Los Gordos, que mantienen vínculos con funcionarios de CFK, quieren ayuda y un compromiso oficial. Para los K, si sacan al camionero, habrá anuncios sobre ganancias.
Dos en disputa. Moyano el viernes en un almuerzo con portuarios. Caló estuvo en San Nicolás, frente a Siderar, por su paritaria.
Tras una semana clave en la pelea por la CGT, el escenario se asemeja a un callejón sin salida: la unidad no sería posible, y los sindicalistas se preparan para una dura interna. Antonio Caló (UOM), quien suena como el único que puede pelearle a Hugo Moyano el puesto de secretario general, admitió por primera vez que irá a la guerra, aunque negociará la paz hasta último momento. De no acordar que Moyano se baje de la interna, entonces lo enfrentará.
El viernes, en el Salón de las Mujeres –donde la presidenta Cristina Fernández promulgó la ley de estatización de YPF–, funcionarios del Gobierno comentaron a algunos sindicalistas que si logran correr a Moyano, la mandataria podría anunciar modificaciones en el Impuesto a las Ganancias después del 12 de julio para respaldar a la nueva CGT.
Los antimoyanistas quieren que el Gobierno intervenga a su favor en la interna. Mañana pedirán al Ministerio de Trabajo la impugnación del Confederal, en el que Moyano fijó como fecha de la elección de la central obrera el 12 de julio. La razón es que Moyano también convocó para ese mismo 12 de julio a un congreso extraordinario para aprobar que un grupo de alrededor de veinte gremios pro-Moyano, recientemente incorporados a la CGT, obtengan el derecho excepcional a elegir autoridades. Según el estatuto, los sindicatos deben tener al menos un año de antigüedad en la CGT para poder votar.
Abaco. Moyano está abocado a sumar congresales, sean gremios nuevos o antiguos aliados. Por ejemplo, intenta retener a La Bancaria, un gremio con un importante número de votos: alrededor de cincuenta. También cree que contará con los votos de congresales de los Gordos en el interior, disgustados con la conducción nacional de sus gremios. El voto será cerrado y con urna, lo que garantiza que será secreto.
“Queremos que el Ministerio convoque a las partes y evaluemos los padrones de la CGT, a ver cuántos congresales tiene Moyano y cuántos nosotros”, confió ayer uno de los Gordos. “No vamos a poder evitar la interna porque Moyano no quiere bajarse, pero al menos vamos a evitar que nos llene el congreso de congresales truchos”, agregó.
Cuerpo a tierra. Caló tendrá un poder prestado. Sus colegas planean que la próxima CGT sea una “conducción colegiada”, y que el secretario general sólo sea el portavoz. “Es el candidato con más consenso, pero no significa que sea el elegido. Lo único que nos une es que coincidimos en que Moyano no va más”, contó uno de los “independientes” sobre la estrategia del antimoyanismo. “Todavía no decidimos que sea él”, confirmaron en otro sector.
El 15 de mayo, el frente antimoyanista tendrá una cumbre clave, en la que buscarán ensayar un precongreso, contar cuántos congresales reales tienen y dar “un paso más adelante” en la pelea por la CGT. Algunos dirigentes piensan en un documento o un pacto de compromiso del frente.
La inclinación de la balanza dependerá de los indecisos. “Esto es como una guerra: estás en una trinchera o estás en la otra, y si te ponés en el medio, te cagan a tiros”, graficó un dirigente avezado en los conflictos por el poder cegetista.
Los indecisos están integrados por distintos grupos: los otrora moyanistas que no quieren enfrentarse al Gobierno –como Omar Viviani (taxistas) y su grupo de fieles–, los que nunca fueron favorecidos por ninguno de los sectores –como La Fraternidad–, y los que juegan a dos puntas para ver qué pueden morder cuando llegue la devolución de favores.
El sector del gastronómico Luis Barrionuevo está entre los últimos. Aspira a que la nueva conducción de la CGT sea un triunvirato para repartir el poder y asegurarse un lugar. Sus colegas antimoyanistas no están de acuerdo, pero un sector del Gobierno alienta la idea del triunviro porque no ve otra salida.
