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01/06/2014 - La Nación

Nota - Opinión - Pag. 32

¿Aerolíneas o Aerorruinas?

El Gobierno, que dice combatir los monopolios, en este caso no sólo no los combate, sino que avala los constantes abusos de su posición dominante

El informe realizado por la Auditoría General de la Nación (AGN) tras analizar los controles contables internos de 2011 de Aerolíneas Argentinas y Austral confirma lo acertado de las crecientes críticas que ha ido recogiendo la gestión de su presidente, Mariano Recalde, debido a las groseras pérdidas que arrojan ambas compañías, además de la falta de transparencia, ausencia de registros confiables, gruesas fallas en la administración, el control, la contabilidad y el manejo financiero.

En efecto, ése fue el panorama que encontró el organismo de contralor que preside Leandro Despouy, y que puede caracterizarse por patrimonios netos negativos y déficits operativos persistentes, por lo cual los aviones de ambas empresas no podrían sostenerse un minuto en el aire sin el permanente auxilio del Tesoro Nacional y el trato privilegiado que le otorga en materia impositiva la AFIP.

Es que el kirchnerismo ha ideado un limbo ideal para Aerolíneas: se maneja como una sociedad anónima privada para eludir los controles a los que deben someterse las empresas del Estado, pero para afrontar sus enormes pérdidas se maneja como una empresa pública y así socializar su déficit obteniendo el financiamiento de todos los argentinos.

Pese a los discursos oficiales, la flota que hoy vuela con los colores de nuestra bandera y que años atrás fue motivo de orgullo para los argentinos, ahora, a pesar de sus flamantes aeronaves, es una costosísima aerorruina y un pretexto para acomodar en ella y abonarles importantes sueldos a jóvenes integrantes de La Cámpora carentes de experiencia en la materia.

Por eso, el presupuesto nacional para el corriente año prevé un aporte del Tesoro Nacional de 2800 millones de pesos a Aerolíneas, que además de esa empresa incluye a Austral, Aerohandling y Jet Paq. Los estados contables del grupo, por sus deficiencias, deberían ser llamados pseudo estados contables.

En lo que respecta al ejercicio de 2011, el informe de la AGN sostiene que "no sólo ha sido negativo en términos de resultados para la línea aérea estatal, sino que, además, éstos han empeorado respecto del año anterior".

Agrega que esas empresas arrojaron en 2011 una pérdida de 3208,5 millones de pesos contra 2245,3 millones del año anterior, mientras que el patrimonio neto descendió a un valor negativo de 1997,4 millones de pesos desde el ya negativo de 1880 millones de 2010, y todo ello a pasar de que el grupo recibió ese año un aporte del Tesoro Nacional de 3091,1 millones de pesos.

Por otra parte, Aerolíneas Argentinas y Austral, además de ser deficitarias, no pudieron cubrir ni siquiera los gastos operativos, de modo que la primera tuvo un déficit operativo de 671 millones y la segunda, de 164 millones.

La AGN, uno de los escasos organismos de control que cumplen su función con eficacia, encontró, además, debilidades por falta de detalle en la valorización contable de inventarios con un saldo de 375 millones de pesos; ausencia de un sistema de información confiable sobre los compromisos efectivamente asumidos por el programa de viajeros frecuentes, que registra un pasivo de 411,4 millones de pesos; dificultades en la estimación de los efectos de la desprogramación de 19 aeronaves contratadas en proceso de devolución por las que ya se abonaron 68 millones de pesos, y saldos pendientes de cancelación de tasas aeroportuarias correspondientes a billetes emitidos, pero aún no utilizados.

Mientras tanto, la línea aérea estatal, siempre en estado de coma económico, ha logrado que las autoridades nacionales libren una constante campaña de hostigamiento contra LAN en el Aeroparque, por tratarse de la única competencia de Aerolíneas y Austral en las rutas de cabotaje. En ese sentido, trascendió recientemente que LAN dejaría de volar a Bahía Blanca.

En esta columna hemos criticado que a LAN se le impida el uso de mangas, se intente excluirla del Aeroparque y no se le permita aportar nuevas aeronaves para reforzar sus servicios. Además, Intercargo modificó unilateralmente las condiciones de contratación vigentes con LAN.

No se entiende, por lo tanto, a qué obedecen los constantes y crecientes déficits de Aerolíneas. No se entiende siempre y cuando no se quiera advertir lo obvio: que el grupo está pésimamente administrado y, como no rinde cuentas como debiera y es financiado por la sociedad, se presta para muchos negociados.

La explosiva combinación de caos administrativo, pasivos crónicos, constante inyección de fondos y falta de control externo debe cesar. Tal como está conducida, Aerolíneas es una ficción. Pero una ficción muy costosa para todos.

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