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08/07/2013 La Nación

Nota - Opinión - Pag. 22

Con el pie izquierdo

editorial

La inseguridad, los precios en alza y los recurrentes problemas con el transporte son las principales causas de la disminución de turistas

Agustín Rossi asumió como ministro de Defensa con el pie izquierdo. El ex jefe de la bancada de diputados oficialistas reemplazó al frente de esa cartera a Arturo Puricelli, a quien la Presidenta designó como ministro de Seguridad pese al papel lamentable que desempeñó el ex gobernador de Santa Cruz en Defensa, principalmente por los presuntos delitos e improvisaciones que convirtieron la última campaña antártica en un fracaso en lo que hace al aprovisionamiento de las bases.

Las denuncias sobre lo ocurrido originaron una investigación judicial en curso por la posible comisión de hechos de corrupción en la contratación del buque y los helicópteros para el abastecimiento.

Fue, precisamente, al referirse a ese punto que Rossi demostró no sólo no hallarse a la altura de su nuevo cargo, sino que también pareció dispuesto a encubrir a Puricelli, pues al responder una pregunta sobre las acusaciones en torno de la campaña, afirmó: "No voy a revisar nada, confío en todo lo que hizo mi antecesor. Me parece que las cosas se hicieron bien y en forma correcta".

Con esa tajante negativa, el ministro no sólo rechazó la posibilidad de que su cartera abra una investigación administrativa o auditoría sobre lo ocurrido, sino que, sin tiempo material para ponerse en antecedentes, se ha pronunciado por la inocencia de Puricelli y de un hijo suyo, también imputado, antes de que se pronuncie la Justicia.

De hecho, en su tramo final la gestión de Puricelli impidió el pleno abastecimiento del combustible que requiere la base Marambio hasta el próximo verano, mientras el ministro utilizaba los helicópteros rusos que deberían haber aprovisionado las bases y que costaron 15 millones de dólares. Como informó LA NACION, en los últimos seis años el Gobierno ha destinado 900 millones de pesos si se suman los costos de reparación del rompehielos Irízar, que se incendió en 2007, y los costos del alquiler de naves extranjeras que lo reemplazan para abastecer las bases antárticas. Con esa suma se podrían haber comprado cuatro rompehielos usados en buenas condiciones.

Pese a las negativas de Puricelli, el reaprovisionamiento no se completó debido a la serie de desperfectos de las naves extranjeras contratadas y de los helicópteros adquiridos, desperfectos que se sucedían a medida que transcurría el verano, que es la estación en la que, por razones obvias, debe llevarse a cabo el aprovisionamiento de las bases.

Mal que le pese a Puricelli, la campaña no se completó y así lo confirmó a pesar suyo su sucesor Rossi, quien afirmó que "se está terminando con el aprovisionamiento de la base Marambio", mediante dos aviones Hércules C 130, "en la medida en que las condiciones meteorológicas lo permitan". El ministro tampoco dudó en aseverar que "la campaña antártica se terminará en tiempo y forma".

¿En qué tiempo y en qué forma cree Rossi que puede terminarse en julio una campaña de verano? Mediante contrataciones sospechosas, Puricelli y su equipo han puesto en peligro algo más valioso aún que la campaña antártica: la seguridad de los abnegados profesionales argentinos que se desempeñan en aquellas lejanas bases.

En esta columna hemos planteado que no es posible que transcurran los años sin que llegue a su término la reparación del Irízar. Ahora, con su rápida defensa de Puricelli, Rossi no ha hecho más que alimentar las fundadas sospechas que plantea tanta demora en las reparaciones del rompehielos.

Tal vez sus muchos años disciplinando a la numerosa bancada de diputados kirchneristas para cumplir sin vacilaciones las órdenes presidenciales han moldeado a Rossi a partir de un equivocado concepto de defensa corporativa, quizás entendible en el campo de la política, pero nunca en el de la función ejecutiva cuando se trata del patrimonio nacional y, especialmente, de la vida y la seguridad de efectivos que de él dependen.

Lo esperable era que un ministro que recién asumía no se expidiera sobre un asunto bajo investigación judicial y que, además, ordenara una auditoría para formarse su propia opinión. En cambio, al encubrir la indefendible gestión de Puricelli, Rossi nos induce a dudar de que se logre el pleno esclarecimiento de lo ocurrido. Y, también, a sospechar que posiblemente continúen las contrataciones de equipos inservibles y las campañas fracasadas.

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