Sin la presencia de Barrionuevo, impuso una postura moderada en el plenario sindical; pidió debatir sobre seguridad
Abel Frutos, Hugo Moyano y el "Momo" Venegas, tras la reunión mantenida en la CGT. Foto: DyN Sin Luis Barrionuevo y rodeado exclusivamente por algunos miembros de su tropa, Hugo Moyano congeló ayer hasta nuevo aviso cualquier medida de fuerza de alto impacto en contra del Gobierno. A su vez, y como parte de su rapto de moderación, el líder camionero dio luz verde para avanzar en dos cuestiones: sugirió que renunciaría a la jefatura de la CGT con tal de lograr la unidad de la central obrera y convocó a los funcionarios de seguridad de todo el país, incluido el kirchnerista Sergio Berni, para debatir sobre la inseguridad.
"Un plan de lucha no es sólo un paro o una movilización. A veces es más importante debatir, y quizás esto le genera más daño al Gobierno. Que debatamos y planteemos que hay una imperiosa necesidad de un cambio", argumentó Moyano, al anunciar su decisión de archivar momentáneamente cualquier protesta callejera.
La determinación se adoptó en un plenario de regionales de la CGT, en el que hubo numerosas ausencias, más allá de los gremios que integran la barrionuevista CGT Azul y Blanca. Y hasta hubo versiones de que comenzó con una hora y media de retraso porque Moyano tardó más de lo esperado en convencer a un puñado de dirigentes del interior que pretendía lanzar una moción para activar otro paro nacional antes de fin de año. Al final, se escenificaron cierta armonía y unanimidad, y se aceptó lo que el camionero quería.
Con grietas internas y cada vez más distanciado de sus aliados circunstanciales, como lo eran Barrionuevo o el ceteísta Pablo Micheli, Moyano barniza ahora un nuevo perfil: intentará mostrarse más dialoguista para encarar el proceso de reunificación de la CGT. "Es necesario que el próximo gobierno nos encuentre unidos", dijo, al abrirles la puerta a negociar a sus pares de la CGT oficialista, que encabeza Antonio Caló, y al propio Barrionuevo. Prevé un encuentro con Gerardo Martínez y José Luis Lingeri, de la central oficialista, para las próximas semanas.
Hasta Gerónimo Venegas, que hace unas pocas semanas exigía otra huelga o una movilización, modificó su postura en busca de la unificación de la CGT. "Hicimos paros y movilizaciones y este gobierno no nos escucha. Hay que empezar a debatir la unidad y si hay que poner la renuncia sobre la mesa, lo vamos a hacer", dijo el dirigente ruralista en el plenario, celebrado en el salón Felipe Vallese.
La única mención del episodio que terminó de romper la alianza con Barrionuevo la hizo Cristian Oliva, del gremio de los lecheros. "El Gobierno está en retirada y nos va a querer responsabilizar de lo que pueda pasar en diciembre", dijo Oliva. Recién ahí el salón recordó el apocalíptico pronóstico que hace unas semanas hizo el gastronómico, que insinuó que "en diciembre el país vuela por los aires" por la elevada inflación.
Luego, las sospechas sobre desbordes en las calles fueron expresadas por Cristina Kirchner y reproducidas por parte de su gabinete. Si bien la Presidenta nunca hizo nombres propios, las alusiones se interpretaron como dirigidas a la cúpula del sindicalismo opositor.
A partir de entonces, Moyano decidió congelar su plan de lucha. Entre sus colaboradores más íntimos dijo que temía convocar una protesta y que entre la multitud se engendre el caos y quedar como uno de los responsables de la violencia.
En su nuevo rol más moderado, Moyano planea condicionar el ajedrez electoral apropiándose de la inseguridad como una de las banderas de la CGT. "El tema es preocupante. La gente tiene temor de ir a trabajar porque la asaltan o hasta la asesinan", señaló ayer el camionero. Y adelantó parte de su plan: convocar a los funcionarios responsables para debatir y unificar esfuerzos. Entre los invitados figuran Berni y hasta aspirantes a ser presidente en 2015, entre ellos, Mauricio Macri, Sergio Massa, Daniel Scioli y Hermes Binner.
