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11/04/2014 - La Nación - Nota

Política - Pag. 8

Paralizó a casi todo el país la mayor huelga contra el kirchnerismo

Tensión gremial / Una protesta con fuerte impacto

El sindicalismo opositor y la izquierda encabezaron el paro con una batería de demandas; la adhesión del transporte y los bloqueos en los accesos a los centros urbanos fueron claves; el Gobierno buscó minimizar la protesta y volvió a vincularla con Massa

Por Lucrecia Bullrich

LA NACION

Apoyado en la adhesión casi total del transporte público y en más de medio centenar de piquetes que dificultaron el ingreso a las ciudades, el segundo paro general del sindicalismo opositor contra el gobierno de Cristina Kirchner se sintió ayer con mucha fuerza en todo el país y se convirtió en la manifestación gremial más contundente de la era kirchnerista.

La jornada dejó además en evidencia la colisión de dos lógicas de reclamo: la de las centrales obreras, que reivindicaron la huelga como instrumento de lucha y cuestionaron los piquetes, y la de las organizaciones de izquierda, que desde un lugar de revitalizado protagonismo defendieron los bloqueos como forma de visibilizar las demandas y se atribuyeron buena parte del éxito de la jornada.

Por otra parte, y pese a las advertencias que en la previa habían agitado desde ambos sectores, no hubo episodios de violencia, salvo un incidente menor en un piquete en la autopista Panamericana.

Otra novedad de la huelga de ayer, impulsada por las CGT de Hugo Moyano y Luis Barrionuevo, y por la CTA de Pablo Micheli, fue que casi no hubo transporte público, a diferencia del primer paro conjunto de las centrales enfrentadas con la Casa Rosada, en noviembre de 2012.

No trabajaron los colectiveros de la Unión Tranviarios Automotor (UTA) y dos gremios ferroviarios, por lo que no hubo trenes. La adhesión de tres sindicatos aeronáuticos impidió la salida de vuelos. Además, en medio de una nueva disputa entre la UTA y los metrodelegados, tampoco funcionó el subterráneo.

Esa parálisis impidió la llegada de miles de personas a sus lugares de trabajo y se sumó a los piquetes en los principales accesos a la ciudad y en el interior del país. La combinación entre falta de colectivos y trenes y los bloqueos convirtió la ciudad en un desierto (ver aparte).

"Ha sido una jornada muy, pero muy importante. El acatamiento superó el 90 por ciento. Una inmensa mayoría expresó claramente su disconformidad por la falta de respuesta del Gobierno a sus reclamos", celebró por la tarde un Moyano eufórico en la evaluación formal del paro (ver página 10).

El líder del gremio de los camioneros compartió una extensa conferencia de prensa con Barrionuevo y Micheli en la sede de su CGT, en Azopardo 802. Decidido a transmitir armonía y continuidad en la alianza con ambos, Moyano cuestionó que se haya vinculado el éxito del paro con los bloqueos.

"Algunos quieren hacer creer que porque hubo piquetes la gente no fue a trabajar, pero ha sido un paro extraordinario . La gente voluntariamente dijo: «No voy a trabajar porque me sumo a los reclamos del movimiento obrero organizado»", afirmó.

También Micheli criticó esa lectura. Dijo que el paro "fue muy contundente" aun en ciudades donde no hubo piquetes, y reivindicó la "unidad de acción" de las centrales opositoras "pese a las diferencias".

A su turno, Barrionuevo, que ayer fue el principal blanco de las críticas del Gobierno, aprovechó para retrucar. "Qué pequeños pigmeos los que piensan que un político nos va a decir lo que tenemos que hacer. Lo único que faltaba es que piensen que un político nos manda a actuar de tal o cual manera", desafió.

Por la mañana, el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, había acusado a Barrionuevo de "desbancar" a Moyano como "líder del espacio opositor sindical" y de representar los intereses de Sergio Massa. Además, había intentado minimizar el impacto de la protesta al describirla como "un gran piquete nacional con paro de transporte " (ver página 10).

La protesta de ayer se decidió después de meses de debate hacia dentro del sindicalismo opositor sobre la conveniencia de volver a desafiar al Gobierno con un paro general.

Finalmente, activaron la huelga por un amplio abanico de demandas: la lucha contra la inflación y la pérdida del poder adquisitivo del salario; las paritarias libres; la eliminación del impuesto a las ganancias; la devolución de las retenciones "injustas" al sistema de obras sociales sindicales, y un "urgente" aumento a los jubilados. A último momento, con un ojo puesto en la coyuntura, sumaron la preocupación por el avance del narcotráfico y de la inseguridad.

También de la mano de la fuerte adhesión del transporte, el paro fue rotundo en casi todo el país. Santa Fe, Mendoza, Córdoba, Misiones y Salta registraron los mayores niveles de acatamiento (ver página 14).

A partir de su contundencia, la huelga de ayer deja planteados varios interrogantes: si el Gobierno reaccionará con alguna respuesta a los reclamos, el impacto que tendrá en la pragmática alianza entre el sindicalismo opositor y la izquierda, y cuál será su efecto en el sindicalismo alineado con la Casa Rosada.

Las claves de una jornada complicada

Los gremios y la izquierda

Hubo dos planes de lucha superpuestos: los gremios con el paro y la izquierda con los piquetes

El transporte, clave

A diferencia de otras medidas de fuerza, la falta de transporte fue esencial para generar impacto

El efecto en el interior

Hubo réplicas de la medida de fuerza en todo el país. Eso le dio una magnitud nacional

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