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18/03/2012 La Nación

El salario es un puntal para el fisco

La eliminación de topes para aportes, el atraso en Ganancias, la incorporación de trabajadores al mercado laboral y la mejora de sueldos aumentan la recaudación.

Un trabajador casado y con dos hijos que gana $3320 de bolsillo -$4000 brutos- está obligado a hacer aportes personales por $680, mientras que la empresa que lo emplea debe contribuir con 1080 pesos. Es decir, el Estado se queda con $1760 de su salario, lo que representa una carga fiscal de 44 por ciento, sin contar los tributos al gremio.

Otro empleado en la misma condición familiar pero con un salario neto de $ 9702 -$12.000 brutos- deberá dejar de lado $2040, mientras su empleador aportará 3240 pesos. Pero además perderá $257 por mes, debido a la retención por el impuesto a las ganancias. En total, gracias a su trabajo, el Estado se quedará con 5537 pesos, lo que representa una carga fiscal de 46,15 por ciento.

Los aportes personales y las contribuciones patronales que pesan sobre los salarios son logros del empleo formal, ya que están destinados a cumplir con el derecho del trabajador a tener una jubilación futura, asignaciones familiares y una obra social, entre otras cosas. No obstante, los fuertes aumentos de sueldos de los últimos años -fogoneados por la inflación- y la creciente creación de empleo formal produjeron otro gran beneficiario además del trabajador: el Estado. Por caso, el ítem de seguridad social dentro de la recaudación impositiva total pasó de representar 2,6% en 2002, a 7,2% el año pasado, según datos del Estudio Bein & Asociados.
El afán de sumar a la caja a través de los salarios no quedó allí. La eliminación de los topes desde los que se contribuye a la seguridad social, y el atraso en el mínimo no imponible y las escalas del impuesto a las ganancias llevaron a que más trabajadores depositen parte de sus aumentos de sueldo en las arcas oficiales. Por otro lado, el creciente flujo de fondos que arribó a la Anses no sólo financia la moratoria jubilatoria o la Asignación Universal por Hijo que impulsó el Gobierno, sino también gastos corrientes a través de millonarias letras que el Tesoro suscribe directamente con el organismo que dirige Diego Bossio.
Como si fuera poco, la suba del costo laboral total en dólares -la remuneración bruta y las contribuciones patronales- ya superó a la registrada en los años 90, lo que desaceleró la creación de empleo y frena la baja de la informalidad. Cifras oficiales publicadas el viernes la ubican en 34,2% -un alza de cinco décimas en un año-, aunque datos privados reconocen 42% (sumando trabajadores asalariados e independientes).
Según cifras de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL), el salario promedio formal en los 90 era de 920 dólares. El de 2011 -tomando los tres primeros trimestres- ya llegaba a los 1300 dólares. Este aumento es consecuencia de la alta inflación en dólares y de un tipo de cambio administrado, que hizo que el dólar creciera poco frente a los demás precios, incluidos los salarios.
Los costos laborales no sólo estancaron la creación de empleo formal o la baja de la informalidad, sino que son muchas las pymes que se suman a una nueva tendencia: hacer que sus empleados en relación de dependencia se conviertan en monotributistas prestadores de servicios. Las contribuciones patronales se convierten entonces en un aumento de sueldo para el trabajador -que posterga los derechos de la relación de dependencia por más sueldo de bolsillo- mientras los empleadores se ahorran parte del costo laboral.

Los aportes formales
Las contribuciones patronales gravan el empleo en blanco en un 27 por ciento -las pymes pagan 23%- que se dividen en: jubilación (12,71%), asignaciones familiares (5,56%), Fondo Nacional de Empleo (1,11%), PAMI (1,62%) y Obra Social (6%). En tanto, las contribuciones personales que hacen los trabajadores representan 17% y están divididas en: jubilación (11%), PAMI (3%) y obra social (3%). A esto debe agregarse un aporte porcentual determinado -se define según cada convenio-, para financiar el sindicato de turno.
Según el director de SEL Consultores, Ernesto Kritz, en el último quinquenio la proporción del costo no salarial creció más de cuatro puntos con relación al costo laboral total y siete puntos respecto del salario neto. "La contrapartida obvia es que el salario neto redujo su participación en el costo laboral: en 2006 era 75% y ahora no llega a 71", explica.
La consultora Labour, Capital & Growth (LCG) recuerda que en 2004 se liberó el tope salarial sobre el cual se calcula el pago de contribuciones. Según Kritz, esto derivó en que el trabajador hoy "está aportando a la Anses parte de los incrementos salariales que antes iban a su bolsillo".
La economista de FIEL Nuria Susmel explica que lo que se suele denominar "impuestos al trabajo" son en realidad las contribuciones a la seguridad social. "¿Por qué los llamamos impuestos? Porque, en general, se paga más de lo que se recibe a cambio. Algunos trabajadores no perciben beneficios por los que aportan. Por ejemplo, los solteros no cobran asignaciones familiares, las que tampoco reciben los trabajadores con salarios más altos", explica.
"Las contribuciones a la seguridad social son porcentajes, con lo que el monto en pesos recaudado por el Estado depende de la evolución del salario y del número de trabajadores", dice Susmel. Según el Indec, sobre la base de datos del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA), en términos reales, el salario promedio de los trabajadores formales -públicos y privados- creció 15 por ciento entre 2001 y 2011. Además, el número de trabajadores formales creció fuertemente, 2,8 millones, en el mismo período. "Por ambos lados, la recaudación de contribuciones a la seguridad social creció", afirma.

Más pagan Ganancias
Además de las contribuciones personales y empresariales, el salario de los trabajadores está cada vez más acechado por el impuesto a las ganancias. Por el atraso del mínimo no imponible en relación con los aumentos de salarios, Ecolatina estima que en la última década un millón de trabajadores pasaron a tributar este impuesto. "La proporción pasó de 11,7% en 2002 a 20% en 2011", dice un informe de la consultora. En 2000, un trabajador en relación de dependencia, casado con dos hijos, empezaba a tributar ganancias si su salario era 2,7 veces el salario promedio de la economía. Durante el año pasado, ese trabajador empieza a pagar ganancias si ganaba 1,9 veces el salario promedio, comentan en FIEL. En el caso de un empleado soltero esos números fueron 2,2 veces el salario medio y 1,2 veces, respectivamente.
Actualmente, el piso salarial para tributar por Ganancias es de $ 5782 mensuales netos para los solteros en relación de dependencia y de $ 7998 para los casados con dos hijos.
"Es necesario una recomposición de los mínimos no imponibles un 20%" por lo menos, indica el tributarista César Litvin, que recuerda que actualmente es una atribución especial de la Presidenta.
"Pero, además, es necesario modificar las escalas, hoy muy desactualizadas, por la que cada vez más gente paga ganancias y cada vez paga más", indica el especialista. "También hay que corregir los mínimos no imponibles sobre los que tributan los autónomos, que son muy desiguales en comparación a los de los que están en relación de dependencia". Como ejemplo, Ecolatina explica que si hoy se diera un aumento de 20% sobre un salario de $ 8000, el Estado se quedaría con el 12% (del casado con dos hijos) y el 23% (soltero) de la mejora.

DICCIONARIO
APORTES
Los aportes personales representan 17% del salario de los trabajadores.

CONTRIBUCIONES
Las contribuciones patronales, que aporta la empresa, son de 27% del sueldo (23% si son pymes).

TOPES
El Gobierno eliminó los topes que tenían los aportes personales.

GANANCIAS
El mínimo no imponible y las escalas del impuesto a las ganancias están sumamente atrasados.


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