Nota - Cartas de Lectores - Pag. 16
Quiero recordar un episodio ingrato. El 26 de diciembre abordé el vuelo 1302 de Aerolíneas Argentinas, rumbo a Miami. Viajaba con mi esposa, mi hija, su esposo y sus cuatro niños de 23 meses a 10 años. El vuelo salió demorado una hora y media sin explicación alguna. El regreso fue el 10 de enero, vuelo 1305, que salió con cuatro horas de atraso, también sin explicación alguna.
Mientras leía la revista que ofrece la compañía me surgió un sentimiento de indignación, como que se estaban burlando de mí. El doctor Mariano Recalde dice allí que todos somos dueños de Aerolíneas.
Pero no, al menos yo no lo soy. Porque si fuera dueño no me trataría a mí mismo de esa manera. El avión de ida y el de vuelta eran obsoletos, sin ninguna muestra de los entretenimientos de los que habla Recalde. Según el sitio de la compañía esos modelos serían desafectados en diciembre, pero no ha ocurrido. Si la comida es preparada por un cocinero famoso, seguramente no me tocó en suerte.
Las cuatro horas de demora en Miami, sin ningún funcionario argentino que dé la cara, son larguísimas para todos, pero parecen serlo más cuando se viaja con cuatro niños pequeños.
Pero hay más. Al entrar en el espacio aéreo argentino comenzó un período de turbulencia intensa que provocó que muchos adultos y niños se descompusieran y vomitaran. Fue un momento difícil. Pedí a la que parecía la jefa de azafatas, las bolsas que sirven para vomitar y me contesta “que la empresa no se las provee”. Ella misma dio a varios pasajeros la funda de las almohadas para que allí vomitaran. Entonces, ¿de qué habla Recalde? Reclamé de buenas maneras por el servicio y me contesta que el servicio era bueno porque en esas circunstancias ellas debían estar sentadas y estaban asistiendo al pasaje. Como si en un barco que se hunde los oficiales se van a su camarote en vez de distribuir los salvavidas.
Y algo más, doctor Recalde, no soy parte de lo que usted llama “ataques mediáticos que funcionan como publicidad negativa que desprestigia a la línea aérea de todos los argentinos”. Soy un argentino decente, trabajador y con una enorme tristeza por la distancia entre la realidad y el discurso.
Por eso y por más, no me siento dueño de Aerolíneas Argentinas.
Heriberto Bueno heribertobueno@yahoo.com.ar
