Pidió "ir juntos por lo que aún falta"; en el sciolismo reconocieron fisuras con La Cámpora y hubo críticas por el desempeño de Aníbal Fernández en la provincia y por el rol de Cristina
Fue un golpe imprevisto, impensado. Sin dudas, un escenario que nunca imaginó. Aún aturdido por el impacto, serio, con gesto adusto y sin un solo dato oficial todavía cargado, Daniel Scioli salió al escenario y habló de lo que viene, el ballottage. La pelea de fondo, según el gobernador bonaerense, será entre dos visiones de país bien diferentes.
El intento de Scioli por volcar discursivamente el clima en el Luna Park no duró mucho. Dos horas después, con los primeros resultados oficiales cargados, el sciolismo entró en crisis. ¿Qué pasó? Las respuestas que ensayaron todos los consultados tenían un denominador común: la pésima performance en la provincia de Buenos Aires. Todos señalaron al mismo culpable: el jefe de Gabinete y candidato a gobernador bonaerense, que se convirtió en el centro de las críticas.
Pero también surgieron quejas hacia la presidenta Cristina Kirchner, por haber elegido a Aníbal Fernández contra todos los reparos que pusieron algunos dirigentes, sobre todo los intendentes bonaerenses. La imagen negativa del ministro coordinador fue una carga demasiado pesada para Scioli.
"Sin la provincia de Buenos Aires se nos complica la elección", advirtieron desde el sciolismo.
Con su compañero de fórmula, Carlos Zannini, a un metro de distancia, Scioli mandó un mensaje para adentro del Frente para la Victoria. "Vamos a ir juntos por lo que aún falta", dijo en un intento de llamar a la unidad.
En el escenario y entre los militantes no había integrantes de La Cámpora o cristinistas puros. Las tensiones que se dieron durante toda la campaña quedaron expuestas en el día clave. El sciolismo y parte del kirchnerismo ya no podrán disimular más la fractura. Ahora comienza para ambos grupos una carrera por la supervivencia.
Pero, además, en un discurso encendido de 16 minutos, apuntó contra su rival, Mauricio Macri. "Seamos claros? si fuera por Macri no tendríamos la Asignación Universal por Hijo, YPF, Aerolíneas Argentinas, la Anses, y habríamos salido a pagarles sin condicionamientos a los fondos buitre. Existen dos visiones muy diferentes del presente y del futuro de la Argentina en juego", disparó el candidato a presidente del oficialismo.
Scioli llegó a las 20.20 al Luna Park. A diferencia de lo que pasó en agosto, nunca abandonó el camión que utiliza en cada viaje y acto de campaña. Ahí tiene una mesa de comedor para 10 personas, baño, cocina y una habitación. Situado detrás de la carpa VIP que se preparó sobre la calle Lavalle, el círculo más íntimo de Scioli estuvo siempre con él. Su esposa, Karina Rabolini; el presidente del Banco Provincia, Gustavo Marangoni; el secretario de comunicación bonaerense, Juan Courel, y el coordinador de campaña, Jorge Telerman, entre otros.
Prometió una segunda aparición pública, pero los malos números lo obligaron a suspenderla. El camión se convirtió en un lugar de peregrinación para funcionarios nacionales y provinciales. El titular de la Anses, Diego Bossio, fue uno de los más activos, pero también llegaron hasta ese lugar Zannini y el titular de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), Oscar Parrilli. Cerca de las 23, llegó el gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey; el salteño fue el único de los mandatarios provinciales que dijo presente. En el ir y venir de funcionarios también se colaron los amigos, como el matancero Alberto Samid.
Todo parece costarle demasiado a Scioli. Primero fue en las primarias, en las que no pudo alcanzar el 40 por ciento que esperaba. Y ayer, contra todos los pronósticos, la definición con Macri fue cabeza a cabeza, lo que llevará a un ballottage sin antecedentes. "Tendremos que replantear la campaña. Algo hicimos mal", reconoció uno de los hombres de consulta del gobernador.
Fue una de las pocas veces que Scioli se mostró enojado en público. No hubo en su alocución tiempo para la sonrisa. Tampoco para saludar a los presentes, como hace habitualmente, sino advertencias sobre el futuro.
"Los cambios tienen que ser cambios para adelante y no para atrás. Y siempre incluyendo a los más necesitados. Estoy convencido de que los argentinos no quieren volver al ajuste, la devaluación y el endeudamiento", sostuvo el mandatario provincial.
También repasó las promesas de campaña. Aseguró que construirá un millón de viviendas, que atraerá 30.000 millones de dólares por año en inversiones y que le devolverá el IVA a jubilados y pensionados, entre otros temas.
Unos 5000 militantes lo escuchaban atentamente y se quedaron esperando su regreso. Pero se quedaron con las ganas. Los números que fueron arrojando las urnas cambiaron radicalmente el clima en el mítico estadio. El optimismo del comienzo de la fiesta, cuando la especulación pasaba por si Scioli lograría coronarse en primera vuelta, se transformó en un sentimiento de desesperanza. "Ahora viene otra etapa", describieron, resignados.
