El informe de la Auditoría General de la Nación, contundente y nulo en elogios, no releva sin embargo todo el dinero que Aerolíneas le costó a los argentinos.
El informe de la Auditoría General de la Nación, contundente y nulo en elogios, no releva sin embargo todo el dinero que Aerolíneas le costó a los argentinos.
Veamos algunos números: según la AGN, durante los 18 meses transcurridos entre enero de 2011 y junio de 2012, Aerolíneas perdió 948 millones de dólares, a razón de US$ 1,7 millones diarios. Pero según la Asociación Argentina de Presupuesto y Administración Financiera Pública (ASAP), entre enero de 2011 y agosto de 2012 (prácticamente el mismo período evaluado por el informe de la Auditoría General de la Nación) el Estado le giró a Aerolíneas y a Austral subsidios por 6.184 millones de pesos. Si se convierte esa cifra al tipo de cambio promedio de cada período, la cuenta arroja 1.468 millones de dólares.
En otras palabras, en esos 18 o 20 meses relevados, las dos aerolíneas estatales exigieron no una cifra cercana a los 1.000 millones de dólares, sino a los US% 1.500 millones.
¿Qué pasó con la diferencia? ¿Son esos US$ 500 millones de subisidios, acaso, inversión directa? Es poco probable: en aquel período, Aerolíneas apenas había invertido poco más de US$ 70 millones en la compra de dos aviones y el resto de su flota era (y lo sigue siendo) alquilada. En el caso de Austral, estaba recibiendo los famosos 20 Embraer adquiridos cuya compra habían negociado Ricardo Jaime y Julio De Vido. Pero esa compra es en cuotas, a pagar en 10 años.
En realidad, se trata de dos maneras de medir que difícilmente puedan coincidir: la ASAP es una ONG que mide, con información de primera mano, las partidas presupuestarias destinadas desde la secretaría de Hacienda hacia distintos organismos públicos.
Los auditorers de la AGN, en cambio, se embarran las botas: el organismo que conduce Leandro Despouy no se limita a verificar la cuestión contable sino que se mete a indagar, de manera meticulosa, el por qué de esas pérdidas. Procuran separar la paja del trigo y concluyen, como ya lo han hecho en informes previos, en que las pérdidas se explican por decenas de desmanejos que confluyen en la dirección encabezada por Recalde.
