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18/03/2012 Perfil - Nota - Sup. Especial - Pág. 6

Encontrar el camino que no contamine

Casi imprescindibles en las ciudades contemporáneas: autos, aviones, barcos, trenes; afectan el medio ambiente. Las consecuencias que inciden sobre conductores y peatones.

Más de tres millones de vehículos circulan por día en la Ciudad de Buenos Aires. Mueven con ellos un sinfín de elementos tóxicos que perjudican el medio ambiente y la salud. Un promedio de 15 mil automóviles se desplazan sólo por el Microcentro porteño y además de trasladar a sus conductores, emiten monóxido de carbono, particulados, óxidos de azufre y nitrógeno, smog, entre otros contaminantes. La Organización Mundial de la Salud informó que anualmente más de 80 mil adultos mayores de 35 años mueren por causa de las emisiones de los autos.
Un dato que se potencia al agregar otro: para un recorrido de menos de 3 km las emisiones de gases tóxicos, en un vehículo, aumentan hasta un 60 % que para recorridos de más de 20 km. Todo esto se vincula a la responsabilidad civil, cuando consideramos que casi el 70% de los autos que recorren el centro de la ciudad son manejados por una sola persona.
Dolores de cabeza, irritaciones en los ojos y enfermedades respiratorias y cardíacas son algunas de las consecuencias que puede causar la contaminación ambiental en nuestra salud.
Sin ir más lejos, uno de los motivos de trastornos respiratorios más comunes, además del tabaquismo, es la inhalación de los gases tóxicos. No solamente este tipo de contaminación se hace presente a la hora de hablar del incremento de la circulación de vehículos. La contaminación sonora es uno de los temas más complejos para la Ciudad de Buenos Aires.
Un problema que también padecen los conductores: los niveles de monóxido de carbono y benceno, dentro del vehículo, son entre dos y cinco veces más altos que en la calle. Hasta las plantas se ven perjudicadas con este fenómeno que disminuye la capacidad de fotosíntesis.
Los medios de transporte pasan a ser parte esencial de la agenda ecológica.
Al aumentar el tráfico -que no sólo es de autos, sino también incluye aviones, medios de navegación, y en menor medida a trenes- aumenta el riesgo contaminante. Un ejemplo: si bien sólo el 3% de la contaminación ambiental puede adjudicarse a la industria aeronáutica, este porcentaje crece exponencialmente.
De 1994 a hoy aumentó en un 85%. La Asociación Internacional del Transporte Aéreo (AITA) seleccionó seis aerolíneas que tienen como objetivo desarrollar políticas y normativas en materia ambiental, aviones eficientes y construcciones sustentables. Una de ellas es South African Airways (SAA) que se comprometió a realizar un proceso de análisis y planificación en el lapso de dos años para regular el impacto ambiental, ya que el transporte aeronáutico genera más del 12 por ciento de las emisiones de carbono a nivel global. "No sólo estamos trabajando en lo que se refiere a carburantes, hay otros aspectos que son igual de importantes", afirmó el gerente general de SAA, Diego Disabato. La empresa también se encargará de reciclar papeles y plásticos, utilizados durante los vuelos, y además comenzó a capacitar a sus empleados.
En cuanto a la industria naval, el cuadro de situación es comparable: más del 3% de las emisiones globales de dióxido de carbono pueden relacionarse con este tipo de transporte. Si fuera un país, sería el sexto mayor contaminante del planeta. Dato que se enfatiza y que invita a pensar soluciones, dado que el 90% del comercio mundial se hace a través de barcos. Desde países como Estados Unidos o Australia ya se plantea el tema de la necesidad de buscar alternativas, sobre todo en materia de combustible.


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