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03/08/2013 La Nación

Nota - Política - Pag. 21

Moyano y Micheli suman respaldos para impulsar un nuevo paro nacional

Unidad sindical

Con el apoyo de sectores de la CGT oficial, protestaron en Rosario por el impuesto a las ganancias

Por Nicolás Balinotti

| LA NACION

En el ajedrez sindical, ellos dos tomaron la iniciativa. Decididos a encabezar los reclamos callejeros en contra de la aplicación del impuesto a las ganancias , Hugo Moyano y Pablo Micheli avanzan convencidos en su alianza sindical. En otra escenificación de poder, los referentes de la CGT y la CTA disidentes protestaron ayer en Rosario con el respaldo de sindicatos que están hoy alineados en el gremialismo oficialista.

La movilización de ayer por las calles de Rosario abrió un nuevo escenario: a pesar de los tiempos electorales, los gremios demostraron que están dispuestos a unirse para convocar a un nuevo paro nacional para después de las elecciones primarias. Se barajan dos fechas alternativas: fines de agosto o mediados de septiembre. El descontento mayoritario es por el tributo a los salarios, aunque también hay numerosas quejas por los límites al beneficio de las asignaciones familiares, la precarización laboral y el discrecional reparto que hace el Estado sobre los fondos de las obras sociales sindicales.

"Se abona el camino para que la protesta se extienda y preparar algo mayor, que puede ser un paro nacional. Hubo un paro de petroleros en el Sur. Ya pasó el de los camioneros y el de los portuarios, y ahora esta movilización en Rosario. Esto ya deja vislumbrar lo que puede llegar a pasar", dijo a LA NACION el moyanista Juan Carlos Schmid, que encabezó ayer la marcha como representante de la CGT con raíz en Azopardo.

Micheli guió sus palabras en la misma línea. Destacó la unidad en la acción de la CTA y de la CGT, y manifestó: "Es la antesala a un gran paro nacional".

La pasividad de la cúpula de la CGT oficialista empujó a sus bases a la calle. A la protesta de ayer se sumaron las comisiones internas de Acindar y General Motors, dos empresas donde pisan fuerte la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) y los mecánicos de Smata. El jefe de la UOM es Antonio Caló, el secretario general de la CGT alineada con la Casa Rosada. Y el líder de Smata es Ricardo Pignanelli, el dirigente gremial de mejor llegada al Gobierno y el único que logró ubicar a un hombre propio -Oscar Romero- en las listas de candidatos del kirchnerismo.

Pero estos sectores de la UOM y de Smata no fueron los únicos que respaldaron la iniciativa del gremialismo opositor. También adhirieron las cúpulas de los colectiveros de la UTA y de los maquinistas ferroviarios de la Fraternidad, cuyos referentes, Roberto Fernández y Omar Maturano, abrieron hace semanas un canal de diálogo con el moyanismo. Ambos se sumarían a la eventual convocatoria a una huelga nacional.

"Hay poca gestión de la CGT de Caló. Con el gobierno nacional hay diferencias que preocupan. No estamos en contra de la Presidenta, pero hay que escucharnos y saber hacia dónde vamos, si no nos vamos a tener que enfrentar. El Gobierno no nos escucha", dijo Fernández en Radio Cultura sobre la postura combativa que adoptó ahora la UTA. Y agregó: "No es sólo el impuesto a las ganancias. También queremos que el beneficio de las asignaciones familiares sea para todos y que nos den la plata de las obras sociales, que están cada vez más endeudadas".

Reclamos coincidentes

Tanto Moyano como sus rivales de la CGT oficialista coinciden en su lista de reclamos. Desde los dos sectores le exigen al Estado el reparto de unos $ 16.000 millones que se atesoran en el Fondo de Redistribución Social, la caja donde se acumula el aporte obligatorio que se les retiene a los trabajadores de sus salarios.

De la protesta de ayer en Rosario, además de las sorpresivas presencias de sectores oficialistas, participaron los estatales de ATE, los camioneros de Moyano, gremios docentes, bancarios, portuarios y aceiteros. Hubo dos oradores locales y el cierre quedó a cargo de Schmid y de Micheli, los representantes de las cúpulas nacionales de la CGT y la CTA opositoras.

"Los felicito porque es una demostración de unidad en medio de la diversidad. Tenemos diferencias, pero las dejamos de lado para terminar con el impuesto sobre los salarios y pelear por el salario familiar", entonó Micheli, ante unas 3000 personas que se congregaron frente a la sede de la AFIP.

Schmid, a su turno, hizo un diagnóstico poco alentador: "La economía está estancada y crecen la inflación y el desempleo". Y explicó por qué la protesta se hizo allí: "Elegimos las oficinas de la AFIP porque es el símbolo de un sistema impositivo que castiga al trabajo". Fue un primer paso hacia una medida de fuerza que amenaza con expandirse.


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