Nota - Cartas de Lectores - Pag. 32
Quiero contar una pequeña anécdota. En principio, creo que Murphy (autor de la ley del mismo nombre) se ensañó conmigo. ¿O serán los dioses del Olimpo? En enero fui agraciada por la AFIP con magros 200 dólares para un viaje de 20 días a los Estados Unidos. Viajé ida y vuelta con Aerolíneas Argentinas, con asientos rotos en ambos tramos, así como el sistema de video y sonido. En este caso ni Zeus hizo justicia con aquellos buenos muchachos K que están convencidos de que todo está bárbaro. Pero donde no dejarán de recordarme es en ARBA, organismo al que fui a cambiar el domicilio de correspondencia de la boleta del impuesto inmobiliario rural, a nombre de mi padre, fallecido en 2007. El joven que me atendió, con el gesto más impávido que jamás haya visto, se esforzó en repetir una y otra vez que quien debía presentarse a realizarlo era el titular. Una y otra vez, desde la presentación del problema expliqué que soy la administradora fiscal de la sucesión y que estoy autorizada para hacer todos los trámites, mostrando la documentación pertinente. No hubo caso. Luego de repetirme cuatro veces que "el trámite debe hacerlo el titular", le ofrecí ir a buscar sus cenizas al cementerio privado en el que se encuentra. Sorprendido por mi comentario, pontificó: "Su padre debería haberlo previsto".
Mi carcajada aún resuena y resonará por mucho tiempo incluso en otra dependencia de la misma ARBA donde lo conté. Y así fue que "huí riendo", convocando seriamente a Vulcano, Zeus o cualquier dios (de donde fuera) para que se apiadasen de mí y me permitiesen realizar menos trámites inútiles. Con Murphy tengo más confianza... ¡ya le pedí que la próxima se distraiga!
María Marta Schang
meryschang@hotmail.com
