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19/01/2014 - lapoliticaonline.com - cable

Kicillof expuesto con la designación de Piotti López como cajero de Economia

Fue subsecretario de Administración con Boudou y tuvo que renunciar luego de la compra de autos de alta gama. Volvió al mismo cargo.

Axel Kicillof gusta de presentarse como un intelectual, unconvencido de izquierda, austero, cuyo mayor pecado en todo caso sería la pasiónpor sus ideas.

Esa visión romántica, al estilo del Mayo francés, que claramenteencandiló a Cristina, estalla frente a la voracidad con que ocupa cargos en losresortes más jugosos del Estado.

Sin embargo, esa doble cara de militante desinteresado yburócrata venal, quedó expuesta de manera brutal con la designación de HernánPiotti López como subsecretario de Administración y Normalización Patrimonialdel Ministerio de Economía, cargo que ocupó en la gestión de Amado Boudou,cuando quedó implicado en la compra irregular de 19 autos de alta gama.

Contador público de la UBA, donde militó en una línea disidentede la Franja Morada, Piotti López había llegado a Economía de la mano de BenignoVélez, alter ego delvicepresidente.

Hasta mudarse al Banco Central -luego eyectado-, Vélez erasecretario Legal y Administrativo del Ministerio y durante 2008 y 2009 tuvo a PiottiLópez como su segundo manejando las contrataciones y el nombramiento depersonal.

Como parte de esas tareas, Piotti se encargó de la contratacióndirecta de 19 autos de alta gama y el gasto de cifras fabulosas en papel,movidas escandalosas que terminaron en una denuncia del abogado Ricardo MonerSans.

Todavía con un aura de poder, Boudou se deshizo de élinmediatamente y nunca lo llevó al Senado.

Sin embargo, el vicepresidente no podía argumentar sorpresa.Piotti López venía de ser expulsado de mala manera del rectorado de laUniversidad de Buenos Aires, donde también se ocupó de compras y contratacionesy terminó obligado a irse en medio de acusaciones.

Experimentado operador universitario, luego que Boudou loechara, Piotti López fue reclutado por Martín Othacehé, hijo del intendente deMerlo, entonces secretario académico de la Universidad de ese distrito.

El objetivo de la incorporación era sumarlo a la conspiraciónque el intendente había iniciado contra el rector de la universidad de sudistrito, para ubicar en ese cargo clave a su hijo.

En noviembre pasado la movida alcanzó su objetivo: El Consejo Superior eligió como rector aMartín Othacehé, quien finalmente reemplazó al normalizador Marcelo Ducró.

Aterrorizado, Ducró se negó a dar detalles de su salida en unnervioso diálogo con LPO.

La caja de Economía

Luego de intrigar durante meses, Kicillof finalmente logró suobjetivo de ser nombrado ministro de Economía. Apenas recaló en el puesto,nombró a Piotti López, exactamente en el mismo cargo del que debió irse enmedio de sospechas de corrupción.

Kicillof lo conoce de la Facultad de Ciencias Económicas de laUBA, donde llegó a ser consejero titular por el claustro de estudiantes. Era lalínea que tenía con la Franja Morada, cuando peleaba sin éxito paradestronarlos con su agrupación TNT.

La subsecretaría de Piotti maneja un presupuesto directo de $125,4 millones, pero su mayor activoserá manejar todas las contrataciones y el personal de la Palacio de Hacienda. Y ahora tendrámayor poder que antes: Susuperior directo no será Vélez sino el joven camporista Federico Thea, sinexperiencia en cargos relevantes.

Como ocurre en estos casos, se espera que Thea sólo trabaje de "auditor"para La Cámpora y vea pasar de largo la mayoría de los expedientes.

La designación de Piotti López se combina además con otra movidainmediata de Kicillof: La toma de control de los multimillonarios juicios queacumula el Ministerio de Economía, que el ex ministro Hernán Lorenzino habíaconvertido en su pasamiento favorito justo antes que lo obligaran a desalojarel despacho.

El ministro puede incidir para el pago de tal o cual sentencia,que suelen englobar montos millonarios, generando intensa felicidad inmediataen todos los involucrados en ese desenlace.

Se trata en definitiva de prácticas comunes en la políticatradicional, esa que Kicillof suele demonizar en función de sus propiosobjetivos de acumulación de poder, como hizo cuando atacó las supuestas prácticascorruptas del Ministerio de Planificación y en especial de Roberto Baratta, manoderecha de Julio de Vido.

Lo triste del caso Piotti López es que confirma que una vez másse trata de peleas de poder y no de un cambio cualitativo en la gestión delEstado.

Quienes frecuentaron a Kicillof en la época que manejabadirectamente los recursos de Aerolíneas Argentinas, sus contrataciones ydecisiones financieras, no se sorprendieron.


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