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PLANES PREVENTIVOS

ACCIDENTE CEREBROVASCULAR

Los términos accidente cerebrovascular (ACV), infarto cerebral, ataque cerebral, apoplejía o ictus son sinónimos, para definir a una enfermedad que se caracteriza por un déficit neurológico ocasionado por una disminución importante del flujo sanguíneo cerebral, de forma brusca, o bien, por una hemorragia originada por la rotura de un vaso cerebral.

El cerebro es una gran masa de tejido blando compuesto por miles de millones de células nerviosas. Es el principal centro de control del organismo y nos permite ver, oir, oler, caminar, hablar, etc. Es también el centro de control de las emociones, de los pensamientos, de la memoria, del juicio y de la conciencia.

La sangre es la encargada, entre otras funciones, de llevar oxígeno (O2) al cerebro, cuya interrupción produce un cuadro llamado isquemia. Sin O2 mueren las células cerebrales, produciéndose el infarto, el que será más importante cuando más tiempo el cerebro esté privado de sangre, y cuando de mayor trascendencia se trate la arteria que dejó de irrigar.

Como las células cerebrales controlan los movimientos, parte del cuerpo puede quedar paralizado tras un ACV. Si éste se ubica en el lado derecho del cerebro, el lado izquierdo del cuerpo puede quedar afectado. La inversa ocurre si se afecta el lado izquierdo del cerebro.

Las enfermedades cerebrovasculares constituyen uno de los problemas de salud pública más importantes, ya que el daño cerebral supone una ruptura en la trayectoria vital del paciente con severas implicancias familiares, sociales, económicos e institucionales.

Clasificación.

Según su etiología, un ACV tiene dos variantes: isquémicos o hemorrágicos. En ambos casos el cuadro clínico es variado y depende del área encefálica afectada.

ACV isquémico: o ACV oclusivo o infarto cerebral se presenta cuando se produce una interrupción súbita e inmediata de flujo sanguíneo. La isquemia de las células cerebrales puede producirse por los siguientes mecanismos:

• De origen vascular o hemodinámico: por vasoconstricción reactiva a otros procesos, como ser la hipertensión arterial grave y mantenida. También puede obedecer a una hipotensión arterial grave.

• De origen intravascular: por la formación de un coágulo en una de las arterias que irrigan el cerebro, o por la migración de uno producido en otra parte del cuerpo y arrastrado por la corriente sanguínea.

• De origen extravascular: originado en una estenosis compresiva sobre la pared vascular, como por ejemplo, a causa de tumores, absceso, quistes, etc.

ACV hemorrágico: se debe a la ruptura de un vaso sanguíneo encefálico debido a un pico hipertensivo o a el estallido de un aneurisma congénito.

La hemorragia conduce al ACV por dos mecanismos. Primero, porque priva de riego sanguíneo a área cerebral dependiente de esa arteria, y porque la sangre extravasada ejerce compresión sobre las estructuras cerebrales, incluidos otros vasos sanguíneos, lo que aumenta el área afectada.

Otra patología denominada TIA (trastorno isquémico agudo) hace mención a ciertos cuadros agudos de menor duración e intensidad, originados por pequeñas isquemias cerebrales, por las cuales el paciente presenta algunos de los signos que se describen más adelante. Generalmente son pasajeros y dejan pocas o ninguna secuela física.

Síntomas

Los síntomas de un ACV dependen de qué parte del cerebro esté afectada y suelen presentarse de manera súbita y sin aviso. No obstante, los accidentes hipertensivos generalmente se manifiestan con los signos propios de la hipertensión.

El enfermo suele presentar dolor de cabeza, sobre todo si el ACV es a consecuencia de una hemorragia, y se caracteriza porque:

• Comienza repentinamente y suele ser muy intenso.

• Generalmente ocurre al estar acostado.

• Lo despierta.

• El dolor empeora si cambia de posición, cuando se agacha, hace un esfuerzo o tose.

• Además puede presentar:

1. Cambio en su estado de conciencia, pudiendo perder el conocimiento e incluso, llegar al estado de coma.

2. Confusión o pérdida de la memoria.

3. Torpeza y falta de coordinación de sus movimientos.

4. Pérdida del equilibrio y dificultad para caminar.

5. Debilidad o parálisis muscular.

6. Pérdida de la visión de uno o de ambos ojos.

7. Problemas para hablar o entender lo que otros hablan.

8. Pueden acontecer otros déficits varios.

Diagnóstico

El ACV es una emergencia médica y si se observan los signos y síntomas mencionados anteriormente se lo debe trasladar de inmediato a un centro asistencial que cuente con internación, incluida la Unidad de Terapia Intensiva. El Médico evaluará al paciente para determinar la conducta terapéutica.

