Alejandro Ramos, intendente de Granadero Baigorria, manejará el sector más cuestionado del país.
Ramos (derecha) saluda al concejal que lo reemplazará en la intendencia de Granadero Baigorria. Foto: DyN Infografía: Un sillón poderoso Quince días después de la tragedia en la estación Once que costó la vida de 51 pasajeros del ferrocarril Sarmiento y que dejó más de 700 heridos, el Gobierno tomó ayer una medida que se descontaba: desplazó al secretario de Transporte, Juan Pablo Schiavi. En su reemplazo nombró a Alejandro Ramos, actual intendente de la localidad santafecina de Granadero Baigorria, un funcionario sin ninguna experiencia conocida en el sector.
La salida de Schiavi fue presentada como una renuncia, y en el comunicado oficial fue justificada por la intervención coronaria a la que fue sometido el ex secretario siete días después de la tragedia.
La designación de Ramos resultó toda una sorpresa. Detrás de su nombramiento está la mano del ministro de Planificación Federal, Julio De Vido, quien además de comunicarle a Schiavi que se tenía que ir del Gobierno, fue el que impuso a un político de 36 años, elegido intendente con el 70% de los votos, protegido del presidente del bloque oficialista en la Cámara de Diputados, Agustín Rossi, para que se haga cargo de uno de los sectores más controvertidos y que más dinero recibe en subsidios.
"Como es de público conocimiento -dice el texto de la renuncia de Schiavi - he sido sometido a una intervención cardiovascular del tipo angioplastia transluminal con colocación de stent y otras dos angioplastias simples en lesiones de la misma arteria que requiere, por sugerencia médica, un período de recuperación y tratamiento específico de al menos 60 días. La naturaleza del cargo con que he sido honrado por usted, así como el proceso de transformación iniciado en el sector necesitan de una dedicación total y sin descanso, incompatible con mi realidad actual".
Ni siquiera una salud de hierro hubiera salvado a Schiavi. Los yerros del secretario horas después de la tragedia y el reclamo social ya habían sellado su suerte.
Fue en ministro de Planificación, Julio De Vido, el encargado de avisarle a Schiavi que debía alejarse de su cargo por decisión de la presidenta Cristina Kirchner. En la noche del martes, el ex funcionario recibió un llamado. Como su salud quedó comprometida después de la operación, aún permanecía en su domicilio. El martes había cancelado una reunión que tenía a las 15 en la Administración Nacional de Aviación Civil con los gremios aeronáuticos. Fue su última gestión oficial. Luego llegó el llamado de De Vido y sólo restó redactar la renuncia en términos más o menos elegantes. "Hoy necesito al menos sesenta días de rehabilitación médica para poder volver a estar a disposición del proyecto en el lugar que usted crea que pueda ser útil a la Nación", finalizó la carta.
Al mediodía, y tal como sucede en los anuncios más importantes que realiza el kirchnerismo, el secretario de Medios, Alfredo Scoccimarro, fue el encargado de comunicar el reemplazo.
Sillón polémico
Ramos se sentará en uno de los sillones más polémicos que ha tenido la administración kirchnerista. La falta de planificación en un área clave, el aumento exponencial de subsidios al transporte liquidados con fórmulas poco transparentes, que el año pasado superaron los 14.000 millones de pesos, y las causas judiciales que acompañaron la gestión del ex secretario Ricardo Jaime y posteriormente la de Schiavi, convirtieron a la Secretaría de Transporte en un lugar de mucha exposición.
El intendente de Granadero Baigorria tiene 36 años, es abogado y fue elegido por el 70% de los votos para conducir la ciudad hasta 2015. No menos de cinco empresarios transportistas consultados por LA NACION se mostraron sorprendidos ante el nombramiento por la falta de antecedentes del santafecino en el sector.
De Vido fue el real impulsor del nuevo funcionario nacional. Sucede que los primeros años de su gestión, cuando la Secretaría de Transporte era manejada por Ricardo Jaime, el ministro prácticamente no participaba de la gestión del área ya que Jaime tenía comunicación directa con el entonces presidente Néstor Kirchner. Posteriormente, el nombre de Schiavi fue acercado por un colaborador de De Vido, José María Olazagasti. Se pensaba que podía dotar al área de un aire nuevo y que, además, podía ser una carta importante para llegar al peronismo porteño. Schiavi asumió entonces con la ilusión de poner en marcha el Sistema Unico de Boleto Electrónico (SUBE) y, con esa plataforma, intentar llegar a una candidatura para la Jefatura del Gobierno porteño. Pero el SUBE jamás logró consolidarse y, como si fuera poco, le tocó ser el vocero de otra polémica gestión, la de Aerolíneas Argentinas. Luego de estas dos fallidas gestiones, De Vido buscaba una cara nueva que también le respondiera en la gestión.
Durante los últimos meses, la convivencia entre Schiavi y De Vido no era buena. Y fue la tragedia lo que desencadenó todo. "Nací peronista y abrace la causa nacional y popular desde los 15 años, y mas allá de algún pecado venial, he sido siempre consecuente en la idea de que la política y la militancia no son una profesión sino una forma de encarar y entender la vida. Fui convocado a este proyecto por Néstor Kirchner en el año 2005 y formo parte de su gobierno desde el 2008 cuando asumí como presidente de la ADIF [Administración de Infraestructura Ferroviaria], para empezar a cambiar la historia ferroviaria de nuestro país", resumió Schiavi.
Más allá del reemplazo del secretario, nada cambió en la estructura. Ayer, no eran pocos los transportistas que se preguntaban cuál era la razón que mantenía en el Gobierno a Antonio Luna, subsecretario de Política Ferroviaria, un hombre de extracción sindical. Pero el Gobierno decidió reemplazar a Schiavi, justo cuando la salud lo requiere y, probablemente, la Justicia también.
