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15/12/2013 - urgente24.com - Nota

La peor condena para los K: Cada día parecerse más a De la Rúa

APUNTES DE DÍAS TERRIBLES

por CLAUDIO M. CHIARUTTINI CIUDAD DE BUENOS AIRES (Sin Saco y Sin Corbata).

30 años del regreso de la democracia y poco para festejar.

El modelo argentino de democracia, que supimos diseñar todo este tiempo en la Argentina, es imperfecto, ficcional, injusto, incompleto, fragmentario.

Es una caricatura de la democracia que todos leemos en los libros. Es un sistema que tiene una clase política prebendaría que tiene más de caudillezca y cortesana que de demócrata y que toma al Estado como un activo personal, de uso a voluntad.

Cristina Fernández bailando con Moria Casán es tan patética como Mauricio Macri corriendo con Usain Bolt, o Ernesto Sanz controlando un partido (la UCR) cuando él perdió en su provincia, mientras que el correligionario que obtuvo más votos, Julio Cleto Cobos, casi no recibió cargos en su partido (y antes había perdido la puja por el bloque legislativo nacional).

Tan patético como la complicidad manifiesta con el Gobierno del Frente Amplio Progresista (FAP, el de Hermes Binner) , que luego niegan a los gritos en la campaña electoral; o como un Partido Justicialista , que se dice el mayor político de Occidente, protagonizando una pantomima de elección interna en el distrito electoral más gran de la Argentina.

Tenemos una democracia que permite que 15 puntos porcentuales del electorado vote en 2011 a Cristina Fernández para Presidente de la Nación y, 2 años más tarde, vuelca su elección hacia la oposición.

Un votante que se dice independiente, pero trabaja en el Estado, o cobra un subsidio del Estado o tiene relaciones comerciales con el Estado. Un votante que celebra la Ley de Medios pero consume, en forma masiva, los medios del Grupo Clarín e ignora a la prensa oficialista.

Sufrimos un sistema democrático que no nos da seguridad, que facilita el trabajo de los narcotraficantes, que fomenta el clientelismo político, que protege a un cartonero más que a un jubilado, que incentiva la llegada de ciudadanos chinos que abren supermercados que luego no son protegidos cuando son saqueados, que le saca casi la mitad de su salario, a través de impuestos, a un trabajador, pero no le da educación de calidad para sus hijos, ni salud para su familias.

Sin duda, la democracia actual es mejor que cualquier dictadura, pero en 30 años, la calidad del sistema ha sido cada vez menor y la clase político sólo piensa formas para que, cuando estén en el Gobierno, puedan quedarse aún más tiempo; sumando cada vez más porciones de poder, alcanzando cada vez más resortes económicos que usan en provecho propio. En este marco, el ciudadano sólo es requerido una vez cada dos años, luego se lo ignora.

Desde el regreso de la democracia, un tercio del tiempo hemos estados gobernados por el matrimonio Kirchner. Ambos son responsables de todo lo bueno y todo lo malo de lo que ocurre hoy. Sin embargo, haciendo uso y abuso de un negacionismo infantil, prefieren culpar a cualquiera por los errores que han cometido durante todos estos años.

La crisis de las policías provinciales no era esperaba, pero había un germen de descontento desde hace más de 1 año, cuando ante la rebelión de la Gendarmería y la Prefectura, el Gobierno autorizó ajustes de salarios que crearon una amplia brecha con las fuerzas de seguridad de las provincias.

Además, el tema de la sindicalización viene dando vuelta desde hace más de cinco años y el Ministerio de Trabajo ha frenado los dos o tres gremios policiales que han pedido autorización para funcionar.

El Gobierno denuncia que entre los saqueadores hay policías provinciales. ¿Recién ahora descubrieron que los agentes de las fuerzas de seguridad del interior (y de las federales) salen de los mismos ámbitos sociales que gran parte de los delincuentes? ¿Acaso los progresistas que componen el kirchnerismo y el cristinismo talibán ignoran las conexiones que existen entre miembros de las fuerzas de seguridad y los grupos delincuenciales? Alegar a esta altura ignorancia, es casi un juego de niños.

Genera sorpresa la escasa visión de las inmensas dimensiones sociales que tienen la pobreza y la indigencia en la Argentina por parte del Gobierno. Ha creído el relato que construyeron y las estadísticas que dibujan. No son ignorantes, simplemente, estar en el poder los ha enceguecido, prefieren no ver la realidad dado que esa realidad desnuda los pésimos resultados de las políticas públicas aplicadas durante años.

Venimos de una semana de huelga de fuerzas de seguridad en casi 20 provincias, saqueos en 15, muertos en media docena.

Las cadenas de mando entre las autoridades políticas provinciales y las policías locales están rotas. Las cadenas de mando entre las cúpulas policiales provinciales y las tropas, también están rotas. La escasa empatía que existía entre las fuerzas policiales provinciales y sus poblaciones, han desaparecido.

Y miles de comerciantes ven pasar por la puerta de sus destruidos negocios a los vecinos que los saquearon hace pocas horas. ¿Acaso no hay conciencia de esta realidad en la Casa Rosada? Parece que no.

