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19/08/2014 - Clarin.com - Nota

El espejismo de hacernos creer ricos viviendo con $ 400 por día

Buena parte de las fuertes distorsiones que existen en la aplicación del impuesto a las Ganancias surgen de la falta de actualización adecuada del mínimo no imponible y de las escalas.

Pero también hay un factor que no puede ser ignorado: la enorme mayoría de los trabajadores en relación de dependencia tiene ingresos nominales que vienen sufriendo una fuerte pérdida de su poder adquisitivo.

Más allá de algunos porcentajes abultados que se logran en las paritarias, los aumentos siempre corren atrás de la inflación. Así, cuando el nuevo salario llega al bolsillo del trabajador no alcanza a recuperar completamente el deterioro de la capacidad de compra.

Esto explica las quejas usuales de algunos sindicatos cuyos afiliados están mayoritariamente alcanzados por el impuesto a las Ganancias, pese a que tienen ingresos medianos, que les permiten vivir con dignidad pero están muy lejos de poder tirar manteca al techo.

El Gobierno fijó arbitrariamente un límite de $ 15.000 brutos como tope a partir del cual se paga Ganancias. Esto, en realidad, equivale a unos $ 12.000 de bolsillo. Esta cifra vendría a ser algo así como la “canasta de riqueza”, según la interpretación de los funcionarios. El INDEC dejó de publicar los valores de las canastas de indigencia y de pobreza porque sus valores eran irrisoriamente bajos y daban lugar a todo tipo de sospechas y polémicas.

Si una de las conclusiones que más irritó al Gobierno fue que se podía “comer con 6 pesos por día”, ahora se podría sostener que un trabajador, jefe de familia, puede ser “rico” con $ 12.000 mensuales. O con $ 400 diarios, que sería lo mismo.

¿Qué significado tendrá este cálculo en el imaginario oficial? Tal vez el funcionario que fijó ese monto crea que ese ingreso familiar hoy es suficiente para tener acceso a la vivienda propia, comprarse un auto, pagar un colegio privado, tener una prepaga, ahorrar en dólares o hacerse un viajecito al exterior de vez en cuando, entre otras cosas además de comer, vestirse y pagar los servicios públicos.

Seguramente con ese nivel de ingreso nadie podrá hacer nada de esto. Pero deberá pagar Ganancias sin chistar y soportar que el relato oficial lo ponga en un lugar de “privilegiado” frente al resto de los trabajadores. ¿O no es eso acaso lo que dice el jefe de Gabinete cuando acusa a los sindicatos de defender a los que más tienen?

¿No será entonces que el problema es que la inflación hizo -y sigue haciendo- su trabajo de empobrecer a todos los asalariados, sin distinguir entre los que pagan Ganancias y los que no aunque desearían hacerlo para ubicarse un poco más arriba en la pirámide? Y habrá que asumirse como una sociedad pobre, donde hasta una franja de los “ricos” no llega a fin de mes. Y como si no fuera suficiente, el Fisco les mete aun más la mano en el bolsillo.

Así, la canasta de “riqueza” también parece irrisoria.

Disculpe señor funcionario: ¿usted con cuánto vive?

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