En 10 meses perdió influencia y también los fondos que manejaba. El Presupuesto confirmó el nuevo reparto del poder.
De haber sido el superministro que manejaba los hilos de varias áreas clave y la mayor parte de los recursos presupuestarios , Julio De Vido pasó ahora a discutir con los intendentes la pavimentación de calles y los cordones cuentas .
Sobreviviente del primer gabinete que desembarcó con Néstor Kirchner en la Casa Rosada en mayo de 2003, el ministro de Planificación registró en los últimos diez meses un marcado recorte de poder que lo ha relegado a cumplir un papel secundario y cada vez menos relevante en el Gobierno.
El proyecto de Presupuesto 2013, que comenzó a tratarse en la última semana en el Congreso, no hizo más que confirmar en números la pérdida efectiva de poder que sufrió De Vido. Ya no estarán bajo su órbita los casi $ 100.000 millones que usarán para cubrir las restricciones energéticas, ni los $ 20.000 millones de subsidios que destinarán al área de Transporte.
En su momento de esplendor, hablar con De Vido era vital para el gobernador que buscaba llevarse una obra para su provincia. Para los empresarios, el contacto con el ministro era la llave para adjudicarse un contrato o destrabar pagos pendientes. Y para el titular de la CGT y ahora opositor, Hugo Moyano el trato directo con De Vido fue la garantía de ese pacto no escrito que durante varios años mantuvo en la misma vereda a los sindicatos y el Gobierno.
La caída en desgracia de De Vido ?que nació en Buenos Aires en 1949 y se afincó en Santa Cruz en 1976? comenzó a fines del año pasado , justo cuando Cristina Kirchner inició su segundo mandato. En diciembre de 2011, De Vido (quien desde 1988, el año que conoció a los Kirchner, se ha dedicado integramente a la vida política como funcionario y legislador) se topó con una doble ofensiva palaciega.
El primer embate lo encabezó el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, que en ese momento era el hombre fuerte del Gobierno. Le arrebató las relaciones con las empresas energéticas y las operadoras de los servicios públicos que antes estaban a cargo del subsecretario de Coordinación, Roberto Baratta, el virtual viceministro de De Vido. Moreno sólo pudo cumplir durante algunas semanas el rol de único negociador con las privatizadas porque a partir de marzo esa tarea pasó a ser monopolizada por el viceministro de Economía, Axel Kicillof .
El segundo avance sobre las posiciones de De Vido lo efectuaron Kicillof y las huestes de La Cámpora. Ocuparon los cargos clave en todos los organismos y empresas que controlaba el ministro: ENARSA, CAMMESA, YPF, Arsat, Enre, Enargas, CNC, ANAC y el Orsna.
El golpe más fuerte lo recibió en los primeros días de junio. Tras haberle ordenado que rescinda la concesión de TBA, la presidenta le quitó toda el área de Transporte y se la transfirió al titular de Interior, Florencio Randazzo.
Después de eso y ya sin juego alguno en YPF, De Vido pasó a desempeñarse como el nuevo interlocutor con los intendentes oficalistas . Con ellos diseña las obras locales de los próximos meses, mientras observa resignado como Kicillof y el timonel de la ANSeS, Diego Bossio llevan adelante el nuevo plan de viviendas y los proyectos urbanísticos que debería implementar su ministerio.
