Hay responsabilidades políticas ineludibles por la muerte del fiscal Nisman, que deberían subrayar el compromiso con su esclarecimiento y contra toda forma de encubrimiento.
Sergio Bergman Rabino y diputado nacional (PRO)
Lo que fue tragedia se hace comedia y la parodia de La Cámpora transforma este verano exitoso, de tragicómico a trágico. Ya no hay nada para reírse, todo para llorar. No solo lloramos la muerte de Nisman, sino nuestra propia degradación institucional que lo mató. Si tenemos una Cámpora que va por todo, sin querer ver lo que se reveló con el asesinato del fiscal, también tenemos una renovada versión de la López Rega. Pero si hubo un personaje que el peronismo se obligó a explicar, ése fue Héctor José Cámpora.
“Cámpora al gobierno y Perón al poder”.
Acto seguido, la juventud maravillosa de entonces es expulsada de la Plaza de Mayo por el general. Se llamaban entonces Montoneros y tienen sus manos manchadas con la sangre. Sin embargo, aquellos jóvenes armados, aun cuando algunos de ellos nos gobiernan o representan, nada tienen que ver con los gerentes de la Cámpora de hoy.
Estos últimos, sin haber militado, aterrizaron sin escalas en la caja y el organigrama del Gobierno Nacional. Hoy está claro que la SIDE no se coopta, como sí lo hicieron con Aerolíneas Argentinas, YPF, la IGJ y la Cancillería, entre otras estructuras del Estado que son propiedad del grupo sectario que nos gobierna.
A un mes de lo sucedido, aún no sabemos quién es el culpable de la muerte de Nisman. Quizás nunca lo sepamos. Pero de lo que no tenemos dudas -y será recordado por siempre, a partir del punto de inflexión de este magnicidio- es quién es el responsable político de dar explicaciones: la presidente de la Nación.
Responsable no es el que tiene la culpa -eso deberá dirimirlo la justicia-; responsable es quien responde por esta muerte.
Y la que es interpelada por este asesinato es la presidenta de la Nación Cristina Fernández de Kirchner. Sabemos, por nuestra trágica historia, que cuando los servicios están involucrados, lo primero que hacen es asegurarse de que nunca se sepa la verdad. Son, por lo general, servicios de encubrimiento y extorsión.
Entonces, la inteligencia ya no es para el bien común sino para el interés de sus agentes y del poder de turno, que se sirven de los “servicios” de estos servicios, cuya inteligencia fue que los gobiernos pasaran y ellos quedaran para siempre.
Nos equivocamos en el 2001 cuando clamamos que se vayan todos los políticos, ¡deberíamos haber exigido, ya en el 83, que se vayan todos los servicios! Esa inteligencia como servicios es directamente proporcional a nuestra negligencia como sociedad y a la complicidad culposa de todos y cada uno de los que nos gobernaron hasta hoy, aun quienes siendo más de lo mismo se quieren camuflar.
No dejaremos que Nisman muera dos veces. Por la bala que le dispararon en la sien por encargo de no sabemos quién; y ahora que lo quieren volver a matar con la impunidad que busca asegurar nuestra presidente, comandando por Facebook o por cadena nacional, la justicia ilegítima con la que quiere sepultar la verdad, la memoria y la justicia; enterrando a la Argentina en el pasado trágico del que huyó y al que ella invitó a ser un presente continuo, para intentar que no tengamos futuro.
Ni la Cámpora, que viene por todo, ni en las sombras la López Rega, que también lo intenta, lo lograrán. Cristina, como Isabelita, cargará por siempre en nuestra memoria, cada una con su López Rega.
Con esa memoria del mandato que en diciembre finaliza Cristina -convencida de que era Evita, termina como Isabelita- nos dedicaremos a no olvidar, pero a no perder la esperanza de ingresar a un cambio en la Argentina, donde solo la verdad será justicia.
