En 2007, Ramón Robles viajo por primera vez y recorrió cada uno de los lugares donde sucedieron los combates. Ese año, con otros tres excombatientes regresaron al Centro de San Justo con una porción de recuerdos, que ahora luce en el Museo inaugurado en 2009.
Por Fernanda Jara – Infobae.com
Ramón Robles llegó a las Islas Malvinas con 20 años mientras cumplía con el Servicio Militar obligatorio en Córdoba. Saber que debía ir a combatir no lo asustó para nada porque, admite, imaginaba lo que vendría. “Para eso nos estaban preparando mentalmente”, admite.
“A los 20 años sentís que te comés el mundo, ¿o no?”, dice con total seguridad el hombre de 62 años que fue soldado del Grupo de Artillería Aerotransportado 4, presidente de la Confederación de Combatientes de Malvinas de la República Argentina y de la Federación de Veteranos de Guerra de la provincia de Buenos Aires.
Fueron 74 días allí. “Nos enteramos el 2 de abril cuando fue la recuperación y a partir de ese momento nuestra unidad se empezó a poner en apresto para el momento en que llegara la orden partir a la Isla. Eso era algo normal en esa época, en una situación militar. No fue algo sorpresa. Nosotros llegamos allá el 23 de abril, y desde el 2 de abril nos preparamos continuamente preparando el armamento, la ropa preparando, todo para ir”, resume.
El recuerdo del Ramón de 20 años lo conmueve y enorgullece. “Si pudiera hacer una regresión y verme, sabiendo todo lo que hice y cómo, me pondría diez veces más orgulloso de lo que estaba anteriormente porque siento que cumplí con la con la misión que me tocó; siento que puse todo lo que tuve que poner, que di todo lo que podía ver y que algunos dieron más, ¡su propia vida! Entonces, no me arrepiento absolutamente de nada. Ni de haber ido, ni del sufrimiento que pasé con todo lo que sufrí. Estoy realmente orgulloso de haber sido parte y haber sido elegido para ese para esa batalla”, reconoce su heroísmo y cuenta que la “única secuela” que le quedó fue haber perdido la audición de un oído.
Lo que siguió fue la vuelta por la puerta chica. “No se dieron cuenta los primeros gobiernos democráticos que la muerte me acompañó constantemente. Fueron 74 días caminando con la muerte al lado, pero algunos tuvimos la suerte de que no nos quiso llevar”.
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En 2007, Ramón Robles viajo por primera vez y recorrió cada uno de los lugares donde sucedieron los combates. Ese año, con otros tres excombatientes regresaron al Centro de San Justo con una porción de recuerdos, que ahora luce en el Museo inaugurado en 2009.
“A esa tierra la trajeron los compañeros en el primer viaje que compartimos. No recuerdo los detalles, pero ahora está en el Museo que tenemos, que empezamos a hacer de cero en 2002, y que terminamos en el 2009″, revive. Cuenta Ramón que fue soldado del Grupo de Artillería Aerotransportado 4, presidente de la Confederación de Combatientes de Malvinas de la República Argentina y de la Federación de Veteranos de Guerra de la provincia de Buenos Aires.
Entre ese año y 2023 se realizaron otros viajes, pero él recién volvió en septiembre de 2023. De la primera experiencia recuerda que junto al grupo de argentinos con los que llegó izó la bandera en el Cementerio Argentino donde descansan nuestros caídos. Eso generó el enojo de los ingleses porque, hasta entonces, no permitían nada con los colores celeste y blanco en esas tierras.
En la segunda oportunidad, admite que lo sintió diferente al primero. “En el primero creo que lo tomamos como algo más político, pero al ultimo lo disfruté. Volví destrozado”, sintetiza.