Es fundamental determinar si se trata de una ACV isquémico o hemorrágico, pues en este último caso puede necesitar una neurocirugía de urgencia para evacuar el coágulo que se haya formado en el cerebro. La evolución posterior depende del tiempo con que se haya procedido, pues suelen tener mejor pronóstico los que se tratan precozmente.

Una de las herramientas más importantes es la tomografía computada de cerebro que puede permitir hacer el diagnóstico a las pocas horas de iniciado el padecimiento. También lo son las angiografías cerebrales, los ecocardiogramas, las angiorresonancias y otros. No obstante, debe recordarse que el diagnóstico presuntivo inicial es clínico, con lo que puede iniciarse el tratamiento de inmediato, aún sin contar con otros medios de diagnóstico de máxima complejidad.

Tratamiento

El paciente debe ser internado con urgencia, dado que es una enfermedad que le puede causar la muerte. El período de hospitalización dependerá del tipo de ACV, de la extensión del mismo, y de si fue operado o no, como así también de otras patologías asociadas: diabetes, arritmias cardíacas, insuficiencia cardíaca, hipertensión arterial, obesidad, sedentarismo, tabaquismo, etc, las que aumentarán el riesgo de su estado de salud.

Todas las medidas terapéuticas que se adopten son de exclusiva decisión médica, pues solo después de un correcto diagnóstico sobre qué tipo de ACV se enfrenta se iniciará el tratamiento específico: la cirugía, los anticoagulantes, los trombolíticos, son de utilidad, además de aquellos que traten las otras patologías preexistentes.

También se debe saber que un gran porcentaje de pacientes muestran una intensa depresión luego del ACV, por lo que se lo debe tratar puntualmente para que participe y colabore en la etapa de rehabilitación que se brinde durante y luego de la internación, ya que es fundamental tratar las parálisis o las plejías secuelares: en esto es primordial el trabajo de Kinesiólogos, Fisiatras, Neurólogos, Psicólogos, etc. Cuanto antes se pueda iniciar este trabajo mejor serán los resultados futuros.

La fisioterapia, la terapia ocupacional, la logoterapia, la musicoterapia, la terapia de la deglución y otras, se iniciarán en el hospital con el paciente aún internado, y su objetivo es ayudarle a recuperar la mayor funcionalidad posible.

Desafortunadamente, la mejora suele ser lenta y los resultados positivos observarse luego de meses de trabajo sobre sus deficiencias.

No obstante, se insistirá en toda aquella terapia que permita que el paciente sea autovalido, siendo fundamental que aprenda a caminar con o sin ayuda de bastones, muletas o andadores, pero también que pueda realizar aquellas tareas cotidianas como vestirse, asearse, comer solo, etc.

Prevención

Como en tantas patologías, la prevención también en ésta es de fundamental importancia.

Recordar que dijimos que uno de los tipos de ACV se llama hemorrágico y que en su génesis se relaciona con la hipertensión arterial. Y es precisamente sobre las misma en la que deberá concentrar sus atenciones no solo el profesional sino también el paciente que la padece, pues él también es responsable por el cuidado de su salud y tiene la obligación de concurrir a los controles médicos, medirse periódicamente la presión arterial, tomar la medicación que se le indique, realizar ejercicios físicos, mantener un peso adecuado y hacer una dieta acorde, por ser todas importantes herramientas en la prevención de esta enfermedad. Sin hipertensión es poco probable la existencia de una ACV hemorrágico.

En función de lo referido en el párrafo anterior, en muchos países se denomina ataque cerebro vascular y no accidente cerebro vascular hemorrágico, pues se considera válida aquella premisa que dice: ”si se puede evitar no es accidente”.

Los máximos cuidados son también necesarios para la atención de otros factores de riesgo: arritmias cardíacas, dislipemias, etilismo, tabaquismo, diabetes, obesidad, etc, todas nosologías que pueden no solo favorecer la instalación de un ACV sino también agravarlo.

Los pacientes con antecedentes cardioquirúrgicos deberán controlar constantemente sus factores de coagulación para evitar la formación de coágulos que originen cuadros neurológicos de isquemia, y las mujeres de reciban anticonceptivos también deberán consultar con su Ginecólogo respecto de los factores de riesgo relacionados con los misms. Asimismo, se tendrá especial atención en todas las intervenciones quirúrgicas que se realicen desde la cintura para abajo, usando medias o vendas elásticas en los miembros inferiores y movilizando precozmente al paciente.

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