El Gobierno volvió a hacerlo. Después de una crisis que provocó la política que él mismo ha implementado, toma distancia del problema y busca a otro para acusarlo de lo que pasa. Ahora es TBA.
La situación de los trenes es responsabilidad de esta administración desde 2003. Más que suficiente para cambiar la situación. Pero el aluvión de subsidios con poco control y los negocios con los concesionarios fueron el tono. Hace apenas un año la propia Presidenta visitaba una planta de los Cirigliano con elogios a la empresa. Hasta que murieron 51 personas.
Calcado de YPF. La compra por parte de un local impulsada por el Gobierno, elogios presidenciales, miles de millones de dólares dando vueltas. Y luego el desamor, las acusaciones a los privados de ser culpables de la crisis energética. Antes fue Aerolíneas Argentinas.
Más allá de las verdaderas culpas de los empresarios, que las hay, hoy muchos se preguntan quién será el próximo a defenestrar para tapar otra crisis que estalle por imprevisión o errores. Todos miran hacia el sector eléctrico.