“Mirá, a nivel emocional fue un golpe muy, muy, muy, muy, pero muy fuerte. Estar otra vez en esos lugares y recordar el ‘82 fue verme, vernos y preguntarnos: ‘¿Cómo hicimos lo que hicimos? ¿De adónde sacamos fuerzas para llegar a estos lugares, cagados de hambre, mala alimentados, mal abrigado y con todo lo que vivimos en esos montes donde no hay nada, solamente viento frío y agua. Absolutamente nada más...? Vivimos entre las piedras, fue terrible. Terrible porque fue una regresión al 82 y darnos cuenta de lo que sufrimos y también de los huevos que pusimos porque, a pesar de todas las inclemencias, no les fue fácil a los ingleses dominar la isla de vuelta, nada fácil, siendo ellos la tercera potencia mundial en ese momento y nosotros un país latinoamericano que con soldados que no éramos profesionales. Ahí, recién, nos dimos cuenta de la bravura de nuestro queridos compañeros soldados”, dice emocionado.
Hay recuerdos que prefiere borrar. “Nunca recibí una carta, nunca recibí nada y mi familia no recibió lo que yo escribí… Creo que después de que terminó la guerra, la verdad, hoy no lo tengo en cuenta. La memoria es selectiva y lo que le duele lo esconde y trata de no sacarlo”.
Emocionado, sigue: “Uno no regresa igual de una guerra. La cabeza misma prefiere no tener la cuenta ciertas cosas, para seguir adelante. Y la vuelta fue un desastre, un abandono total porque el primer gobierno democrático fue el peor porque nos soltó, nos escondió, nos metió bajo la alfombra y el segundo gobierno nos dio una limosna: nunca nos hicieron una revisión médica, nunca nos controlaron a ver qué pasaba hasta que en el 2007, el otro gobierno, nos reconoció y nos puso en la cresta de la ola. A partir de ahí cambiamos nuestra situación real: nos dieron trabajo en la provincia de Buenos Aires, se abrieron las puertas para muchos compañeros, cambiamos completamente nuestra vida”, sintetiza el cambio de trato.
En tiempo presente cuenta con orgullo. “Como centro de veteranos estamos en otra etapa. Todos tenemos más de 60 años, estamos ya al final del carretel de nuestro hilo y lo único que nos queda es disfrutar y ver lo que hemos logrado, del logro tras el trabajo con los chicos de los colegios del partido, de los vecinos que llegan al museo para conocer nuestra historia de nuestras bocas”.
Entre las actividades sociales, destaca el taller de mesas y sillas, las charlas en las escuelas y las campañas solidarias que prioriza la ayuda a otros veteranos y a las personas más vulnerables. “Además, estamos trabajando en una Mesa de Pensamiento en la Cámara de Diputados y hace unos pocos días nos reunimos con distintos legisladores para hablar de la defensa de la soberanía y contra el radar que está en Tierra del Fuego. No nos ocupamos solamente de trabajar en relación a Malvinas sino defendemos la soberanía en todos sus aspectos y tratamos de poner nuestro granito de arena”.
El museo
El Centro de Veteranos de La Matanza está ubicado en Bolívar 1682, en la localidad de Ramos Mejía, y desde 2009 tiene el Museo de la Memoria de Malvinas, donde exhiben diferentes fusiles, trajes y armamentos que se utilizaron durante la guerra de 1982.
Fue creado con el objetivo de que la comunidad y las escuelas se acerquen a conocer la historia de lo que ocurrió durante los gélidos días. y, así, poder hablar desde diferentes miradas, es decir, desde la sociedad, la salud y la relación con Latinoamérica”, contó sobre el espacio de 650 m2 además hay cartas de los soldados a sus familias, revistas, diarios de la época, trajes que usaron los jóvenes combatientes, restos de maquinarias, aviones y armas.
También tienen balsas del Crucero General Belgrano y diferentes elementos de supervivencia como una cocina de campaña, restos de un avión y filmaciones que registraron el conflicto bélico y el día a día de los soldados argentinos en el archipiélago.
Casi la totalidad de estos objetos son donaciones de los propios veteranos, de familiares de soldados y de las Fuerzas Armadas.