Nunca más: será repatriado el avión desde el que arrojaron al mar a Madres de Plaza de Mayo

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12/02/2023 Conclusion.com.ar (Santa Fe) – Nota

El avión, parte de los llamados «vuelos de la muerte», fue usado para los asesinatos de Azucena Villaflor, Esther Ballestrino de Careaga y María Eugenia Ponce de Bianco y las monjas francesas Alice Domon y Leonie Duquet. En los próximos meses será traído al país como testimonio de la época más oscura de la historia argentina.

Diego Caputo

El avión Skyvan, con el que tiraron a las aguas a las Madres de Plaza de Mayo y a las monjas francesas durante los nefastos «vuelos de la muerte» en la última dictadura cívico militar, será repatriado por el Gobierno nacional. La nave, que fue de la Prefectura, está activa en Estados Unidos y volverá al país en las próximas semanas.

Un peritaje del piloto y cineasta Enrique Piñeyro fue el último paso en una serie de trámites que fue haciendo el Estado argentino para recuperar el avión que supo ser el PA-51 y que es prueba material de los crímenes llevados a cabo por el gobierno dictatorial.
Aún no se hizo pública la fecha del retorno pero se espera que pueda ser el próximo 24 de marzo, cuando se cumplen 47 años del último golpe cívico militar. Lo que sí se sabe es que será destinado al Museo de la Esma , cuya candidatura como Patrimonio Mundial será evaluada por la Unesco en septiembre. El ministro de Economía, Sergio Massa,  modificó el presupuesto para liberar 323 millones para la adquisición de la aeronave San que brindaba servicio de correo en Estados Unidos.

En la noche del 14 de diciembre de 1977, el Skyvan despegó desde Aeroparque sin destino conocido. Llevaba una carga macabra: doce militantes que habían sido secuestrados días antes, trasladados a la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), torturados y ahora sedados para ser arrojados vivos al mar. Entre los secuestrados estaban las Madres de Plaza de Mayo Azucena Villaflor, Esther Ballestrino de Careaga y María Eugenia Ponce de Bianco y las monjas francesas Alice Domon y Leonie Duquet.

En los primeros meses del gobierno de Alberto Fernández, el Ministerio de Defensa hizo un informe minucioso sobre la historia de la aeronave. En 1971, la Prefectura compró cinco Skyvan, dos fueron destruidos durante la guerra de Malvinas. Los otros tres se vendieron en 1994 a CAE Aviation SRL de Luxemburgo, uno se quedó allí, otro terminó en el Reino Unido y el tercero fue a Estados Unidos. Cuando Miriam Lewin y Giancarlo Ceraudo lo encontraron lo tenía la empresa GB Airlink y lo usaba como correo privado. Después lo adquirió Win Win Aviation, que lo usaba para viajes de paracaidismo.

Las planillas de vuelo -analizadas por la Unidad Fiscal para causas de lesa humanidad- permitieron entender que ése era el avión de la Prefectura que se había usado para arrojar con vida al mar a las Madres, las monjas francesas y a los otros siete militantes que solían reunirse en la Iglesia de la Santa Cruz.

Piñeyro detalló días atrás en una entrevista a Página 12 que su aporte el reconocimiento fue para “corroborar que fuera el mismo avión”, a lo que sumó: “Yo lo había visto cuando estaba en Fort Lauderdale, y Massa me pidió que fuera a verificar que se tratara del mismo avión, cosa que fue muy sencilla porque conozco el avión y el número de serie no cambia nunca. Es una especie de número en el chasis”.

En ese sentido el piloto añadió: “A mí me llegaron los registros técnicos y me pidieron que los analizara porque no se entendían bien, ya que eran anotaciones muy aeronáuticas. Ahí empezaron a saltar sapos y culebras porque había vuelos que eran incompatibles con cualquier lógica aeronáutica . Cuando vi que eran vuelos que debían haber llevado 40 minutos y llevaban 4 horas y 40 minutos, dije ‘es todo mentira lo que están anotando’. Hice la denuncia y eso se incorpora a la causa Esma”.

Unos años antes de la aparición del avión, el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) había identificado los cuerpos de cinco de las mujeres que estuvieron en ese vuelo macabro: Ángela, Esther, Azucena, Mary y Leonie. Sus restos habían aparecido en la costa atlántica entre el 20 de diciembre de 1977 y el 11 de enero de 1978, según reconstruyó el EAAF, y habían sido enterrados en el cementerio de General Lavalle. No había margen para negar que ese vuelo había existido: estaban los cuerpos, el avión, los registros y los testimonios de los sobrevivientes.

El hallazgo no solo aportó a la verdad, sino fundamentalmente a la justicia. Esa información fue clave para que en Argentina se reconociera, por primera vez, la mecánica de los vuelos de la muerte.

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