Diego Cabot
Fue en una reunión de ejecutivos de Aerolíneas Argentinas en la que se repasaron los números de la empresa. "Se encendieron las alarmas", resumió una de las 100 personas que forman el grupo de líderes de la empresa. Los tiempos cambiaron en pocos meses para la línea aérea estatal. De un primer trimestre del año que inundó de optimismo las oficinas corporativas a un segundo que determinó un cambio en los planes de corto plazo. Algunas soluciones se pueden vislumbrar.
Se combinaron varias cosas. La primera fue que el precio del petróleo viene en una escalada que no se sabe dónde terminará. Pero además de pagarse más caro el combustible, un derivado del crudo, por la devaluación se necesitan más pesos para cancelar la factura.
A esto se suma que el mercado interno está mucho más quieto. Después de los primeros meses del año, y con la corrida cambiaria a pleno, la demanda de pasajes cayó. Además, se empezó a consolidar la oferta de las aerolíneas low cost. "El factor de ocupación de los asientos que ofrece Aerolíneas cayó y no es posible aumentar mucho los pasajes por la competencia", admitió un ejecutivo.
Según datos de la empresa, el grupo Aerolíneas tendrá un costo adicional de US$120 millones solo de combustible este año. En 2017, el JP1 se pagó, en promedio, a US$51,60 el barril, y en lo que va del año ya llegó a US$66,60. Pero el asunto es que la curva va para arriba y ya se pactan operaciones con una cotización de US$74. En julio del año pasado se pagaron US$39,9 millones por la factura de combustible. Este mes, según las proyecciones de la empresa, por un volumen un poco menor se pagarán US$52,5 millones.
En Aerolíneas consideran que el último trimestre será muy bueno. "El asunto es qué hacer estos dos. Es un problema de caja, con costos que suben y ventas que bajan", contaba uno de los presentes en la reunión. Los ejecutivos le llevarán al ministro de Transporte, Guillermo Dietrich, un menú de opciones para salir del paso. Una puede ser financiarse en el mercado. La empresa, después de ponerse al día con los balances y bajar el déficit, puede golpear las puertas de los bancos.
Pero también se podría avanzar en la venta de algunos activos no determinantes para la operación, como oficinas o locales donde funcionan sucursales.
