buscador

26/12/2013 - Clarin.com

Pequeños grandes gestos ... que tienen otros

Por Facundo Landívar

26/12/13

Ministros que van a la Justicia cuando se los convoca, presidentes en ejercicio que piden perdón por una leve infracción de tránsito, mandatarios vencidos que visitan a sus vencedores. Acostumbrados a los grandes gestos, a las reiteradas gestas heroicas y a la grandilocuencia de un relato al que sólo se le admiten calidades fundacionales, tres pequeños gestos en Uruguay, Brasil y Chile nos han puesto a los argentinos frente a un espejo que refleja cuánto nos falta.

O cuánto hemos perdido en estos años.

El de Uruguay es un ejemplo perfecto. Acusado por el oscuro proceso de liquidación de la empresa aérea Pluna, el ministro de Economía, Fernando Lorenzo, renunció a su cargo después de ir a declarar al juzgado. "Comparecer ante la Justicia es una obligación de todo ciudadano", dijo, como si fuera lo más natural del mundo. No acusó a nadie, no pidió la renuncia de ningún procurador, no reclamó el juicio político de ningún juez, no acusó a la "corporación destituyente mediática" por algo tan simple como ir a declarar a un juzgado. Hizo lo que hace cualquier funcionario en un gobierno republicano: dar cuenta de sus actos cuando se lo requiere.

El caso de Brasil parece menor, pero no lo es. Fotografiada en un auto llevando en el asiento trasero a su nieto en las rodillas y sin cinturón de seguridad, la presidenta Dilma Rousseff, cuando fue advertida de la infracción, no lo dudó: " Pido disculpas por el error ", dijo inmediatamente. No acusó a la prensa por retratarla en un momento de intimidad familiar, no preguntó qué hacía el fotógrafo durante la dictadura militar, no buscó responsables de haber difundido la foto, no acusó a los legisladores que aprobaron la norma que obliga a que los chicos menores de 10 años viajen sí o sí con cinturón de seguridad. Hizo algo más simple: explicó la situación, se hizo cargo del error y pidió perdón.

El de Chile es tal vez el ejemplo más acabado de nuestro retroceso institucional. Terminada la elección que consagró a Michelle Bachelet por encima de su candidata Evelyn Matthei, el presidente Sebastián Piñera hizo lo lógico: esa misma noche felicitó a la flamante vencedora y luego fue hasta la casa para hablar del futuro. No se escondió, no acusó a ningún destituyente por la derrota de su candidata, no ninguneó la victoria hablando de "un par de puntitos", no dijo que le daba asco los que habían votado otro candidato, no ironizó por Twitter sobre las capacidades de nadie. Hizo lo esperable en un sistema democrático: aceptar la derrota con altura y preparar al país lo mejor posible para una transición.

Ir a la Justicia, pedir perdón por violar una norma, aceptar la derrota. Tres gestos que parecen menores pero que hablan de calidad republicana de verdad, no la del relato sino la de todos los días. Y que se extrañan.


D'Onofrio 158 - (1702) Ciudadela - Buenos Aires - Argentina - Teléfono: +54 011 4653 3016/19/19
aviones@aviones.com
pie_linea
cartel_apta