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20/05/2014 - Clarín - Nota - El País - Pag. 14

La Iglesia intentará reunir a Caló, Moyano y Barrionuevo

La "Semana Social" se realizará en junio

Los invitarán a un encuentro en Mar del Plata. Ayer comenzaron con el gastronómico.

Carlos Galván cgalvan@clarin.com Las metas de la Iglesia nunca son modestas. Ahora se propone sentar a una misma mesa al jefe de la CGT oficialista, Antonio Caló, con sus archirrivales de las centrales sindicales opositoras, Hugo Moyano y Luis Barrionuevo. “Va a ser algo histórico. Ni sé cuantos años hace que no estamos todos juntos”, rió el líder gastronómico.

Monseñor Jorge Casaretto, obispo emérito de San Isidro y miembro de la Pastoral Social de la Iglesia, participó ayer a la mañana de un desayuno en la Federación Trabajadores del Tabaco, un gremio que está alineado en la CGT Azul y Blanca que conduce Barrionuevo.

Entre tazas hirvientes con mate cocido y platos con facturas, Casaretto invitó a los dirigentes de esa central sindical a participar en el último fin de semana de junio de la “Semana Social”, el tradicional encuentro que la Iglesia organiza en Mar del Plata.

Barrionuevo y compañía se comprometieron a viajar. Este viernes Casaretto irá al Sindicato de los Trabajadores de Obras Sanitarias para invitar formalmente a la CGT oficialista que conduce Antonio Caló a participar del encuentro. Y el lunes que viene el obispo planea hacer lo mismo con la CGT que lidera Hugo Moyano.

Si los tres dirigentes sindicales concurren nomás a la cita en Mar del Plata, se le podrá atribuir a la Iglesia la producción de una fotografía inédita en los últimos tiempos.

La Semana Social de este año lleva el nombre de “El Papa Francisco y la cuestión social” y se llevará a cabo el 27, 28 y 29 de junio.

En el encuentro de ayer con la CGT Azul y Blanca, Casaretto remarcó a los sindicalistas la importancia de la unidad en el movimiento sindical. “Le respondimos que nosotros estamos dispuestos, siempre y cuando no se pretenda que bajemos la bandera de la defensa de los trabajadores”, recordó a Clarín el estacionero Carlos Acuña.

Frente a los gremialistas, Casaretto planteó: “El gran desafío es derrotar la pobreza y la exclusión y el sindicalismo tiene que tomarse en serio el tema de la inclusión social. En una época defendía a los que eran pobres, que eran los trabajadores, pero hoy el trabajador en blanco no es pobre y si lo es el trabajador en negro”. Enseguida completó: “Por eso desde el sindicalismo hay que plantearse como encarar políticas que incorporen a toda esta gente al trabajo formal”.

Luego de confirmarle a Casaretto que estará en Mar del Plata, Barrionuevo dijo: “Marcamos durante todo este tiempo una línea de conducta defendiendo los derechos de los trabajadores, defendiendo las instituciones y por eso, adherimos fuertemente a las propuestas que plantea la Iglesia para que tengamos una Argentina sin hipocresías”.

Durante el desayuno se habló bastante sobre el narcotráfico, la inf lación y la pobreza. También sobre el último documento de la Conferencia Episcopal Argentina sobre la inseguridad, la violencia y la corrupción.

Desde Roma, niegan conflictos con el Gobierno

Un colaborador cercano del Papa Francisco, el ceremoniero pontificio Guillermo Karcher dijo ayer que “no hay porqué buscar conflictos” entre los obispos y el Gobierno, tras el cruce de declaraciones que causó el último documento de la conferencia episcopal y su descripción de un país “enfermo de violencia”.

“Lo charlamos inmediatamente (con el Papa) y analizamos el documento. Hay que entender el lenguaje en un contexto. Me parece que no hay porqué buscar motivo de conflicto”, señaló.

Se trata de “una invitación a la reconciliación nacional como tantos otros documentos que vienen haciéndose en Argentina desde hace años”, subrayó. “Acá se lo ha leído como algo serio, como un llamado que hace siempre la Iglesia a saber convivir de un modo mejor”, añadió monseñor Karcher.

La difusión del trabajo de los obispos, hace dos semanas, causó la respuesta de la presidenta y de otros funcionarios, que rechazaron el diagnóstico y criticaron el supuesto rol de la Iglesia durante la última dictadura militar.

Una relación que siempre será preservada

Sergio Rubín

Con todos y para todos. Así podría sintetizarse una descripción del espíritu con que los obispos vienen orientando todas sus manifestaciones públicas, tanto las que quedan plasmadas en sus documentos episcopales como en las diversas intervenciones personales.

El convite que la Comisión de Pastoral Social llevó al líder de la CGT Azul y Blanca, Luis Barrionuevo, para que participe de la próxima Semana Social que se llevará a cabo en Mar del Plata en junio –y que en los próximos días será replicado con los jefes de las otras dos CGT– es una muestra de que la Iglesia no quiere perder su llegada a todas la vertientes del movimiento obrero: seguramente pronto habrá reuniones con los líderes de las dos CTA, Hugo Yasky y Pablo Micheli.

Sin que esto implique preferencias ni favoritismos, hay un motivo especial para no descuidar la relación con los gremialistas: el movimiento obrero argentino es uno de los pocos del mundo que se reconoce cristiano. En otros países, la inmensa mayoría de los gremios son conducidos por dirigentes socialistas, agnósticos o directamente anticlericales.

Aunque el reciente crecimiento de la izquierda dura erosionó un poco este paradigma, la suya todavía no es una presencia muy representativa.

En cambio, el proclamado apoyo de Juan Perón a la doctrina social de la Iglesia fue una inf luencia clave para orientar a los sindicalistas. Esa doctrina, que enfatiza el lugar del hombre como centro de la actividad económica y fue muy mentada durante los años 90 –cuando las privatizaciones dejaron a miles de trabajadores en la calle– ahora puede ser invocada para llamar la atención sobre los jóvenes que no estudian ni trabajan, subrayar la necesididad de una trabajo digno y en blanco, y alertar sobre el riesgo de que los planes sociales atenten contra la cultura del trabajo.

La Iglesia es respetuosa de los reclamos sindicales, pero a su manera también quiere jugar un rol para atenuar la conf lictividad social. Un recuerdo: a fines del gobierno de Alfonsín, una Semana Social reunió a Saúl Ubaldini, Juan Manuel Casella y varios empresarios.

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