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18/04/2017 informepolitico.com

El sindicalismo elegido como principal enemigo

¿Quién puede dudar, que en el actual contexto (más allá de la grieta electoral personificada ahora con los roles intercambiados), el gobierno nacional eligió como enemigo número uno al sindicalismo? ¿Y quién puede desconocer que en esta elección de adversario, cuenta como aliado fundamental a los principales medios de comunicación?

Ya no los son pobreza cero, ni el accionar contra el narcotráfico, ni la unión de los argentinos, los principales objetivos. Ahora la matriz de todos los males, la madre de todas las batallas es provocar en la opinión pública, la gran revelación que le permita identificar toda acción sindical como la personificación del mismísimo satanás.

El combate con mayor difusión es el protagonizado con los docentes. Primero los ninguniaron con el llamado al voluntariado, después con la oferta del 18%. En paralelo se esquiva la paritaria nacional como piso. Y después de alentarlos para recorrer otro camino de protesta, son reprimidos al momento de instalar la nueva versión de la carpa blanca, con la excusa de la no autorización. Tan bien se viene trabajando el discurso para emparentar el rol del dirigente sindical al del mismísimo mal, que hasta se han generado las condiciones para justificar la represión a los trabajadores.

Es probable que muchos referentes gremiales hayan simplificado la tarea, pero el objetivo que persigue el Poder Ejecutivo, no es mejorar la representatividad de los trabajadores, sino perforar las conquistas laborales. De ahí la publicación en el boletín oficial a favor de “democratizar a los sindicatos”, mientras poco se dice de hacer lo propio en gremios empresariales, entre otros sectores poco afectos a consensos amplios. Un paralelismo similar puede trazarse en lo que hace al porcentaje de participación del género femenino, que brilla por su ausencia en las cúpulas patronales. El “mini-davos” basta como ejemplo.

Es probable que quizás los maestros, no estén realizando su mejor performance en la discusión paritaria. Puede que hayan estado lentos de reflejos en la pérdida del acompañamiento de la comunidad educativa con la seguidilla de paros decretados en el plan de lucha. Tanto que cuando llegó la hora de la huelga más justificada de todas, después del ataque sufrido frente al Congreso, a manos de las tropas policiales, la medida de fuerza ya estaba en estado de desgaste. Aun así, tal vez el logro haya sido hacer que el gobierno muestre los colmillos que hasta aquí venía escondiendo detrás de sonrisas publicitarias.

Y entonces, los principales referentes de Cambiemos se han envalentonado en una suerte de honestidad brutal, con asesores que citan como ejemplo al actual presidente norteamericano a la hora de hacerles entender cómo deben actuar. “Nosotros defendemos la Educación Pública” –repiten frente a los espejos de sus baños a la hora de ensayar los discursos- “no ellos, que nunca han peleado más que por su salario, su interna gremial y por sostener un estatuto que les permite licencias interminables”.

Dios atiende en Buenos Aires (capital y provincia). Más aún en un año electoral. Basta con ver como los habitantes de la metrópoli no tenemos tiempo para distraernos demasiado con las inundaciones que sufren miles de ciudadanos de diferentes regiones país, debido a un clima hostil, pero también por la falta absoluta de todo tipo de previsión estatal. Y la pelea gremial como parte de la disputa política electoral se lleva entonces el título de tapa de cada propuesta periodística.

De esta manera, los docentes son uno de los focos elegidos para cubrir el fracaso que hasta aquí ofrece el plan económico instrumentado desde la Casa Rosada. Detrás vendrán los estatales y ahí nomás los sectores de la industria, la salud y los servicios en el nuevo proceso de negociación paritaria. Todo inmerso en una coyuntura marcada por pérdida de fuentes de empleo, disminución de horas extras, caída del poder de compra en el mercado interno y pautas de flexibilización laboral, con cierre de fábricas y comercios, a partir de la baja en la producción de casi todas las actividades productivas.

Aquí sí es central la tarea que debe realizar el Movimiento Obrero Organizado para llevar adelante la defensa de los derechos de los trabajadores, recuperando la credibilidad de la masa salarial, al ser el principal actor social que representa la fuerza del trabajo en relación de dependencia. Con la particularidad que la Argentina históricamente es destacada como distintiva, a la hora de citar la legislación laboral vigente, al menos en lo que hace a los países de Latinoamérica, por la custodia que el sindicalismo ejerce de las normas del trabajo, el funcionamiento de los Convenios Colectivos y la fortaleza para brindar servicios y beneficios sociales, en salud, turismo y seguridad laboral. Allí radica la verdadera razón de la elección de este enemigo de turno.

Claro que las peleas internas no ayudan. Y muchas de las críticas encuentran asidero. Hoy la CGT más que desunida, se encuentra en estado de implosión. Expuesta a las corridas por izquierda, piquetes mediante y por derecha con permanentes descalificaciones (a veces justificadas) que rápidamente consiguen repercusión mediática. Al tiempo que se engloba en esta descripción de perfil de referencia, la crítica a la representatividad del Peronismo en sus distintas expresiones partidarias.

Mientras los empresarios de gran envergadura hacen su juego, usufructuando el desgaste al que son expuestos sus contrincantes de cada nuevo proceso de negociación y disputa paritaria o legislativa.

El juguetito nuevo se llama blanqueo. La cartera laboral se suma de esta manera al protagonismo que viene asumiendo el oficialismo todo, montado sobre una aparente fortaleza basada esencialmente en lo discursivo. Y en las encuestas de turno, siempre dispuestas a colaborar a la hora de instalar porcentajes, aprovechando la ventaja que da una contienda electoral aún lejana para constatar la autenticidad de las mediciones de imágenes y preferencias.

Posicionarse en terminar con el empleo no registrado es una decisión políticamente correcta y socialmente ineludible. Acabar con la contratación en negro es necesario para dignificar al hombre y la mujer de trabajo. Pero también aquí la representatividad gremial deberá estar atenta a no caer en ninguna trampa que implique canjear la pelea contra este flagelo a cambio de modificar las normas que rigen la legislación laboral en nuestro país, en beneficio de quienes persiguen como objetivo la desvalorización de la fuerza del trabajo.


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