A poco menos de un mes para el cierre de listas, el gremialismo se debate entre jugar o no jugar. La dicotomía no es casual. Con un espacio político alterado, sin definiciones, los sectores sindicales no juegan para ninguno o juegan para todos. La delgada línea roja entre la especulación o la conveniencia.
Por un lado aparece la CGT Balcarce de Antonio Caló. Juega con el gobierno pero no hace campaña para el kirchnerismo. Desde hace varias semanas, la amenaza de una posible ruptura entre la Central oficial y la Casa Rosada es una posibilidad latente. Caló hace oídos sordos a las críticas y acepta que su papel en la alianza con el oficialismo es, por lo menos, protocolar. Le toca justificar la incómoda posición de aceptar que el Gobierno no piensa tratar la "agenda obrera".
En la otra vereda aparece el camionero Hugo Moyano, quizás, el único que tomó una posición política terminante aunque eso ya le trae problemas internos. La Asociación Bancaria ya salió a decir que se mantiene en la CGT opositora pero que no está dispuesta a acompañar las aventuras partidarias de Moyano.
El arco político todavía no define candidatos y eso altera los escritorios sindicales. Junto con Moyano aparece Gerónimo "Momo" Venegas, el hombre del UATRE, que también lanzó su partido y está dispuesto en embarrarse en las mojadas arenas electorales.
La poca capacidad de Moyano y Venegas para conquistar un nuevo espacio y evitar caer en viejos conocidos es lo que pone en alerta a ese sector sindical que no está en condiciones de jugar con otro color que no sea el oficial, o al menos, aclararlo. La estrategia de varios gremios es la de evitar la confrontación y apostar a ganador. ¿Cuándo? En 2015.
Mientras tanto, evitar cualquier cosa que moleste al despacho presidencial. "Guste o no, el kirchnerismo está fuerte, son gobierno y mantienen la iniciativa. Darlos por terminado sería suicidarnos. Ningunear a posibles sucesores también", resalta un pragmático secretario general de "los independientes".
"Si bien compartimos una agenda sindical, lo que no queremos es una partidización de la CGT, ni de un lado, ni del otro", afirmó Sergio Palazo, secretario general de La Bancaria. "A los gobernadores los corren con la obra pública, a nosotros nos pueden acorralar con muchas cosas. Bancar gremios paralelos, complicar paritarias o meterse en las obras sociales", grafica un hombre del gremialismo. "No todos tenemos la espalda de Moyano para romper. Eso nos complica. Hay que hacer la plancha", agrega.
Con tal de cumplir con los designios oficialistas, a algunos se les complica el frente interno. El taxista Omar Viviani perdió un aliado clave mientras viajaba con Cristina a Roma: Ricardo Frecia, de Aeronavegantes, perdió el control del gremio y ya se bajó de la posibilidad de una reelección. ¿Quién le ganó? Un sector de la Juventud Sindical de Facundo Moyano.
Para algunos, la agenda del movimiento obrero es la que marcó Hugo Moyano cuando rompió con el kirchnerismo. Un temario que el Gobierno nacional se niega discutir y que ya el propio Caló no puede defender. Por eso, ya no habla públicamente, porque las veces que lo hizo enfureció a varios funcionarios. El metalúrgico pidió un 30% de aumento para su gremio. Más cerca de lo que pide Moyano, que lo que él pudo cerrar con el Gobierno para la CGT oficialista: 24%.
Los gordos, acostumbrados a poner un huevo en cada canasta del peronismo están desconcertados. Y ante el desconcierto hay una sola solución: dejar que el tiempo decida.
