Hoy, la protesta que atrasó la llegada de vuelos a Mendoza es la síntesis de este "divorcio".
Fue un hito para la aviación argentina: en 2007, Néstor Kirchner sacó el control de tráfico aéreo del ámbito militar y lo entregó a manos civiles. Cuatro años más tarde, su esposa y sucesora dio marcha atrás y le devolvió esta potestad a la Fuerza Aérea. Hoy, la protesta que atrasó la llegada de vuelos a Mendoza es la síntesis de este "divorcio".
Tras el impacto que generó el estreno del film de Enrique Piñeyro Fuerza Aérea Sociedad Anónima, Kirchner creó la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC), con el objetivo de dar una vuelta de página y sanear un sistema que, en manos militares, estaba colmado vicios y, para ello, puso al frente del organismo a un mendocino: Rodolfo Gabrielli, quien renunció en 2010.
Sin embargo, en 2011, un año después del fallecimiento de su marido, Cristina Fernández firmó un decreto que devolvió el control del tráfico aéreo a las fuerzas militares. En principio, ésta sería una medida transitoria que, llamativamente, se ha extendido por cuatro años, tal como denunciaron hoy los trabajadores que se reunieron en asambleas.
En aquel momento, fue una reclamo sindical lo que "justificó" la decisión. En noviembre de 2011, de la mano de Ricardo Cirielli, APTA retiró el personal de las torres de control y los vuelos se paralizaron. La reacción del Gobierno no fue una negociación con los trabajadores ni mucho menos. En su lugar, se optó por una alternativa radical.
Kirchner tomó aquella decisión para profesionalizar el control aéreo, dado que las falencias se hicieron evidentes: controladores que no estaban en sus lugares de trabajo, que no dominaban el inglés y que, en ocasiones, casi provocaron la colisión de aeronaves en el aire. El proceso que inició, sin embargo, fue interrumpido por la oposición... de su esposa.
