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11/08/2013 lapoliticaonline.com - cable

El contradictorio desencanto de Cristina con La Cámpora

Cristina Kirchner tiene por estos días una sensación ambigua con la cúpula de La Cámpora, la agrupación que supo en convertirse en el principal sostén de su Gobierno tras la muerte de Néstor Kirchner. Una serie de sucesos terminaron llevando a la Presidenta a experimentar cierto desencanto hacia algunos de los principales referentes camporistas, sobre todo aquellos con responsabilidades en áreas claves. El factor que terminó provocando el desencanto de Cristina se produjo en el cierre de listas, según contaron distintas fuentes de la Casa Rosada a LPO. Allí, la mandataria comprobó en persona el rechazo que provoca La Cámpora en el seno del peronismo tradicional. La presidenta choco una y otra vez con los líderes distritales a los que intentó imponerles candidatos. A diferencia de 2011, los camporistas tuvieron pocos lugares en las listas y limitados a distritos donde el PJ no tiene un poder instalado, tal es el caso de la Ciudad de Buenos Aires donde Juan Cabandié encabeza la nómina de diputados nacionales. Esto se debió a que los gobernadores e intendentes fueron terminantes en su negativa de incluirlos. Pese a que esto fue interpretado como un gesto de pragmatismo de Cristina para evitar conflictos internos en un momento complicado, en muchos casos se debió a que en las negociaciones se encontró con una férrea oposición de quienes ostentan el poder territorial. Incluso, al riesgo de terminar provocando rupturas al interior del Frente para la Victoria. Esta situación provocó la bronca de Cristina con sus protegidos, a quienes llegó a reprocharles que a pesar de poner a su disposición todo el aparato del Estado y de darles todas las oportunidades, no tuvieron capacidad de construir políticamente o sencillamente lo hicieron mal, al punto de que en el peronismo sólo cosechan rechazos. La conclusión de la mandataria es que el rechazo a los jóvenes funcionarios y legisladores no es algo solamente mediático, algo con lo que ellos se justifican. Además, observó definitivamente que tienen serios problemas para hacer política, algo muy diferente a las capacidades que se requieren para ser funcionarios. Aunque sobre este punto hay disconformismo de Cristina, que quedó muy golpeada por el fracaso de la reforma judicial, una creación de los abogados camoristas Mariano Recalde, Wado de Pedro y Julián Álvarez. El reproche hacia ellos es porque impulsaron normas que no tenían ninguna posibilidad de pasar el filtro de la Corte Suprema, al mismo tiempo que fueron desplazando a los históricos operadores del kirchnerismo en la Justicia, que eran los encargados de mantener alineados a jueces y fiscales. Esto provocó un desbande que se manifiesta en cada vez más funcionarios con causas en Tribunales y un grupo de magistrados dispuestos a ir a fondo contra ellos. Otros factores de desencanto son las graves denuncias contra Recalde y Gustavo Lipovich, presidente del Organismo Regulador del Sistema Nacional de Aeropuertos (Orsna). Estos casos vinieron a barrer con la idea que los funcionarios camporistas estaban limpios en casos de corrupción. Por otro lado, Cristina está muy molesta con Axel Kicillof por el fracaso en la política energética. Según las estimaciones, las importaciones de energía le costarán al Gobierno entre 13 mil y 14 mil millones de dólares en 2013, convirtiéndose en el principal causante de los desequilibrios financieros. En este punto las fuentes marcan una contradicción respecto al desencanto de Cristina. Más allá de que consideran que hay indicios más que suficientes para confirmar ese disgusto, sostienen que esto no le cierra las puertas a que la mandataria siga dándoles lugares de privilegio en el Gabinete. Incluso, se dice que los camporistas aspiran a quedarse con los ministerios de Agricultura y Salud, los dos que quedarán vacantes en diciembre cuando Norberto Yauhar y Juan Manzur asuman sus bancas en la Cámara de Diputados. Es muy posible que aún cuando no puedan colocar a ministros, ocupen lugares muy destacados. Otro dato puntual que grafica esta situación de desencanto es que la cúpula camporista no tuvo una actuación relevante en la campaña para las primarias. Salvo el caso de Cabandié en la Ciudad, al resto de los dirigentes se los vio poco y nada, sobre todo en la Provincia de Buenos Aires. De hecho, ninguno de ellos participó en la reunión que el peronismo realizó en El Mangrullo para apoyar la candidatura de Martín Insaurralde, algo que fue muy comentado entre los popes del justicialismo bonaerense.


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