La falta de respeto de las empresas hacia sus clientes se ha vuelto moneda corriente. El 14 de enero pasado teníamos programado un viaje con mi marido y mis tres hijos a Bariloche vía LAN Argentina. Sorpresivamente al arribar al Aeroparque nos encontramos con una marea de gente que había quedado varada allí porque los pilotos de dicha aerolínea decidieron realizar un paro sorpresivo en sus vuelos de cabotaje. Fuimos reubicados en un vuelo que salió 28 horas después. Realizado el reclamo correspondiente por los perjuicios económicos y emocionales que este conflicto totamente ajeno a nuestra voluntad nos ocasionó, todavía hoy no tenemos ninguna respuesta a nuestra solicitud de justa compensación. Mi familia y yo no nos acostumbraremos nunca al maltrato ni a los malos hábitos. Uno de ellos es el de ignorar a quienes buscan defender los derechos que tenemos los consumidores de cualquier producto o servicio, y que nos atañen a todos.
Analía Pizzio de López Verde
