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11/07/2013 La Nación

Nota - Sociedad - Pag. 28

Aerolíneas canceló unos 60 vuelos por una caída del sistema

Transporte / Tensión y bronca en el aeroparque metropolitano

Con medio país en vacaciones de invierno, cerca de 10.000 pasajeros quedaron varados por una falla técnica que impidió los check in; hoy se reanuda la operación, pero con algunas salidas desde Ezeiza

Por Valeria Musse

LA NACION

Cuando la mitad de las provincias ya se encuentra en vacaciones de invierno, unos 10.000 pasajeros quedaron varados ayer en diferentes aeropuertos luego de que Aerolíneas Argentinas cancelara cerca de 60 vuelos, en su mayoría de cabotaje, por una "caída del sistema" que impidió a los pasajeros realizar el check in. En el aeroparque metropolitano, la estación aérea más afectada por la situación, hubo bronca y mucho desconcierto por falta de información de la empresa estatal.

La falla en el sistema central de comunicación interna de Aerolíneas provocó un verdadero caos en todo el país. A última hora de anoche, la empresa anunció que hoy se normalizaría la situación que ayer, básicamente, impidió a los empleados de Aerolíneas Argentinas y Austral realizar el check in de los pasajeros. Los trastornos complicaron a todo el transporte aéreo del país, dado que el resto de las compañías, como LAN, sufrieron el "rebote" de la congestión que se generó. Sin embargo, Aerolíneas informó que sus vuelos internacionales desde Ezeiza no estaban afectados. De hecho, se informó que algunos vuelos que deben partir esta mañana desde el Aeroparque, lo harán desde la estación internacional: ellos son, el AR 1870 con destino a El Calafate; el AR 1848 con destino a Río Grande; el AR 1878 con destino a Trelew-Ushuaia; y el AR 1252 con destino a Río de Janeiro.

Sólo tras nueve horas sin información oficial, la compañía emitió un comunicado en el cual atribuyó las responsabilidades de la "salida de funcionamiento de un equipo de comunicaciones" a la empresa Telefónica, encargada de proveer ese servicio. Además, Aerolíneas informó que iniciará acciones legales contra Telefónica, que evitó pronunciarse sobre el tema. "Dejó de funcionar un equipo central de comunicaciones de la empresa Telefónica de Argentina que se encuentra ubicado en el centro de procesamiento de nuestra compañía, sin haber puesto en funcionamiento ningún sistema de backup por parte del proveedor contratado para mantener activo este servicio, o sea Telefónica", expresó Aerolíneas en el comunicado.

Lo cierto es que para quienes empezaron a notar las cancelaciones de los vuelos a partir de las 8.30 de ayer no hubo explicación que apaciguara los ánimos. Desde esa hora la bronca se apoderó del hall del Aeroparque Jorge Newbery tras la sorpresiva y llamativa "caída del sistema operativo" de Aerolíneas. A las 15, ya había más de 50 vuelos cancelados y cientos de pasajeros deambulaban confundidos por los pasillos. "¿Qué hago si mi vuelo se suspendió?", "¿Dónde voy a dormir?", preguntaban fastidiados a los empleados de la compañía. Por momentos, sólo se respiraba tensión de ambos lados del mostrador.

Hacia el mediodía, los empleados comenzaron a realizar a mano el check in de los pasajeros de algunos vuelos, que de ese modo, pudieron partir, aunque con grandes demoras. Pero cerca de las 17 se anunció la cancelación de todos los servicios de cabotaje.

Sin respuestas

La empresa entregó a los pasajeros afectados un papel con el teléfono 0810-222-86527 para consultas. LA NACION llamó varias veces a ese número para conocer las reprogramaciones, pero nadie contestó.

Lidia, de 63 años, tenía que estar ayer a la tarde cuidando de un bebe de tres meses en la ciudad fueguina de Río Grande. Había viajado especialmente desde Misiones, su provincia de origen, para cumplir con su trabajo, pero lejos de estar en aquella ciudad del sur del país se encontraba exigiendo frente a las oficinas de Aerolíneas que le dieran un lugar donde hospedarse. "Desde que llegué, a las 9, nadie se acercó a ver cómo estaba. No comí nada", dijo.

Detrás de ella, Sandra Ortiz también reclamaba alojamiento para ella, su marido y sus dos hijos. "Aerolíneas se tiene que hacer cargo; no es justo que yo tenga que pagar", expresaba la mujer de Chubut.

Durante las primeras horas, los pasillos del Aeroparque se convirtieron en concurridas salas de espera. La calma, tensa, permitía que los turistas ocuparan el tiempo leyendo o adelantando trabajo en sus computadoras portátiles. Ludmila Marco, de 22 años, se comunicaba con sus parientes en Neuquén. Estaba segura de que más tarde podría viajar. Pero el paso del tiempo fue colmando su paciencia y la de todos los que aguardaban.

Sentada sobre una maleta en la fila para embarcar a Asunción, en Paraguay, Fátima Cáceres hacía malabares para entretener a sus tres pequeños hijos, de 10 meses y tres y seis años. "A las cinco de la mañana llegamos a Ezeiza. Como había problemas meteorológicos, nos trajeron acá [por Aeroparque] para salir desde este punto", dijo. Eran las 14 y todavía permanecían en el mismo lugar. "¡Que alguien salga a explicar qué pasa!", exigía David Dávila. Los fuertes aplausos en tono de protesta se hicieron oír a lo largo de toda la sala. Unas 50 personas se arrimaron para acompañarlo. El hombre intentaba ingresar, sin suerte, a la oficina de Aerolíneas. No podía ocultar su malestar. Tenía un turno urgente con un oftalmólogo en Río Grande para prepararse para una operación de cataratas.

La tensión se fue incrementando. Las filas se armaban casi de manera automática, pero nadie sabía si eran para hacer el check in o para buscar hospedaje. Los empleados de la compañía aérea informaban, de manera escueta, como podían: a través de un megáfono o a gritos advertían sobre la cancelación de algunos vuelos, pero no había respuestas para el después. La gente sentía que quedaba varada en la nada misma.


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