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13/03/2012 La Nación

Polémico impuesto aéreo

Pese al rechazo de Estados Unidos y China, desde el 1º de enero entró en vigor un esquema impositivo contra las emisiones de gases invernadero.

A pesar del ruido producido en los últimos meses del año pasado, finalmente la Unión Europea puso en marcha el 1º de enero el esquema impositivo contra las emisiones de gases de invernadero, principalmente el anhídrido carbónico (CO2), conocido como ETS, Emission Trading Scheme, demostrando un nulo interés en negociar acuerdos con otros países.
La Corte Europea de Justicia rechazó los argumentos de que el ETS no respetaba la soberanía de países no europeos, declarando asimismo que la UE no tenía ninguna obligación respecto de acuerdos previos.
El gobierno de Barack Obama había amenazado con tomar represalias en caso de no producirse un acuerdo con las aerolíneas estadounidenses; al mismo tiempo, la asociación de aerolíneas americanas, conocida como A4A, Airlines for America, adujo que la medida europea iba a ser contraproducente respecto del desarrollo del comercio internacional, de la aviación y del cambio climático.
Pero la respuesta más fuerte llegó de China, donde la China Air Transport Association aseguró que sus asociadas de ninguna manera se avendrían a pagar el famoso impuesto.
Por su parte, Lufthansa, estimó que sus sobrecostos por el ETS rondarán los U$S 167 millones en 2012.
Otras aerolíneas, mientras tanto, se aprestan a modificar sus rutas y eventualmente a cambiar las aeronaves utilizadas en los trayectos sujetos al impuesto, para reducir la cantidad de paradas europeas.
Hace unos días se conoció un informe presentado al Parlamento de los Países Bajos por Joop Atsma, secretario de Infraestructura y Medio Ambiente, basado en un trabajo del Instituto para el Análisis de Políticas del Transporte, que indica que los perjudicados por el ETS serían la aerolínea KLM, con una reducción de ingresos de U$S39 millones anuales y una reducción de 150.000 pasajeros por año, y el aeropuerto de Schipol, con una reducción de 3,6 millones de euros en sus ingresos, y la eliminación de unos 200 puestos de trabajo. Los beneficiados serían probablemente Emirates, con un aumento de 0,7 a 2,7% de sus pasajeros; Swissair, con aumentos de 0,5 a 1,9%, y Turkish con aumentos de 0,1 a 0,6%. Si aumentara el valor del impuesto los resultados, naturalmente, serían aún peores.
Y ahora, dejemos de mirar hacia arriba y dirijamos nuestra visión paralela a la superficie, concentrándonos en los puertos; aquí no hay conflictos internacionales, hay, desde hace unos años, una colaboración silenciosa entre autoridades portuarias de distintos países, incluso de distintos continentes.
Los puertos activamente conscientes del medio ambiente tienen para solucionar problemas con el dragado, la eliminación del agua utilizada como lastre y de los desechos de los buques, la reducción de ruidos y de los excesos en la iluminación, el respeto a la vida animal, etcétera.
Junto con otras instituciones, se han estado ocupando de un mayor uso de energía renovable en los vehículos, de las mejoras en niveles de contaminación de los combustibles, etc. A la cabeza de estas acciones se encuentran algunos puertos del Mar del Norte, como Rotterdam y Amsterdam, en los Países Bajos, Amberes, en Bélgica, y Hamburgo, en Alemania, mientras que Bremen inicia en estos días su campaña. Amberes cuenta, por ejemplo, con un depósito equipado con energía solar.
¿Y de este lado del océano Atlántico? Houston, conocido como líder en el movimiento de grandes cargas destinadas a instalaciones de industrias, tiene un plan estratégico bianual que incluye mejoras en los accionamientos de vehículos, reducción de un 65% de los vehículos terrestres para 2015 y otros importantes objetivos. En los próximos meses habrá novedades casi todos los días.


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