En el Gobierno Nacional dan por terminada la crisis. Cree que con el 44% de aumento neto y el bonus que recibirán la Gendarmería y la Prefectura, más el dinero que se les prometió a las policía provinciales, no hay peligro de saqueos generalizados. Aunque parezca mentira, la Casa Rosada cree que tiene asegurada la represión ante la demanda social.

¡A eso llegó el progresismo que expresa el kirchnerismo hoy! Es cierto que hay un alerta por lo que puede pasar el jueves 19/12 y viernes 20/12, como si la historia se copiara a sí misma.

Tanto temor tienen a ser expulsados del poder por un movimiento sedicioso que han creado grupos de control y acción a nivel judicial y de las fuerzas de seguridad, tanto nacional como provincial.

El kirchnerismo rechaza a los 4 vientos ser parecidos a Fernando de la Rúa, pero temen terminar igual que Fernando de la Rúa.

Si la caída del ex Presidente radical no fue un golpe de Estado consentido y amparado por la clase política, ¿por qué el temor del cristinismo talibán a que se repita el mismo fenómeno? Cristina Fernández baila con los artistas rentados por el Tesoro Nacional en una Plaza de Mayo raleada de militancia, supuestamente celebrando 30 años de democracia. Sin embargo, los temores del Gobierno muestran que, todavía, es una democracia débil, carente de instituciones sólidas, que no satisface las necesidades de los argentinos y que no puede sostenerse luego de una derrota electoral.

El Gobierno intentó apropiarse de la celebración de los 30 años de democracia, creyendo que, de esta forma, se crearía un puente relacional en las mentes de los votantes entre kirchnerismo y democracia, como si fueran 2 conceptos iguales y equivalentes. Típica elucubración de intelectuales de café que, hoy, devenidos en funcionarios públicos, hacen una lectura incorrecta de la realidad, pero ganan 10 veces más que hace cinco años. Es el problema de funcionarios que no han tenido experiencia previa en la gestión, en la calle, en conocer la sociedad real.

Uno de los conceptos básicos que se repite en los libros de 3 de los intelectuales más consultados por los funcionarios kirchneristas (Ernesto Laclau y su esposa, Chantal Mouffe), es que el conflicto social es inherente a la vida social, es decir, mientras los seres humanos vivan en grupo, necesariamente debe haber conflicto social. Sin embargo, se sorprenden cuando un qom protesta, cuando un petrolero toma un yacimiento o cuando las policías provinciales protagonizan la mayor y masiva protesta de las fuerzas de seguridad de la historia masiva.

Para Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, en especial para ésta última, el conflicto social debe ser incentivado para debilitar los pilares de la sociedad capitalista. Pero una revuelta policial en un país sudamericano que tiene un gobierno populista y pone en riesgo a ese gobierno, tira por tierra toda la defensa que se ha hecho del conflicto social durante la llamada erróneamente Década Ganada.

Es extraño, pero el kirchnermo, pese a reivindicarse como populistas, tienen miedo de la gente cuando protesta. El conflicto social es bueno cuando afecta a un enemigo político, a un empresario, a un sector industrial, a una clase social que no los vota. Así llegamos al conflicto social selectivo, al conflicto social elegido, al conflicto social que conviene políticamente.

Como los muertos buenos y los muertos malos, como los empresarios amigos y los empresarios enemigos, como los fondos buitres depredadores y los fondos buitres aliados, como los bancos malditos y los bancos bendecidos, como los intelectuales pagos y los intelectuales repudiados, como los multimedios malvados y los multimedios rentados, ahora también tenemos conflictos sociales convenientes y conflictos sociales sediciosos.

30 años de democracia y 10 años en el poder no han enseñado a Cristina Fernández a tener una lectura certera de la realidad.

Mientras los funcionarios públicos se mezclaban con artistas e intelectuales rentados en el Patio de las Palmeras de la Casa Rosada, creyendo que así se celebraban el 10 de Diciembre de 1983, no hubo otro festejo en el país. Ni en las provincias, ni en las plazas, ni en los partidos políticos (salvo la Unión Cívica Radical). Fue una fiesta autista, para 1.600 invitados especiales y unos pocos miles llevados como ganado a la Plaza de Mayo. Mientras, el resto del país temía por ser saqueado o lloraba sus pérdidas o a sus muertos.

Los argentinos, la sociedad toda, no fueron invitados a celebrar. La Casa Rosada hizo una fiesta para sus militantes, que no fueron; para sus funcionarios, que bailaban en la cubierta del Titanic; y para un grupo de mediáticos que se les caía la baba por participar del VIP presidencial.

Crisis controlada. Cristina Fernández pudo volar y volver a su lugar en el mundo.

Las reservas crecen. La pelea con el Fondo Monetario Internacional por el INdeC está superada.

Hay que pasar esta semana, después, con las fiestas, todos se olvidarán estas dos semanas, dicen en la Casa Rosada. Listo. Eso es sólo lo que le interesa al entorno presidencial. Sin embargo, el conflicto social sigue latente y los problemas económicos permanecen.

El autoengaño es pésimo para un gobierno, pero más para un país, en especial, cuando los cachetazos de la realidad se repiten una y otra vez, casi sin dar descanso. Esperemos, sólo hay que mirar y esperar.

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