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Es necesario que los organismos de control mantengan la máxima exigenda para que no se produzcan incidentes en la aeronavegación y se garantice la seguridad de
Recientes incidentes que protagonizaron aeronaves de nuestro país, en nuestro territorio y en el exterior, motivan preocupación por la seguridad en los vuelos. La aeronavegación es una de las resultantes predilectas del prodigioso avance tecnológico registrado durante el siglo XX. Se desarrolló en medida simultánea con el afianzamiento de la convicción que se podía viajar por el aire con la misma seguridad con que se lo hacía por tierra o por agua. De allí que para los usuarios de ese medio de transporte no haya sido noticia grata percibir que los sistemas de control del espacio aéreo nacional no se encontrarían actualmente en estado de excelencia. Según informes de integrantes de la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas (APLA), una importante cantidad de equipos de radioayudas y de comunicaciones esenciales para la protección de los vuelos estaría fuera de servicio o en deficientes condiciones de mantenimiento. Por su parte, la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC), responsable del control del tráfico aerocomercial, indica que no está comprometida la seguridad en los cielos, pero admite que hay dificultades para mantener aquel sistema en óptimo estado de funcionamiento. Los pilotos, los inmediatos aunque no los únicos perjudicados por esa crítica situación, reclaman la reparación de los sistemas de radioayudas y el control del plan de radarización que integra el sistema de aeronavegación. Rapidez, comodidad y, básicamente, seguridad del vuelo son los tres pilares fundamentales sobre los cuales están asentadas la contabilidad y las preferencias mayoritarias por el transporte aéreo, sobre todo si se trata de viajes de media y larga distancia. Cualquier falla del último de esos sostenes, la seguridad, puede deparar consecuencias imprevisibles.
