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25/03/2012 La Nación - Nota - Economía & Negocios - Pág. 3

Sintonía fina con los guantes de box

En los ratos libres, Alejandro Granados, intendente de Ezeiza, se dedica a sus emprendimientos de Ciudad Evita. Entre ellos, el estupendo restaurante El Mangrullo, un hotel de la cadena Holiday Inn ubicado en la calle Güemes 4718 y, menos conocida aún, una estación de servicio Shell, sobre la colectora de la autopista Riccheri.
Con los surtidores se las rebusca bien. Además de expender al público, suele ser proveedor de organismos estatales. El 27 de mayo de 2008, por ejemplo, según consta en el Boletín Oficial, le vendió gasoil por 140.400 pesos a la sede Ezeiza de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA). También, en concepto de "adquisición de combustibles y lubricantes", al Instituto de Formación de la Fuerza Aérea (4198,44 pesos el 30 de julio de 2008 y 10.063 pesos el 18 de marzo de 2009). Con la Gendarmería estuvo igual de cumplidor: 9820 pesos entre el 6 y el 18 de mayo de 2009.
Hombre comprometido con el proyecto de Cristina Kirchner, la política le reservó este año una ironía de índole familiar. Por la ubicación en que está, su estación de servicio -que opera con la razón social Alvesta SA en el km 20,5 de la colectora- quedó como testigo de los precios del combustible que Shell le vende a Aerolíneas Argentinas. Así lo dispone la resolución 17 de la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia: por una denuncia de la línea aérea, el organismo obliga desde febrero a todas las petroleras a suministrarles el JP1 a los aviones a un precio no mayor a un 2,7% de lo que cuesta la nafta súper de la misma marca en la estación más cercana al aeropuerto. Regulaciones de Guillermo Moreno, el funcionario que controla Defensa de la Competencia.
Sin embargo, seguramente sin saberlo, el secretario ha puesto a Granados frente a un dilema. ¿Podría subir sus precios, que hoy tiene ya 30% más caros que los que cobra la misma marca en Capital Federal, sin contribuir al déficit de Aerolíneas? ¿Y qué diría al respecto su hijo Alejandro, jefe de la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC) y funcionario de inmejorable trato con Julio De Vido y Mariano Recalde, presidente de Aerolíneas?
Visto con optimismo, el enredo podría ser interpretado como modelo de progresismo empresarial. Nunca, en la Argentina, una estación de servicio habrá tenido tanto poder sobre una de las cinco petroleras privadas más grandes del mundo. Pero puede advertirse también una encerrona de carácter estructural. Cada vez que Moreno autorice aumentos en surtidores para cualquiera de estas pymes estará subiendo los costos de Aerolíneas. A menos que les pida a Granados y sus pares un gesto de buena voluntad.
Aunque la medida ya fue apelada por YPF y por Shell, nada indica que vaya a ser revisada. Las objeciones al rumbo energético son demasiadas para agregarle nuevas. La más reciente es la suspensión del programa Petróleo Plus. En febrero, en el fragor de la pelea por los precios del gasoil que se le vende al transporte, De Vido dejó provisionalmente sin efecto ese plan, que otorgaba exenciones impositivas a las empresas que hubieran subido la inversión en los yacimientos. "Permitirá al Estado nacional ahorrar 2000 millones de pesos por año", explicaba entonces un comunicado el Ministerio de Planificación. Pero la medida forzó un efecto no deseado. Por las retenciones y las regalías, compañías que hasta enero venían recibiendo en sus exportaciones 65 dólares por un barril que en el mundo cuesta más de 100 empezaron a obtener entre 28 y 30 dólares, exactamente lo mismo que lo que ganaban, en el mercado interno, quienes no habían hecho desembolsos. Se igualó así a unas con otras y, peor aún, se menoscabó uno de los pocos negocios rentables de la exploración.
Es la última tribulación de Carlos Bulgheroni. Si todo sigue como está, Pan American Energy habrá perdido por esto, al cabo de este año, 480 millones de dólares. Pero el keynesiano Axel Kicillof, viceministro de Economía y uno de los pocos hombres de consulta de Cristina Kirchner, ya tomó nota. Y le encargó a Daniel Cameron, secretario de Energía, un nuevo esquema enmendador. Cameron tiene lista la resolución hace dos semanas. Prevé subir a 63 dólares el precio de corte del barril, que Moreno había fijado en 42 en 2007 con la resolución 394, una norma que los petroleros definieron siempre como letal para el sector. La llaman "nuestra 125".
Si la normativa se aprueba, será una revancha para Cameron. Era hora de sumar a un ingeniero a estos temas. Tampoco habrá sido la única vez que De Vido se desdiga. El 8 de diciembre de 2010, en una entrevista con Página 12 tras el descubrimiento del yacimiento Vaca Muerta, en Neuquén, el arquitecto había juzgado ese hallazgo como el mayor de la historia y pronosticado: "Tendremos gas para 90 años". ¿Piensa que el ingreso de capitales argentinos a YPF fue importante para una mayor inversión en exploración?, preguntó el cronista. "Creo que es muy importante -contestó-; hay un conocimiento mucho más acabado de la economía del país y se articuló la sinergia entre capital argentino y capital español; así se logró la excelencia de la empresa, como dijo la Presidenta. También es importante resaltar que Antonio Brufau, de Repsol, a partir de 2005, toma una visión de apertura, de entender los procesos de la Argentina y, por supuesto, fue él quien tomó la decisión de incorporar el capital nacional."
El Gobierno, que ahora culpa a Eskenazi, decidió también postergar los aumentos anunciados en trenes y colectivos. ¿Habrá entonces, con la energía, más correcciones a la sintonía fina? Es la novedad que está esperando Guillermo Pereyra, jefe del gremio SUPE, que será recibido el miércoles por De Vido y el ministro Hernán Lorenzino. Pereyra viene de hacer un paro contra la suspensión de Petróleo y Refino Plus.
Pero habría que convencer a Moreno. Es cierto que, últimamente, algunas de sus razones hidrocarburíferas no han sido atendidas. Días atrás, por ejemplo, la Bolsa desoyó su propuesta de suspender la cotización de YPF. Pero, como todo fue en silencio, no hubo reprimendas. Hasta ahora, la única perplejidad energética de Adelmo Gabbi, líder de esa entidad, resultó personal e intransferible: su factura domiciliaria de luz subió un 500%, de 150 a 900 pesos. Poca cosa, en el desorientado mundo empresarial.


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