, justo en el comienzo de un ciclo lectivo que había nacido con la promisoria meta de los 190 días de clases.


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