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20/11/2013 - El Día - La Plata - Nota - El País

La caída de un símbolo K

ENFOQUE

Por MARIANO SPEZZAPRIA Twitter: @mnspezzapria En la política hay pequeños detalles que pueden pasar inadvertidos para la mayoría, pero que adquieren un fuerte significado para el micromundo dirigencial. Uno de esos pormenores resulta determinante para explicar la salida de Guillermo Moreno del Gobierno nacional. Para decirlo rápido: a este polémico funcionario la Presidenta no lo echó, sino que le pidió la renuncia. Esta sutil diferencia se hace gigante para los recientes expulsados del elenco oficial, como Juan Manuel Abal Medina, Mercedes Marcó del Pont o Norberto Yauhar. Todos ellos saben perfectamente lo que implica que Cristina Kirchner los haya desplazado, sin más. Por eso el caso de Moreno es distinto: ha sido el funcionario que encarnó como ningún otro el "modelo K". La intervención del Indec, el congelamiento de precios, el blanqueo de capitales, el cepo cambiario, entre otros planes fracasados, tuvieron a Moreno como un férreo ejecutor, en cuyo accionar se configuró una personalidad áspera, siempre al borde del destrato con sus interlocutores de turno, que lo llevó a infundir temor a los empresarios y a ganar terreno en el Gobierno. Pero la sucesión de reveses en su gestión como secretario de Comercio alteró la percepción general sobre Moreno y pasó de ser considerado un duro, a un funcionario ineficiente. En forma paralela, la inflación avanzó sobre todos los estamentos de la economía y terminó constituyendo el caldo de cultivo del reciente pronunciamiento electoral de la sociedad, con el resultado ya conocido. Una versión que circuló ayer en la Casa Rosada indicó que Moreno no había sido incluido en los cambios del Gabinete del último lunes porque la Presidenta esperaba medir el impacto de esas modificaciones antes de adoptar sus próximas decisiones. La mandataria tomó nota de que la corriente de opinión mayoritaria era que debía dar más señales de su voluntad de cambio. Eso explicaría la celeridad de la medida, que se percibe en el hecho de que Moreno no tiene aún reemplazante en la Secretaría de Comercio. Desde ese sillón, el funcionario -cuya renuncia se hará efectiva recién el 2 de diciembre- se enfrentó especialmente con las entidades que nuclean al agro argentino. Y ganó todas las pulseadas internas, como aquella recordada con Martín Lousteau. El ex ministro de Economía y ahora referente del frente UNEN porteño contó alguna vez que cuando ingresó por primera vez al despacho más importante del Palacio de Hacienda encontró un papel en un cajón del escritorio, que decía: "Campo, leche, trigo, Indec". Lo había escrito alguno de sus antecesores y dejaba en claro que Moreno era un escollo para la gestión económica. PODER A KICILLOF Por eso la salida de Moreno le abre ahora un escenario propicio al designado ministro de Economía, Axel Kicillof, para avanzar en un programa sin tener que afrontar un "doble comando". La Presidenta parece haberle delegado la resolución del asunto más complejo del presente argentino, a tono con su propia necesidad de cuidar su salud y evitar el estrés en cuanto le sea posible. En este escenario, Cristina Kirchner aceptó en los hechos el inicio de un proceso de transición hacia el recambio presidencial de 2015, durante el cual buscaría emprolijar su gestión para llegar al final de su mandato con una imagen favorable entre los argentinos. Un indicio de que la Presidenta enfila en esa dirección fue la difusión de un sondeo publicado el último fin de semana. El estudio, elaborado por la consultora CEOP -de aceitada relación con la Casa Rosada- estableció que la Presidenta mejoró su imagen durante su convalecencia, pese al duro revés electoral del 27 de octubre. La segunda señal la emitió el lunes al designar a Capitanich como nuevo jefe de Gabinete. El chaqueño es un fiel exponente de los gobernadores justicialistas del interior. Es decir, la Presidenta decidió apoyarse en la estructura del PJ, aunque sin diluir por ello su respaldo a La Cámpora, la organización en la que volvió a tener predicamento su hijo Máximo Kirchner desde que ella debió recluirse por motivos de salud. El encumbramiento de Kicillof debe interpretarse, de ese modo, como su intención de darle continuidad al modelo económico. Habrá que esperar, sin embargo, para observar la reacción que ante los cambios tendrán los miembros históricos del Gobierno, como los secretarios Carlos Zannini y Oscar Parrilli, y el ministro Julio de Vido. En principio, deberían aceptar que el tándem Capitanich-Kicillof es el elegido por la Presidenta para timonear la gestión en su etapa final. Para ambos funcionarios el éxito de su gestión pasará por atemperar la inflación y frenar la caída de las reservas del Banco Central. Ninguno de ellos, especialmente Capitanich que tiene ambiciones presidenciales, tendrá futuro político si no afrontan con seriedad ese desafío. Y Cristina tendrá que seguir pensando medidas que le sirvan para reconciliarse con la sociedad. Por caso, enfrentar el drama de la inseguridad, en lugar de negarlo como hasta el momento se ha hecho con la inflación. También hacer un gesto de apertura con la oposición, que permita aliviar la tensión política que predominó en los últimos años. Y hay que decirlo con todas las letras: la salida de Moreno del primer nivel gubernamental es un paso muy importante en esa dirección


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