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Gallego dice que la aerolínea tiene potencial para relanzar la T-4 de Madrid
CARLOS LAORDEN Madrid
"El cambio de imagen de Iberia no debe entenderse como un acto meramente estético, sino como una remodelación interna y externa de la compañía de cara a alcanzar una mayor productividad". La frase la podría firmar Antonio Vázquez, el presidente de una aerolínea sumida en una profundísima crisis que ha decidido renovar su marca. Pero, en realidad, la pronunció su antecesor en el cargo, Manuel Prado y Colón de Carvajal, cuando en 1977 presentó la que ha sido la imagen de Iberia durante más de 35 años.
Como ahora, la compañía venía de registrar fuertes pérdidas y encaraba una complicada negociación con los empleados para contener los gastos. Un escenario recurrente en la historia de la aerolínea.
Pero entonces iberia era una sociedad pública sin apenas competencia. Más de tres décadas después, es una empresa privada integrada en un consorcio internacional —IAG, con Vueling y la británica British Airways— que sigue luchando contra su propia genética para adaptarse al nuevo panorama aéreo dominado por las compañías low cost.
Pero como entonces, los dirigentes han creído necesario un cambio de imagen que, dentro de un plan más amplio, ayude a conseguir una reestructuración definitiva.
Las tradicionales tres líneas granate, naranja y amarilla dejarán paso a un fuselaje blanco, más acorde con los diseños actuales —"todos nos parecemos un poco", dijo Luis Gallego, el consejero delegado, sobre el parecido con la imagen de otras compañías— rematado en la cola por un nuevo logotipo, que sigue siendo rojo y amarillo, pero que pierde la corona.
El símbolo de la Monarquía seguirá, sin embargo, presente en los aviones, grabado junto a la matrícula.
Otro guiño a la Casa del Rey será el hecho de que el primer aparato pintado con los nuevos colores llevará el nombre del Rey.
La implantación de la nueva imagen será paulatina, argumento onecido por la dirección para no cuanlificar el precio de los cambios. El proceso comenzará a mediados de noviembre, cuando se presente el nuevo Airbus A-330 Juan Carlos I —el quinto de un pedido de ocho— y la nueva imagen se introduzca en los uniformes, la web o las comunicaciones.
El repintado de todos los aviones puede tardar "hasta tres años", según Gallego, y se hará respetando los tiempos habituales de renovación de la pintura "para evitar costes adicionales".
La filial Iberia Express y la franquicia Air Nostrum también deberán adoptar los nuevos diseños.
La nueva imagen acompaña a otros cambios, como las nuevas tarifas o el traslado a la nueva sede, donde ayer se presentó la marca.
Pero el consejero insistió una y otra vez en que el éxito de todo depende de la negociación con los empleados. Alcanzar una estruc- tura de costes "competitiva", es, según Gallego, la única posibilidad de relanzar la aerolínea.
Si se consigue, el directivo augura un futuro muy halagüeño.
Tan positivo como para que la compañía —que ha caído al cuarto puesto en el mercado españoltire con fuerza del sector aéreo.
"España tiene un problema de demanda e Iberia es la solución".
Gallego también croe que la aerolínea tiene potencial para revitalizar el deprimido aeropuerto de Madrid-Barajas, en él opera en exclusiva la moderna terminal T-4.
"Iberia volverá a colocar a Barajas en el lugar que le corresponde", afirmó, tras desligar la caída de vuelos en el aeropuerto madrileño del comportamiento de la propia Iberia y rechazar las críticas.
"No es una cuestión de la T-4, sino una tendencia a nivel nacional", sostuvo. Por eso, celebró, aunque con cautela, la propuesta de Fomento de reducir las tasas aeroportuarias a las nuevas rutas.
