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30/03/2012 La Nación

Moyano amenazó con una movilización a la Plaza de Mayo

La convocará si no hay respuesta a los reclamos de la CGT; tildó al Gobierno de soberbio.

"La paciencia se está acabando. Se están agotando los tiempos", lanzó Hugo Moyano. El salón principal de la CGT hervía. Un millar de trabajadores gritaba: "Si lo tocan a Moyano te paramos el país". La calle Azopardo era una fiesta de bombos con un millar de trabajadores. Con ese marco ideal, el líder de la CGT levantó la apuesta y amenazó al Gobierno con una gigantesca movilización a la Plaza de Mayo si no da respuesta a los reclamos sindicales.
En su discurso, aseguró que el Gobierno actúa con "soberbia", dijo que más que un modelo nacional y popular se trata de un régimen conservador y que si la presidenta Cristina Kirchner recibe a una delegación sindical está dispuesto a no concurrir personalmente a la Casa Rosada.
"No me molesta no estar presente. No me seduce estar en la Casa de Gobierno. Durante años estuvimos más cómodos en la vereda de enfrente, en la Plaza de Mayo, que es la forma de reclamar a este gobierno que desborda soberbia", lanzó, y estallaron los aplausos y el griterío.
La liturgia sindical se cumplió para homenajear a Saúl Ubaldini por su movilización a la Plaza de Mayo del 30 de marzo de 1982, cuando desafió a la dictadura. Fue horas antes de la invasión militar a las Malvinas y quedó preso. Ubaldini hijo estaba presente en primera fila, sentado cerca de Claudia Rucci, hija del asesinado líder cegetista José Ignacio Rucci. La continuidad entre los caciques gremiales la trazó Federico Sánchez, de la Juventud Sindical, cuando en su discurso completó la trilogía con Moyano, "heredero de esa lucha".
El líder de la CGT no lo defraudó: "La paciencia se está agotando. Si no hay respuesta a nuestros reclamos, la Plaza de Mayo se va a volver a cubrir con la protesta de los trabajadores. Y si no le gusta al Gobierno, que no le guste, pero no vamos a dar marcha atrás con nuestros reclamos".
La barra ardió. "Olé, olé, olé, olá a todos los traidores los vamos a matar", entonaron los militantes, y otros más gritaban: "Levantando la mano, los soldados de Moyano".
Desde el atril, el jefe sindical se solidarizó con la huelga de ayer en España. Ironizó al recordar que el presidente Mariano Rajoy se ufanó de la escasa resistencia ante sus medidas de ajuste. "Los trabajadores, si nos presionan o atropellan, reaccionaremos, como lo han hecho los trabajadores españoles", dijo.
"¿Cómo puede ser que el Gobierno no recibe a la CGT en la Casa Rosada? No entiendo. No quieren dar respuesta a los reclamos de los trabajadores", se quejó Moyano, que recordó que sus demandas son por subir el piso del mínimo no imponible en el impuesto a las ganancias, por la eliminación del tope para cobrar el salario familiar y una negociación paritaria sin techo. De hecho, insistió en que es "imposible hablar de aumentos de salarios cuando quieren imponer un piso del 18%y todo el mundo sabe que la inflación del supermercado es del 25 por ciento".
Fue duro con la presidenta Cristina Kirchner. Recordó que recibe a "cualquiera que anda dando vueltas" y no a la CGT.
"Estamos cansados. Nos estamos agotando. Se acaba nuestra paciencia. Si no nos quieren recibir, que no nos reciban, pero les digo a los compañeros: preparémonos para ejercer el legítimo derecho que tenemos como trabajadores".
"Todos los días vemos por TV a la Presidenta transmitiendo algo en un discurso, pero no lo que quiere la mayoría de la gente, que es hablar del impuesto a las ganancias, de las asignaciones familiares y de la plata de las obras sociales", desafió, y exclamó: "Todos los días nos están robando la plata de las obras sociales y no lo podemos permitir".
Moyano reclama $ 12.000 millones. Unos $10.500 millones provienen del aporte obligatorio que se les retiene a los trabajadores de sus salarios y el resto, de los reintegros de prestación de servicios que se brindan a través de la Administración de Programas Especiales. Moyano dijo que si la Casa Rosada decide ignorarlo, les da la espalda a los trabajadores. Y enfatizó que "se han dilapidado la plata de los trabajadores" porque "la justicia social es una vivienda digna, salario digno y trabajo digno". Con bombos, gritos y cánticos, los trabajadores le renovaron su compromiso de lealtad.


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