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30/06/2015 - La Nación - Nota - Opinión - Pag. 22

Irresponsabilidades de alto vuelo

El episodio protagonizado por una modelo y los pilotos de un avión de la línea aérea Austral, que forma parte de Aerolíneas Argentinas, durante un vuelo comercial, crudamente mostrado en un video que circuló a través de las redes sociales, ha dejado atónita y muy preocupada a la población.

El comandante del vuelo y su copiloto, obnubilados por la presencia de una celebridad televisiva, organizaron en la cabina un -para ellos- divertido momento, lleno de diálogos y bromas insinuantes, y permitieron que la invitada ejecutara algunos comandos nada menos que durante las maniobras de despegue. La atención de los irresponsables pilotos debió repartirse entre conversar con la extravagante invitada en un tono propio de estudiantina y dialogar con la torre de control para recibir las instrucciones del momento, todo al mismo tiempo. Por obvio que resulte, no estaban solos y llevaban un pasaje que ignoraba el hecho y confiaba ciegamente en ellos sin saber lo que ocurría en la cabina.

Al parecer, la frivolización de todas las cosas no reconoce límites. Puede discutirse la pertinencia o utilidad políticas de que los candidatos visiten programas de baile, y en todo caso eso lo valorarán los votantes, pero que supuestos profesionales de la aviación violen cuanta norma de seguridad pueda imaginarse, caigan presa de la seducción cuando se enteran de la presencia de una modelo entre el pasaje y organicen un divertimento durante el despegue sería difícil de creer si no hubiera sido registrado minuciosamente por el teléfono celular de la visitante. Durante los vuelos está prohibido el uso de cámaras y todo tipo de dispositivos electrónicos y la cabina desde la que se tripula el avión es el sitio de máxima seguridad por obvias razones.

La empresa estatal ha reaccionado de manera rápida con relación a los tripulantes. Lo que debe demostrar ahora es que lo ocurrido en ese vuelo es un episodio (gravísimo, pero episodio al fin) y no un síntoma de ligereza en los procedimientos de selección y evaluación de sus tripulantes y, sobre todo, en los procesos de control interno, pues nada de esto se habría conocido si no se hubiera difundido merced a una grabación casera compartida en las redes sociales.

No corresponde politizar el escándalo por el hecho de que se trate de una línea aérea estatal presidida por quien será uno de los candidatos a jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires en las próximas elecciones. Desgraciadamente, el que lo ha hecho es el propio presidente de la empresa, Mariano Recalde, que ha manifestado que debe investigarse la existencia de un complot político. Es preciso que no lo haga con los recursos de la empresa ya significativamente deficitaria que él administra muy mal. Sus energías y los recursos que obtiene de los impuestos deben estar puestos en algo mucho más importante: evitar que, de ahora en más, en la Argentina sea tan fácil poner en peligro un vuelo comercial de una aerolínea estatal, no por la intervención de terroristas, sino de una vedette.

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